Etapa 2: Monte Sacro - Monterotondo | Al Loro

Distancia: 
18,0 km
Duración: 
4 h 30 min
Dificultad: 
2
Paisaje: 
2

La etapa no presenta ningún problema insalvable a los bicigrinos, salvo la incomodidad consustancial a circular por áreas urbanas.

El camino atraviesa, gran parte de la jornada, la Reserva Natural della Marcigliana, uno de los pulmones del área metropolitana de Roma. En sus 4.700 ha. permanecen manchas del bosque de robledal originario, en el pasado talado para su aprovechamiento agrícola y pastoril. La gestión del espacio es muy deficiente, algo que se percibe a simple vista, y por lo general decepciona.

Antes de la Casa del Parque de la reserva della Marcigliana, existe un área de picnic que conviene aprovechar, porque es la única de la etapa.

La señalización por la reserva della Marcigliana es un completo desastre, por lo que se debe prestar mucha atención a la descripción del recorrido o seguir la app Gronze Maps. En cuanto a las barreras que cierran el camino indicando «Propiedad privada», ¡ni caso!, sobre todo donde acaba el asfalto: se debe seguir de frente.

Al girar a la izquierda para ascender a Monte di Mele (camino escondido entre juncos) hemos de prestar atención, pues las señales están borradas y un pastor, según hemos visto y nos han contado, cierra a veces el paso con una malla de alambre para que no se le escapen las ovejas. Se puede abrir y cerrar con cuidado.

Las duras rampas que preceden a Monterotondo son un anticipo de lo que nos va a esperar en el CSF: abundancia de cuestas empinadas.

Cuenta con un sinfín de heladerías, síntoma del tórrido verano. Dos apuntes: en el centro, moderno estilo urbano con ensaladas, pizzas, hamburguesas o carnes a la parrilla en L’Officina (Piazza Roma, 12), y unas pizzas superlativas, romanas o napolitanas, en Setaccio (Via Giuseppe Mazzini, 12), con su cerveza sin filtrar Dolomiti.

La ciudad tiene su origen en la sabina (árbol) Eretum. En la Edad Media fue señorío de los Orsini (su monumental palacio renacentista del s. XVI es ahora el ayuntamiento), que acabaron vendiéndoselo a los Barberini en el s. XVII. Estos construyeron el duomo de Santa Maria Maddalena y urbanizaron el centro con plazas y fuentes. Algo queda de su esfuerzo.

Algunos de los platos típicos son los caracoles en salsa, el pancotto (una sopa de pan y lo que se tercie, algo así como la açorda portuguesa) o el abacchio all’eretina (cordero).