La receta: cómo fabricar un Neo-Camino de Santiago
Visto que los caminos de Santiago están de moda, y que cada día nos despertamos con la aparición de uno nuevo, en base a la probada experiencia de los mejores chefs, vale también llamarlos jefes de cocina, de Galicia, España, Europa y allende los mares, nos atrevemos a presentar la receta definitiva para elaborar un puro e vero itinerario jacobeo etiqueta negra. Que no se lo pierdan los candidatos.
Para ello, sin más dilación, y también sin más dilatación, vamos con la fórmula magistral infalible con la que cualquier asociación, aunque sea un colectivo de cuatro gatos (muy habituales), podrá obtener el éxito demandado con todas las bendiciones y honores debidos.
Ingredientes
- Un grupito de promotores con mucho entusiasmo, energía a prueba de bombas, y ni un atisbo de vergüenza. Llegan los cuatro gatos.
- Algún representante de la Iglesia católica como colaborador imprescindible, por aquello de obtener la venia del cabildo compostelano a través de su oficina de Peregrinación. Sacristanes no valen, tienen que ser ordenados.
- Alcaldes comprometidos, de todos y cada uno de los municipios por los que pase la susodicha ruta, a los que se garantizará el oro, el moro y, si es preciso, una reelección cimentada en la prosperidad que ha de llegar.
- La colaboración de la prensa afín, necesaria para la primera oleada informativa, preparatoria del terreno para la «gran invasión».
- Una pléyade de curritos para inundar las redes sociales de fotos, mensajes positivos, logros, descubrimientos y demás noticias relevantes o no.
- Algún amigo en las altas instancias de la administración, siendo también válido contar con algún peso pesado político que lo hubiese sido en su día y que aún mantenga cierta capacidad de influencia.
- Historiadores dispuestos a todo en pos de la causa, o simplemente satisfechos con la golosa remuneración recibida.
- Hosteleros visionarios que sueñen con desestacionalizar su exigua temporada alta y recibir a un tropel de peregrinos vip, preferentemente de USA, Corea y Alemania.
- Y, por supuesto, la mano maestra del cocinero mayor para conseguir el punto exacto combinando los anteriores ingredientes, evitando así que el resultado sea una cuestión de suerte.
Elaboración
Huelga decir, queridos amigos, que los inicios siempre serán duros, difíciles, atiborrados de guijarros, nunca mejor expresado, en nuestro camino. Por ello es menester que bajo ningún concepto desfallezcáis. Sois todavía pocos, pero la fuerza está con vosotros, que dijo el otro, y pronto contagiaréis de fervor a los escépticos, a los ambiciosos y, en suma, a todo quisque, condenando a los negacionistas. Un Camino de Santiago es un Camino de Santiago, como una rosa es una rosa, y pese a las espinas el triunfo os aguarda.
La faena ha de comenzar con la existencia de uno o dos illuminati, esto es, uno o dos seres con visión de futuro y el don de la oportunidad, ungidos de la sabiduría y de la habilidad para crear del polvo, o mismamente de la nada, una entelequia. Estos promotores fundacionales no han de tener reparo alguno ni rubor, porque está acreditado que los críticos impenitentes combatirán con fuego y desacreditarán vuestro trabajo, pero firmes en la fe, y seguros en la victoria, nada habéis de temer.
Una vez identificados los lugares por los que es conveniente que discurra la futura vía, que serán todos aquellos más o menos patrocinados, es menester inventar el Camino, y decimos inventar no en el mal sentido de la palabra, dios nos libre, sino en el medieval de la inventio, lo cual quiere decir sacar a la luz lo que estaba oculto, ni más ni menos.
Urge, ya antes de iniciar el trabajo de campo con los devotos colaboradores que se irán sumando, pergeñar un nombre para el tal camino, que deberá ser potente, original pero vinculado a las eternas raíces del territorio, fácil de recordar y, sobre todo, muy comercial y pegadizo. Sin este título el itinerario en cuestión no podrá competir en la gran carrera santiaguista, en la que participan reconocidos plusmarquistas.
Viene ahora la fase del trabajo sobre el terreno, que es a la vez la de la predicación para conseguir adeptos. A medida que se va desbastando la floresta, será necesario acudir, por aquello del orden académico y científico instituido, a los historiadores, sirven también un arqueólogo o un erudito local que sepa algo del Medievo. La cuestión es ir integrando las piezas del puzle en un relato convincente.
No es obligatorio que el trazado propuesto cumpla las premisas de historicidad expresadas en su día por los exigentes expertos jacobeos, los Caucci, Plötz y compañía desde los años 80. Basta con meter una pizca de caminos antiguos por aquí, hospitales fueran del tipo que fueran por allá, y sazonar y especiar con algún peregrino despistado o muerto, cualquier rito sugerente que nos invite a pensar en concheros, leyendas de Roldán, reliquias prescindiendo del momento en que hayan aparecido o su veracidad, y a poder ser con citas de templarios o sanjuanistas. Si no hay nada de esto bastará incluso con una capilla dedicada a Santiago, una imagen del Apóstol peregrino o Matamoros (podría llegar con un San Roque de la misma guisa, o de un San Amaro), e incluso con algún taco jaqués, indudable muestra de que por allí pasaron brigadas de canteros que seguían los caminos de Santiago, o con la cita en un documento judicial de cualquier vía francesa que limitaba con una propiedad, con esto será suficiente.
