El Camino de Santiago arrasa en los Estados Unidos

Podemos expresar que el impacto del Camino de Santiago en EE.UU. se ha vuelto viral. En pocos años lo ha conseguido, en parte alimentado por libros como el de Shirley MacLaine (The Camino. A Journey of the Spirit, 2000) o películas como la de Emilio Estévez (The Way, 2010), y en la actualidad por la asociación con mayor número de socios del mundo (American Pilgrims) y por una imparable bola de nieve engrosada por la satisfacción de quienes lo recorren cada año. Tanto es así que en 2022 los estadounidenses se han situado, según las estadísticas de la Oficina de Peregrinación de Santiago, en el segundo puesto entre los extranjeros, solo superados, y no en gran porcentaje, por los italianos. En cuanto a lo que llevamos de 2023, ¡sorpresa!: hasta junio han ocupado el primer lugar, con un 7,83% del total.

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Las peregrinas norteamericanas entrevistadas.
Las peregrinas norteamericanas entrevistadas.

Evidentemente hay unas causas para que el Camino de Santiago cause furor en Estados Unidos, con la ventaja de la alta capacidad adquisitiva de una parte importante de su población para poder costearse un viaje transoceánico y una estancia larga aquí, aunque también es cierto que cada vez resulta más habitual que el recorrido se limite a una semana, cuando no a una «selección» de etapas o tramos atractivos.

Nos podríamos quedar en el análisis estadístico y libresco, pero siempre deseamos escuchar a los protagonistas, saber de sus motivaciones, de sus dudas, de su experiencia. En tal sentido hemos disfrutado de una oportunidad de oro con un pequeño grupo de estadounidenses, todas ellas mujeres profesionales de origen latino, a las que Yaya Lander, con su compañía Consulting Services, acompañó este año; el año pasado lo hizo con otro grupo. Recorren los últimos 100 km de los caminos en Galicia, algo bastante habitual en el presente, pero comprobamos que con mucho provecho, y que la capacidad de transformación de la vivencia es tan grande que incluso en pocos días cala hondo.

Son siete peregrinas y les hemos planteado siete preguntas. Responden Marcela Mendoza (MM), Yaya Lander (YL), María Belén Albuja (BA), Teresa Casillas (TC), Julie Sabino (JS), Edith Rincón (ER) y Thanis Rincón (TR). Sus respuestas y comentarios son un reflejo del universo peregrino, en especial de la sensibilidad que se vive en EE.UU., pero con el corazón latino, sobre la peregrinación.

¿Qué sabíais del Camino de Santiago antes de que hubieseis decidido realizarlo?

La mayor parte de las peregrinas, a no ser Yaya, que hizo el Camino en 2012 por vez primera entre Sarria y Santiago, repitiendo con un grupo de 11 peregrinos en 2022, tenían escasa información de la ruta, sobre todo a través de algún amigo que la había hecho. Hay quien lo consideraba, como TR, «un peregrinaje religioso, nada más». MM confiesa que «había escuchado algo en algunas ocasiones, pero pensé que era algo para jovencitos, por lo tanto nunca lo vi como una posibilidad para mí».

En otros casos (BA), el camino era como un rumor distante hasta que un día, en una fiesta, escuchó a alguien relatar su experiencia, y «debo confesar que la charla me enganchó, pero en ningún momento creí posible que mi cuerpo pudiera realizar la travesía y que mucho menos mi mente me permitiría estar lejos de mi oficina por más de una semana», aunque al participar con un grupo de senderistas (Colorado Hikers), «fui testigo de la emoción que mis compañeros sentían mientras preparaban todo para el Camino Francés. Como espectadora inicialmente me generó dulzura escuchar a estos peregrinos cuidando con tanta ilusión y disciplina el viaje, pero conforme pasaron las semanas, y aunque somos muy distintos, empecé a confirmar algunas coincidencias de nuestra simple humanidad. El rango de edad, nuestra vida como migrantes en los Estados Unidos, los valores y nuestras búsquedas personales...  Para cuando mis amigos partieron a su Camino en septiembre del 2022 incluso me arrepentí de no haberlos acompañado. Ya el Camino me había enganchado, para mí la decisión fue una emoción de involucramiento gradual que se consolidó cuando había llegado mi turno. Lo que yo sabía del Camino eran sus emociones, confirmadas en fotografías e historias de peregrinos».

