Enrique Valentín: "El crecimiento de 30-40 albergues nuevos al año ya es inviable en el Camino Francés"
Enrique Valentín González, riojano de Logroño, lleva 18 años, que no es precisamente poco, como presidente de la Red de Albergues del Camino de Santiago, una asociación nacida en 2001, con ocho socios que ya son historia, que en la actualidad acoge a 81 albergues del Camino Francés. La defensa de los intereses de las empresas, entre las que se cuentan algunos de los mejores albergues privados de la ruta, y la larga trayectoria en el cargo, le permiten gozar de una envidiable experiencia, acrecentada por su presencia continuada en su propio albergue y proyecto vital, el de San Saturnino en Ventosa (entre Navarrete y Nájera). Desde este doble observatorio, y en su propia casa de Ventosa, responde a nuestras preguntas.
Sabíamos que en las asociaciones de Amigos del Camino está resultando difícil el relevo generacional, pero ¿en las de empresarios puede pasar lo mismo?
Pues ya ves, debería entrar más gente joven y renovarse la directiva, pero nadie quiere, y eso que disponemos de un presupuesto anual de 25.000 €. Nadie quiere oír hablar de presentarse, parece que están contentos conmigo (risas).
Si no te has cansado aún, supongo que es porque el Camino, de algún modo, te ha atrapado (conozco el hechizo)…
Bueno, al principio éramos ocho socios, algunos tan veteranos como Tomás de Manjarín o el Jato, que ya son historia y emblemas del Camino, otros como Carmen Pugliese en su albergue de Torres del Río, que ya ha cambiado de gestores…; ahora somos diez veces más.
En efecto, al crear un albergue en un pueblo pequeño como Ventosa, de 100 habitantes, uno pone en marcha un sueño. Al elegir el segundo y definitivo local hemos realizado una gran inversión, llevamos con él once años, dispone actualmente de 40 plazas, y la experiencia puedo valorarla con un diez. La implicación personal ha sido completa, y los peregrinos que aquí han llegado estupendos. Ahora que tengo más tiempo, aunque sigo con mi gestoría en Logroño, no solo no me he cansado, sino que dedico cada vez más horas al albergue, todas las tardes y muchos fines de semana completos.
Ante tan idílica visión no puedo menos que recordar lo que me cuentan por ahí otras voces, sobre todo las que hablan de la crisis del Camino Francés...
Bueno, según quien comente la actualidad se pueden sacar conclusiones diversas. Los gallegos quizá son más pesimistas por la mayor competencia, ya que allí no paran de abrir albergues por la masificación de las últimas etapas, pero entre los demás socios podría señalar que se siente un moderado optimismo.
Es verdad que entre Burgos y León se vive con más intensidad esa “crisis”, y en Palencia acaba de celebrarse una reunión de empresarios para intentar analizar el panorama y buscar soluciones, aunque yo creo que la situación se está estabilizando. Cerrarán albergues, muchos ya están en venta o alquiler, porque la ansiedad por ganar dinero en un plazo corto, amortizando cuanto antes la inversión, ya no es una receta que funcione; esto solo se podrá conseguir a largo plazo, con tesón, trabajo y paciencia.
Actualmente ya hay más de 400 albergues en el Camino Francés, ¡una locura!, y el crecimiento de 30-40 albergues nuevos al año ya es inviable, provocará una selección natural.
Cuando hablas de esta selección, ¿piensas en alguna tipología de albergue concreta?
Desde luego creo que el modelo de los grandes albergues, con enormes habitaciones y los peregrinos hacinados, ya no funciona. Hoy la demanda se dirige a solicitar pequeños dormitorios, como mucho de 4-6 plazas, y habitaciones privadas; se buscan la intimidad y el trato personalizado. Los grandes alojamientos únicamente en Galicia pueden tener su razón de ser.
Por otra parte prolifera un tipo que podríamos denominar “albergue trampa”, donde el albergue no es el objetivo inicial del promotor, sino un gancho para que funcionen un bar o un restaurante. No les arriendo la ganancia.
La forma de peregrinar se está transformando. Ya han desaparecido las esterillas, y cada vez desciende el número de los peregrinos que traen saco de dormir. También habrá que reflexionar en breve sobre la ropa de cama de usar y tirar, que resulta antiecológica.
Obviamente, la calidad de los albergues se tiene que repercutir en los precios, pues los gastos de mantenimiento son cada vez mayores. En esta zona, entre Navarra y Burgos, la mayoría de albergues ya estamos entre los 8 y 12 €.
¿Sigue siendo un problema la competencia desleal, que tantos quebraderos de cabeza nos ha dado?, aún recuerdo los manifiestos conjuntos de la Red de Albergues, Agalber y Solpor en Santiago.
Por fortuna cada vez menos, aunque la administración no hace nada al respecto. En Logroño, por ejemplo, Turismo tiene registrados unos 150 apartamentos, pero si miras en las plataformas de internet aparecen hasta 400. En la ciudad son frecuentes los problemas con las comunidades de vecinos, y las denuncias a la policía, pero todo se queda en eso y siguen funcionando. Otro problema de la ciudad es el de las fiestas y despedidas de soltero en fines de semana, tanto es así que algunos albergues prefieren no acoger peregrinos los viernes y sábados.
¿Qué proyectos tenéis en la Red de Albergues para los próximos meses?
Uno de los más ilusionantes es colaborar con el concejo de Molinaseca para crear un Centro de Interpretación sobre la Hospitalidad en el Camino de Santiago. Además estaremos en 2020 en las ferias de turismo de Frankfurt y, probablemente, Lyon. Asimismo hemos creado una aplicación para geolocalizar los albergues, con descarga gratuita, y cada uno de los socios dispone de un video de 3 minutos, pagado por la Red, para su promoción.
Nos falta hablar de los peregrinos, y de su evolución en el Camino Francés. ¿Tanto hemos cambiado?
En este albergue, por ejemplo, recibimos 7.000 peregrinos en 2018, y tan solo unos 500 españoles. Este año hay más italianos, y en primavera se ha incrementado el número de los coreanos.
Por lo general podemos decir que el número de peregrinos en el Camino Francés se ha estabilizado, y por lo que respecta a su actitud, creo que están aumentando los peregrinos “de verdad”. Percibimos que vuelven a comportarse como años atrás, hablan más entre ellos con espíritu de camaradería, no están tan pendientes de las redes sociales, cenan más juntos, porque los que llegaban al Camino por puro turismo se están yendo al Camino Norte o al Portugués, con el mar y las playas. Los que siguen eligiendo el Camino Francés vuelven a ser los peregrinos de siempre, por fortuna. Por lo tanto, creo que el futuro resulta esperanzador.
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