Aquí, en realidad, vale casi todo: inventarse puertos medievales, multiplicar en progresión geométrica estimativa el número de potenciales peregrinos que usaron la ruta y cualquier otra licencia por diacrónica o absurda que pueda parecer. Lo que importa no es la verdad, sino construir un relato que pueda ser creíble.
Superada la pesada prueba histórica con la colaboración de los mercenarios locales y localistas, y de los comarcales y comarcalistas, que motivados por el orgullo de ser de donde son habrán sabido elegir bien en el supermercado de la historia, la arqueología, el arte y el folclore, ahora se aproxima la fase más feliz. Mientras los especialistas redactan la memoria en la que se certifique sin ningún lugar a dudas la verosimilitud de la ruta, los activistas se proveerán a destajo de pintura amarilla. Con ella embadurnarán con flechas, sin piedad por el ornato público, postes de todo tipo y carteles, muros de piedra o de cemento, árboles y veredas, pajares y viviendas. Cuantas más, mejor, que no quede la más mínima duda de que por allí pasa un Camino de Santiago.
Tras la política de hechos consumados resulta igualmente básico el contar con una página web en la que, además de incensar a los maestros y aplaudir a la base social implicada, se muestre al mundo la revelación del neocamino con todo lujo de detalles, y esto implica con una cartografía detallada y la traza sobre la base de Google Maps, si hay dinero, o sobre cualquiera otra de las gratuitas. Y que la web sea trasladable al formato del móvil, porque de otro modo, no hay tu tía. Con muchas fotos guais, sin feísmo de muros de bloque o casas sin rematar.
Cuando la cocción ya está avanzada no podéis olvidar unos truquis de ganador, destinados a alimentar ese ritual del que todo peregrino fetén no quiere prescindir: una credencial de atractivo diseño, unos cuantos sellos para cubrir bien las etapas que custodiarán los colaboradores tifosi, un folleto-resumen en el que figuren no etapas, para que no se enfade nadie por ahora, sino la ruta con sus distancias y, por supuesto, un certificado molón.
¡Ay, señor, el certificado hemos dicho! Aquí roemos en hueso, pero que nadie se preocupe, porque con la ayuda de los buenos señores párrocos, si alguno es arcipreste mejor que mejor, se nombrará una comitiva expiatoria que, con gran humildad y ofrendas, acudirá a Santiago a postrarse ante el canónigo delegado de la Oficina de Peregrinación. Allí, la súplica podrá conseguir (antes era más fácil) que el itinerario supere la primera gran prueba, esto es, que sea premiada con la merced de la Compostela. Si así fuese, el guiso ya estará próximo a su punto óptimo.
Una vez obtenida la Compostela, podréis ir a ferias de turismo, congresos y todo tipo de foros jacobeos para manifestar con desparpajo, llenos de razón, que el neocamino es casi oficial porque ha hablado Roma, siendo legítimo que fluyan sin temor los peregrinos, colaboren las agencias para venderlo en paquetes de todo incluido y entre cuanto antes en la órbita del consumo turístico.
El trámite final, que es alcanzar el Olimpo o tocar el Cielo, según seas pagano o cristiano, pasa por obtener el reconocimiento de la administración pública, normalmente a través de alguna consejería de Cultura con su ramo de Patrimonio. El cometido es harto complicado, porque los señores que dirigen estas oficinas no desean poner su reputación en ridículo ante la opinión pública (se juegan el cargo), ni tampoco ofender a los que ya disfrutan del dorado y temen perderlo con tanta canabilización y banalización, aunque por otra parte, los señores de otros negociados políticos, y desde el propio partido que manda, estarán presionando para contentar a los alcaldes y ciudadanos, que con sus caceroladas estaréis estos días haciendo escraches sin parar y pidiendo igualdad de trato.
Si los astros son propicios y llega la aprobación, la suerte está echada. Lloverá el maná, habrá mantenimiento de la vía a cargo de la administración superior, señalización homologada, promoción a raudales por tiempo ilimitado y, quizá, caiga algún alberguito público de diseño. Entonces será la ataraxia, y arribarán peregrinos a miles, de todos los pueblos del orbe, para gozo de la hostelería. Los inmuebles se revalorizarán para abrir albergues privados (también puede valer una granja de pollos o cerdos abandonada), surgirán los menús del peregrino, los campesinos, marineros y artesanos podrán vender más y mejor su producción, florecerán los apartamentos y todo será, tal cual, como una Arcadia feliz.
A los promotores se les pondrá un busto y serán nombrados hijos predilectos o adoptivos de las localidades más beneficiadas, que destinarán toda su energía al turismo olvidándose de otros menesteres.
Ahora solo toca competir con las docenas de caminos, caminitos, enlaces, neocaminos y chacotacaminos de la oferta, y esto, siento decirlo, será lo más difícil. Pero si hemos llegado hasta aquí sin desfallecer, todo será posible, aunque para ello se tenga que recurrir a las malas artes o a la brujería, denostando al rival por todos los medios en una guerra fratricida por llevar más agua a vuestro molino.
La receta es infalible, por lo que animamos a los pocos desheredados y timoratos que todavía no se han enterado, se animen a ejecutarla sin miedo ni recato para activar su camino olvidado.
P.D. Dedicado a nuestros grandes amigos de tantas neorutas, muchos podrán suponer cuáles son, por su desinteresado, ejem, esfuerzo, tenacidad y esperanza por alcanzar la Gloria. Merecéis todo y más, que Santiago os ayude, y si no fuera justa vuestra empresa, os lo demande. Que el Padre Sarmiento reparta suerte y que, como añadía Gabinete Caligari, ahuyente la mala muerte y que ustedes lo pasen bien.
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