TC afirma que «desconocía por completo la enormidad y el alcance de la comunidad que conforma esta asombrosa peregrinación», reiterando el enganche a través de experiencias de otros peregrinos, lo que «aumentó más mi entusiasmo, llevándome a un profundo interés en leer artículos, descargar aplicaciones y numerosos videos. Como paso final de preparación, en nuestro grupo vimos la película The Way, dirigida por Emilio Estévez, y esta experiencia compartida fue muy especial para mí. Nos preparamos durante un año antes de la partida. Y mientras comparto mi experiencia, me alegra saber que muchos amigos y colegas tienen esta peregrinación en su lista de deseos».

Y en el plano personal, ¿cuál fue vuestra motivación principal para recorrerlo?

Varias de las peregrinas confiesan que su principal objetivo era compartir un viaje especial con el grupo de amigas, «en un camino sagrado con mucha naturaleza alrededor del que recibir energía» (JS), para romper con la rutina y «estar en contacto con Dios, clarificando la mente para tomar conciencia de lo que es realmente importante en la vida» (ER) o en el caso de quien ya había venido, conocer una ruta diferente (YL).

La respuesta no es fácil para TC, quien aún se hace la pregunta, aunque supone que su «motivación fue desconectarme de la rutina diaria y recargar por completo mi mente y mi alma. Había un componente religioso, por supuesto, y estaba ansiosa por volver a conectarme con el lado espiritual de mi vida, pero quería que esto tuviera lugar en un entorno combinado de Iglesia/religión y naturaleza. También había una sensación de querer demostrarme a mí misma que mi cuerpo estaba preparado para el desafío físico. Además, recientemente perdí a tres familiares, y quería sentirme conectada con ellos y orar por sus almas en mi peregrinaje».

Sin embargo, también hay quien enmarca la experiencia en un proceso de transformación personal más profundo (BA): «Desde el inicio de la pandemia inicié un trabajo silencioso y lento de transformación de mi vida que se consolidó en el Camino. Al culminar el Camino cumplí 20 años de mi historia como migrante en los Estados Unidos. Durante esas dos décadas no dudé nunca de los sacrificios, la disciplina y el tiempo invertido para crear una nueva vida lejos de casa, pero también me percaté con claridad, sobre todo en los últimos años, de que me estaba quedando atrapada en el sueño americano, añadiendo rutinas poco sanas para mi salud mental y física. El Camino me motivó a empezar mi nueva vida a los 51 años, agradeciendo todos los pasos y las personas que se quedan detrás, pero atesorando y cuidando los “ahora”».

TR coincide con esta sensación, en cierto sentido generacional, pues entiende el Camino como un espacio en el que «aclarar mis pensamientos y empezar a diseñar nuevos sueños, ver la vida desde otra perspectiva más amplia».

De la información previa y las expectativas a la realidad de la vivencia, ¿ha habido una gran brecha?

Para Yaya la gran diferencia es que ahora hay más gente que en 2012. Entre quienes llegaron al Camino por vez primera la vivencia vale más, como decían los impresionistas cuando salían a pintar al plein air, que cientos de libros y relatos, pues en él están «la historia, la leyenda y el rumor; lo haces, lo logras, llegas y sigues ampliando los kilómetros, un paso tras otro. Además, el deleite sensorial que durante la vida diaria ni siquiera consideramos, en el Camino se multiplica y se siente el doble: los sabores, los colores, el cansancio, el reto, si hay mucho sol o si llueve», y de lo físico, con el mero hecho de estar desconectado del celular, se pasa a lo espiritual (BA).

