Los «huertos solares» de Valdizarbe

Dicho lo anterior, con lo que los recalcitrantes defensores de la pureza literal se quedarán sin sus manidos argumentos —por cierto, los mismos de siempre: ¡es el progreso, tontaina!—, pasamos a comentar uno de los muchos proyectos que, en aras de la sostenibilidad entendida como bien supremo, en el fondo solo ocultan un relato bien conocido: el de la acción empresarial sin escrúpulos, ni respeto por la ciudadanía y el patrimonio, para ganar la mayor pasta que se pueda aprovechando que la pintan calva.

Pues bien, entre los muchos proyectos puestos en el tablero de este Caminopoly en el que vivimos, vamos a detenernos en el macro parque solar que se pretende construir en pleno Camino de Santiago, sí, en el medio y medio del Camino Francés, por parte de la empresa Solaria. Ocuparía una gran extensión, nada menos que 280 hectáreas sin contar la afección de las líneas de evacuación, allí donde se juntan los caminos y donde el mar no se puede concebir, pongamos que hablamos de Obanos, Eunate y Puente la Reina, en la comarca navarra de Valdizarbe, al pie del alto del Perdón. Estamos, para más inri todavía, en la confluencia de los dos grandes ramales históricos de peregrinación procedentes de Francia tras cruzar el Pirineo. Palabras mayores.

Vamos ahora con los truquillos infantiles de las empresas del ramo (eólicas, solares), que creen sabérselas todas para eludir la primera línea defensiva del patrimonio. En primer lugar trocear la avalancha, porque de otro modo mete miedo, y así se habla de los parques fotovoltaicos Serena Solar 1 y 3, y Amaya 4, a instalar en los términos municipales de Adiós y Muruzábal.

Otra es el juego del lenguaje, pues ya se sabe que quien impone su interpretación de las cosas —valen calambures— gana la partida. Es por ello que para conjurar cualquier imagen industrial, se utiliza con reiteración el eufemismo «huertos solares», tal y como si los agricultores y ganaderos de la comarca, en vez de cultivar alcachofas, girasoles o trigo, y criar ovejas en los pastos, se pudiesen dedicar ahora a «plantar» paneles solares, una nueva línea de cultivo en la que, sin embargo, pasarían a ser arrendadores ociosos, como los señoritos sureños de la vieja escuela pero mal pagados.

Y por supuesto, el documento de impacto ambiental presentado por la empresa habla de pajaritos y ranitas (todos estos informes están copiados unos de otros, a veces hasta se confunden los ecosistemas), y practica la táctica del avestruz, cuando no la de la cobra, al considerar el Camino de Santiago, un mero accidente. Basta con indicar que ni siquiera localiza en la cartografía la iglesia de Eunate, que algún asesor bien pagado tituló como “Nuestra Santa María de Eunate” (¡por ahora de «vuestra» nada coleguis!).

Bastaría señalar que la actuación, por su grave impacto visual, atenta contra el sentido común, pero es que además, como ocurre en todas las sociedades avanzadas del mundo mundial, en Navarra existe una Ley Foral de Ordenación del Territorio y Urbanismo, que en su artículo 52, punto 5., señala que en aras de proteger el paisaje se procederá a la:

“a) Identificación de aquellos enclaves que, en razón de su relevancia o singularidad, deben ser objeto de protección.

b) Establecimiento de criterios que garanticen una protección extensiva y no reduccionista del paisaje.

c) Identificación de aquellos lugares y entornos que, en razón de una alteración grave de los valores naturales o rasgos característicos de su humanización histórica, deberían ser restaurados paisajísticamente”.

Por lo tanto, y para evitar más gasto en función de ejecutar el punto c), será exigible no autorizar actuaciones distópicas como la propuesta, que entre otras lindezas provocaría lo siguiente:

- La visión, desde el alto del Perdón y a lo largo de todo el tramo hasta Obanos, de un valle en el que los pastos y los cultivos han sido sustituidos, en gran parte, por grandes extensiones de reflectantes placas solares negras.

- La absoluta degradación del plácido e idílico entorno de la iglesia de Santa María de Eunate, también BIC y su entorno «Paisaje singular de Navarra», que según la norma foral son aquellos «parajes de excepcional valor identitario por sus méritos patrimoniales, escénicos, histórico-culturales y simbólicos. Constituyen referentes territoriales reconocidos fuera y dentro de Navarra y son un recurso económico valioso de creciente demanda social».

- Y la aproximación, hasta el mismo borde del Camino, de los «huertos solares», que en este caso estarían completamente cerrados con estructuras metálicas, lo que conllevaría que los peregrinos caminásemos poco menos que enjaulados.

