El misterio del distinto kilometraje en las guías
Muchos usuarios que consultan las guías de peregrinos, sean en papel, a través de webs como Gronze o recurriendo al sinfín de aplicaciones que han aparecido como hongos en los últimos años, al cotejar los datos de unas y otras, y conocer las mediciones de las etapas, comprueban con estupefacción que las distancias son diferentes: ni coinciden entre ellas ni tampoco con las páginas oficiales de las administraciones. ¿Utiliza cada uno, como dice el refrán, una diferente vara de medir? ¿Se han introducido errores de método que provocan tal distorsión?
Como aperitivo vamos a poner el ejemplo de una etapa, la de Agés a Burgos (Camino Francés), en su día envuelta en la polémica. Se trata de una jornada compleja no por los obstáculos del relieve, sino por la multitud de variantes existentes. Algunas guías, fieles a la tradición y no a la oferta de servicios, siguen optando por recomendar el trayecto San Juan de Ortega-Burgos, aunque en la actualidad la mayoría de peregrinos suelen quedarse en Agés, donde hay varios albergues, acortando así algo la distancia a Burgos.
Hace unos años, como hemos apuntado, cierta guía de referencia había introducido mucha confusión en esta etapa al situar su final, interpretando que todos los peregrinos tenían que dormir en el albergue público, en el parque del Parral, lo que implicaba caminar 2 km más desde la catedral. En esta circunstancia ya adelantamos cuál puede ser el quid de la cuestión.
Veamos a partir de algunas guías, tanto de las que contemplan esta etapa como de las que comienzan en San Juan de Ortega, los resultados en sus mediciones. De menos a más encontramos las siguientes cifras: Santiago.forwalk 21,7 km, la Federación de Asociaciones Jacobeas 21,74 km, Gronze 22,2 km, Buencamino y Wisepilgrim 22,4 km, Vivecamino 22,5 km, Anaya 22,61 km, Eroski-Consumer y Caminoconcorreos 23 km, Turismo de Castilla y León 23,9 km y Caminandocaminando 24 km.
Como se puede comprobar y dado que todas, aunque algunas contemplen otras variantes (la del Páramo desde antes de Villalval a Orbajena-Riopico o Villafría, la de Castañares junto al Arlanzón), recogen la ruta oficial por el valle del Riopico y Villafría, entrando a Burgos por Gamonal, la distancia entre la cifra más corta y la más larga es de 2,3 km, o sea, en torno a un 10% de diferencia. Y si esto ocurre en una etapa bastante corta, qué no sucederá en las de 30 o 35 km, y cuál puede ser la distorsión final en un itinerario que, del Pirineo a Compostela, suele plantearse entre 31 y 33 etapas; ¡estaríamos hablando de 60-70 km!
Como ignoramos los sistemas utilizados por las distintas guías para obtener las distancias, no podemos prejuzgar la causa de errores u omisiones, pero es posible suponer de donde proceden. Básicamente, los autores hemos empleado los gps y cuenta kilómetros de bicicletas, pero nos consta que ha habido algunos que han realizado el trabajo recurriendo a vehículos de motor como motocicletas o todo-terrenos, aunque estos no siempre pueden pasar, como es bien sabido, por los caminos señalizados, resultando absolutamente inútiles en las zonas urbanas.
Otra de las tendencias actuales, entre quienes sienten una gran devoción por la cartografía digital, con el imperio de Google Maps ejerciendo el monopolio, es la de fiarlo todo a sus mediciones automáticas. La solución implica el riesgo de tener que realizar cálculos y ajustes cada vez que la ruta no aparece en la base cartográfica, que no recoge la mayor parte de los caminos carreteros y sendas.
Desde luego también habría que aludir a los más oportunistas y perezosos, que se limitan a copiar y pegar, fusilando sin prevención ni vergüenza lo que otros han hecho mejor o peor: de ahí, y no del rigor científico, procede la asombrosa exactitud entre alguna de las cifras.
Por su parte, alguna administración cree hacernos un gran favor al ofrecernos no sólo decimales, sino centésimas que producen agobio y parecen más destinadas a hormigas que a humanos. Recordamos que hace ya unos años Acacio y Orietta, que tienen un albergue en Viloria de Rioja, realizaron para el Xacobeo una medición que pretendía ser definitiva, empleando para ello un odómetro o rueda de medición. Los resultados, en vez de aclarar el panorama, introdujeron aún mayor confusión, pues ni siquiera coincidían con los de la Xunta. La causa está en que el mecanismo no es igualmente fiable en una carretera, con su capa asfáltica lisa, que en caminos de tierra o pedregosos. Además, la exigencia de una concentración por parte del operario no hace recomendable este método para largos trayectos.
Sea como fuere que se mida, estamos persuadidos de que la mayor causa de los desajustes radica en dos factores: en primer lugar desde dónde y hasta dónde se mide; y en segundo, si se opta por una vía exclusivamente peatonal o no.
Dado que el Camino de Santiago, al menos en su concepción tradicional, es una ruta sagrada, algunos autores pensamos que estos puntos de partida y llegada deberían ser los grandes templos, así las catedrales, aunque no siempre funcione (Coimbra, Donostia). La fórmula también valdría para los pueblos con la iglesia principal (caso de que haya más de una), o con una Plaza Mayor. Lo que bajo ningún concepto nos parece correcto, aunque ha sido el santo y seña de páginas como la de Eroski-Consumer, es fijar dichos puntos en el “albergue”, y cuando hay más de uno en el “albergue público”. Los albergues pueden cambiar de ubicación, lo que forzaría una nueva medición como ocurrió en Burgos cuando cerró el del Parral, pero además es sabido que a veces hay muchos, y que no todos los peregrinos duermen en ellos.
El segundo argumento también es decisivo, pues el peatón no sigue las mismas vías que un vehículo, ni siquiera que una bicicleta, sobre todo cuando hay cruces, rotondas, pasos de cebra, regulaciones semafóricas, aceras, vías o paseos peatonales, escaleras, pasarelas, atajos menores e incluso andaderos no siempre paralelos a las carreteras.
Entre los peregrinos existe una creencia, muy difundida, según la cual las guías se han conjurado para acortar las distancias, pues cuando ellos mismos llevan un gps siempre las superan. El problema radica en que los peregrinos no están midiendo, sino “haciendo el Camino” y disfrutando de otras cosas, lo que conlleva pequeños desvíos para admirar un edificio, entrar en un bar, hablar con alguien o rodear una poza, y que, por supuesto, no intentan en todo momento avanzar por el centro de la calzada ni ajustar la medición.
Hemos de entender, por lo tanto, que los autores de las guías no somos topógrafos del Instituto Geográfico Nacional ni del Ministerio de Fomento, sino que nos valemos de los recursos técnicos para ofrecer, siempre sobre el terreno y honestamente, una distancia lo más ajustada posible de las etapas.
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