ER responde que puede «recordar vívidamente las rutas, los paisajes, los valles, el clima, la gente caminando a mi lado, los riachuelos, las aldeas, las iglesias, el silencio y a veces las charlas con las peregrinas, las risas, las tristezas, el dolor, la alegría, las comidas y bebidas compartidas, los abrazos, las sonrisas, las frustraciones, la compasión hacia los demás y hacia mí misma, el cansancio, la camaradería de los peregrinos y la satisfacción de haber llegado a Santiago de Compostela».

Aunque parezca una obviedad, MM cree importante resaltar que «nuestro camino hay que caminarlo, y detenerse a llorar al lado del camino no es una opción (del camino físico, al de la propia vida)».

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Desayunando en A Casa Antiga do Monte (Padrón).
Desayunando en A Casa Antiga do Monte (Padrón).

Este año habéis recorrido el Camino Portugués en Galicia, ¿qué cosas positivas reseñaríais?

La guía del grupo reseña aspectos funcionales, tales como que hay menos gente que en el Camino Francés y que los alojamientos fueron de mejor calidad y categoría, y también que «los vecinos son más amables y tienen más deseo de hablar con los peregrinos». El resto de las peregrinas se centran en el paisaje, sobre todo en los tramos boscosos (más, curiosamente, que en las rías), y citan así mismo las temperaturas templadas, el contacto con la gente (nativos y peregrinos), los hospedajes, la deliciosa gastronomía…

BA elabora un certero análisis del escenario recorrido, resaltando el concepto de la frontera: «Las dos culturas, los idiomas y la música de Portugal-Galicia logra que el viaje sea único y bastante pintoresco». Sobresalen, apunta ER, «la infinidad de elementos arquitectónicos y culturales, hermosas pequeñas aldeas y núcleos urbanos».

En cuanto a lo negativo, o a las deficiencias que hayáis detectado, también es del máximo interés para nosotros saber cuáles son.

Se constata que aquí la oferta a lo largo de las etapas es menor que en el Camino Francés, y también la poca preparación, esto es algo generalizado, para satisfacer las necesidades de personas vegetarianas o veganas, con alternativas poco atractivas, ya que muchas veces tienen que contentarse con pan, queso y repetitivas ensaladas. Otra rémora es el tardío horario de los desayunos en los alojamientos, casi siempre después de las 8:00, poco adaptados a la rutina de los peregrinos. Yaya también apunta, y esto es relevante, que hay más lugares a pleno sol que en el Camino Francés. Se constatan también ciertos momentos de tensión generados por el abarrote, con descripción de camareros estresados que se vuelven agresivos.

Otro de los clásicos, reiterado por TC, es que la mayoría de las iglesias no estaban abiertas, aunque entienda la razón.

ER se centra en la logística del grupo, porque le «hubiese gustado descansar más y tomar tiempo para disfrutar del paisaje».

Mucho más positiva en su balance, TR cree que en los viajes siempre surgen inconvenientes, es inevitable, pero «las diferencias de calidad en los lugares de hospedaje y la comida son parte del proceso y de la experiencia, no me atrevería a catalogarlas como negativas».

Una pregunta directa: ¿es Santiago de Compostela la meta soñada?

El grupo se divide ante esta cuestión. JS confiesa que no lo sabe, pero también considera que «cada vez que llego a lugares desconocidos siempre son una meta, y en ese momento Santiago de Compostela fue la meta soñada».

Para MM, «Santiago es un lugar hermoso, la iglesia tiene una presencia mágica que te envuelve con un sentimiento de paz, como que te recuerda algo que has sabido siempre, formas parte de este increíble universo donde el pasado, el presente, y el futuro son lo mismo».

Incide en esta idea TR cuando responde que «Santiago es un lugar que, al llegar a él, te enamora, es una experiencia muy espiritual, te hace sentir como que has llegado a casa después de una larga jornada, te sientes en paz…». Sin embargo, para ella, como para tantos peregrinos, la meta soñada no es alcanzar Santiago, sino el propio hecho de recorrer el Camino.