- Además, en la primera acometida se suele pasar por alto que la electricidad producida hay que trasladarla hasta los centros de transformación y consumo, y para ello es preciso tender, o soterrar (esto no les gusta a las empresas, porque encarece el negocio), líneas de evacuación de alta tensión, que en este caso acompañarían nada menos que 5 km al Camino Francés aragonés por los términos de Adiós, Enériz, Úcar, Biurrun, Olcoz y Tiebas-Muruarte de Reta, todo un tenderete para la ropa.

Por lo tanto estamos tirando por tierra los consensos y logros adquiridos, tras muchos años de reflexión y sensibilización, sobre la ordenación del territorio y la protección del paisaje, la ratificación por el reino de España del Convenio Europeo del Paisaje (2007), los avances en torno a la definición del Paisaje Cultural y, desde luego todos los marcos de protección del Camino de Santiago como Bien de Interés Cultural.

A propósito de la última consideración, no podemos caer en una visión reduccionista del patrimonio que pertenece al pasado, porque tanto valor tiene un monumento en sí mismo, pongamos por caso una catedral o un conjunto histórico, como la propia traza del itinerario con su infraestructura viaria, y asimismo un entorno sobre el que el legislador viene considerando unos márgenes cada vez más amplios, referidos a ámbitos como el de las cuencas visuales o a marcos geográficos y comarcales (en Galicia es donde este espacio protegido es mayor).

Además de todo lo expuesto, la contestación social ha sido enorme en la comarca, y todas las asociaciones agrarias navarras se oponen radicalmente al proyecto industrial. Con el lema «Renovables sí, pero no así» se ha creado una plataforma ciudadana, «Salvemos el Perdón 4.0», a la que se han sumado numerosas asociaciones, entre las jacobeas tan solo la Fraternidad Internacional del Camino de Santiago, que ha presentado sus propias alegaciones.

La plataforma, haciendo otro acto de pureza de sangre al que nos vemos obligados por el falsario Gran Hermano Verde, ha declarado apostar por «una transición energética urgente, justa, equilibrada y liderada por la ciudadanía, basada en la reducción del consumo energético y en la producción de energía renovable, pero con un plan de desarrollo racional y correctamente dimensionado y ubicado en cubiertas de edificaciones, en suelo industrial o en terrenos no aptos para el cultivo». Esto para que no los acusen de trumpistas, ¿algo que objetar?

En su argumentario añaden que el proyecto de Solaria «degrada los ecosistemas y la biodiversidad», «aniquila cientos de hectáreas de terreno agrícola de alta productividad» y «destruye el empleo rural» (agricultura, ganadería y turismo rural). Por último, y esto ya es más personal, declaran que «nos gustan nuestros pueblos y no queremos verlos transformados en polígonos industriales». Cualquiera podría suscribirlo con suma empatía, ¿no es así?

En resumen: ¿Puede concebir alguien que a estas alturas, y con el nivel de sensibilidad existente en torno al Camino Francés, y el de protección que le otorga el haber sido declarado en su totalidad Bien de Interés Cultural, y bendecido como Primer Itinerario Europeo y Patrimonio Mundial, a una empresa se le ocurra semejante proyecto sobredimensionado? ¿Será que los parques fotovoltaicos, como antes los parques industriales o las explotaciones mineras, pueden ser ubicados en cualquier sitio atendiendo solo a los intereses de la industria energética?¿Seguiremos dividiendo y comprando a los indios, a través de agentes especializados en la desinformación y el chantaje, con baratijas y alcohol para que se desmovilicen?¿Es acaso Navarra, y España, un país bananero sin cultura ni respeto por su patrimonio milenario? Y por último, ¿dónde están, que no las veo, las asociaciones jacobeas que en sus estatutos, todos copiados, han jurado por Tutatis velar por la defensa del patrimonio jacobeo y sus valores?

Ciertas empresas nos hacen perder el tiempo, el dinero (alegaciones, recursos, movilizaciones) y la paciencia con sus brillantes ocurrencias, nos pretenden hacer comulgar con ruedas de molino («huertos solares») y en el fondo se aprovechan de la imperiosa necesidad, en base a los convenios suscritos por el estado español, para intentar colarnos auténticos goles, de una magnitud tal que la Unesco, a buen seguro, ya daría por perdido al Camino Francés para siempre. Porque si tan solo por unas pequeñas puertas en la Catedral de Burgos han amenazado con desclasificar de la lista el monumento, ¿que no harían ante el aberrante parque de Valdizarbe?

Dado el atasco en la tramitación de muchos proyectos salvajes de energías renovables, consecuencia de la nueva fiebre del oro que vivimos, el Gobierno de España ha animado a las empresas a retirar los más problemáticos, dado que actualmente han sido presentadas solicitudes para producir 150.000 MW, cuando el objetivo para 2030 es de 60.000 MW, o sea, tres veces más. El propio Ministerio para la Transición Ecológica reconoce, de este modo, que muchos de ellos no serán viables, entre los cuales esperamos que se encuentre el de Valdizarbe. En caso contrario, el Camino Francés estará tocado de muerte, y si no al tiempo.