Hay otras forma de entender el sentido de una meta (BA): «La meta es conscientemente hacer cambios positivos de vida, pero definitivamente la emoción de la llegada junto a la majestuosidad de la catedral hace que este destino sea absolutamente especial. Tanto, que unas semanas más tarde al hablar del Camino y describir la llegada es imposible ocultar las emociones. Una emoción inexplicable le recorre a uno, que entre contento y ansioso de compartir la jornada con otras personas a menudo me descubre con alguna que otra lágrima. Esta sensación no la había sentido con ningún otro destino, ni siquiera en las cataratas de Iguazú, que con un paisaje natural maravilloso siempre he creído que deben parecerse al cielo. Santiago de Compostela se convierte entonces en meta y principio de un nuevo capítulo de vida».

Se suele decir que el Camino engancha. ¿Hasta qué punto esto es cierto en vosotras?, ¿os planteáis un nuevo itinerario en el futuro, quizá organizado de otro modo, por otra ruta, de mayor distancia o en solitario?

Aquí hay unanimidad, y nuestras peregrinas apuestan por regresar, sea con el mismo grupo, con la familia, solas, a poder ser por otra ruta (¡qué suerte que contamos con varias!).

«Sí engancha —dice JS—, pues aun cansada ya planeaba que querría hacer otro... Se te quita el cansancio cuando llegas a la meta. Es tanta la conexión, que realmente se hace corta la ruta».

TR desearía que el próximo camino contase con más bosques, montañas, mar…, pues para ella resulta fundamental «escuchar el silencio en los bosques y ordenar tus pensamientos, conseguir un poquito de paz y tranquilidad, conocerte un poquito más; ver sin prisa los restos de viejas edificaciones que nos recuerdan la temporalidad de las cosas, y al mismo tiempo que hay tanta belleza en este mundo que aún nos falta por conocer y que la posibilidad de poder tener nuevas experiencias hermosas hace que se acepten y sobrelleven nuestras inevitables tristezas y pérdidas».

A MM le gustaría recorrer el Camino «sola con mis pensamientos, y haciendo un voto de silencio».

BA expresa que son pocas las vacaciones y su lista de viajes es grande, «pero las emociones, la increíble experiencia de lograr físicamente lo que no creía posible, me hace pensar en un nuevo Camino en un futuro no tan lejano. Debo asimismo decir que esta pregunta no me parece interesante por la respuesta que provoca sino porque es obvio que el entrevistador conoce de primera mano la sensación del Camino de una manera entrañable. Estoy de acuerdo, el Camino engancha, y sin duda la experiencia con mis compañeras marca un antes y un después, pero debo confesar que es verdad a veces. Solo a veces me pregunto si la ruta a solas puede ser una alternativa, aunque al mismo tiempo me encanta soñar en la posibilidad de compartir el camino junto a mis hermanos. Cualquiera que sea la decisión para el 2024, definitivamente el Camino engancha. ¡Buen Camino!»

Yaya anticipa que, dado el éxito, ya está organizando otra ruta, tal vez el Camino Sanabrés, para el año próximo, y que le gustaría proponer un recorrido más largo, aunque habrá que amoldarse a las necesidades del grupo. Lo que no cree es que lo haga en solitario: «Prefiero hacerlo con mis amigas, para disfrutar mutuamente de todo lo que ofrece el Camino».

Agradecemos a nuestras peregrinas su colaboración, y concluimos aceptando que si bien distancia y tiempo son importantes, la vivencia es algo muy íntimo, y cada quien, en función de sus circunstancias vitales y situación emocional, la asume de modo diverso, con mayor o menor intensidad, contrayendo el tiempo cuando se trata de un consumo, prolongándolo al implicarse en la aventura.

Periodista especializado en el Camino de Santiago e historiador