Una etapa mítica: La Ruta de los Hospitales en el Camino Primitivo
Cada día que pasa resulta más difícil, en los caminos jacobeos más transitados, encontrar ya no digamos una etapa, sino al menos un largo tramo realmente solitario, alejado de carreteras y desprovisto de servicios para el peregrino. Los hubo en su tiempo en el mismísimo Camino Francés. Recordemos aquella etapa de Carrión de los Condes a Calzadilla de la Cueza, en coincidencia con la Vía Aquitana que se dirige a Astorga, que un oportunista chiringuito intermedio acabó por dulcificar. O el mismísimo paso de los Pirineos desde Saint-Jean-Pied-de-Port, que a no ser por las adversidades meteorológicas, tras el asfaltado de gran parte de la subida tampoco es ya lo que era.
Etapas largas y solitarias las hay en los itinerarios mayores que atraviesan la «España vaciada», no cabe duda, ahí está la Vía de la Plata para certificarlo; pero que en el imaginario colectivo de los peregrinos alcancen el rango de «míticas» ya no encontramos muchas, y casi siempre están asociadas al paso de alguna cordillera relevante (Pirineos, Cantábrica,…).
No podemos hablar en primera persona de un tramo que ha alcanzado la categoría de mítico entre los peregrinos que han realizado el Camino del Salvador, que la propia web de Gronze califica como etapa reina, añadiendo la coletilla de que es “una de las más bellas y orográficamente más complejas de todas las rutas jacobeas”. De Poladura de la Tercia a Pajares hay 14 km, y se ha de cruzar el collado del Canto de la Tusa a 1.568 m de altura (¡casi como el Somport!) y tras el paso por la excolegiata de Arbás, hoy sin apoyo asistencial ni de ningún tipo al peregrino, el puerto de Pajares a 1.378 m de altura. Sin embargo en el alto, 5 km antes del pueblo del mismo nombre (albergue), existe un bar, lo que constituye un gran apoyo.
Al que nos vamos a referir hoy es al otro gran paso legendario de los caminos del Norte, y este no es otro que el del Puerto del Palo por la Variante de los Hospitales. Lo acabamos de recorrer hace unos días, en este otoño lluvioso, y podemos certificar que el calificativo, en torno al que existe un mayoritario consenso en la comunidad peregrina, es merecido y veraz.
Una ruta histórica olvidada
Este sí que es un camino olvidado, y no otros que como anzuelo publicitario se han colgado el título, que responde a una realidad histórica bien documentada en el antes, cuando era el único paso de Borres hacia el Palo y Compostela, y a posteriori, cuando su uso decae por la fundación de una nueva puebla en el valle.
Vale la pena recurrir a esa obra de referencia, que pese a los años sigue prestando un gran servicio a investigadores y curiosos, que es Las Peregrinaciones a Santiago de Compostela. Al final de su tomo II, Juan Uría Ríu recuerda que la ruta pasaba por San Blisme, Las Morteras y Las Colinas, y de allí proseguía en ascenso para cruzar la sierra de Fonfaraón, de sonoro topónimo (alusivo a la fonte del farayón), «donde existían dos hospitales que prestaban un gran servicio a los caminantes en aquel despoblado», uno de los cuales aún cumplía en precario su cometido a comienzos del siglo XX. Tras coronar el puerto del Palo, uno de los más largos y ásperos de los itinerarios jacobeos hispanos, funcionaban otras benéficas alberguerías en Montefurado, Lago y Berducedo.
En el paso de estas montañas surgió, sin embargo, una novedad convertida en irresistible tentación: la fundación de una puebla (La Puela o Pola de Allande), realizada por Pedro II, obispo de Oviedo, que la dotó de fueros entre 1262 y 1267, en el encajado valle del río Nisón. Esta circunstancia, y el posterior desarrollo comercial de la que sería capital de un extenso concejo, aunque en gran medida sometida al señorío de linajes como los Noreña, Ponce, Quiñones y Cienfuegos, propició el desvío del Camino hoy conocido como Primitivo hacia el valle.
La asistencia a los peregrinos en la nueva puebla, que se concretó en la actividad reconocida de hasta tres hospitales, fue también decisiva en el cambio de trazado, ello a pesar de que la exigencia de la subida al Palo era mayor desde una cota tan baja, y que la distancia aumentaba en casi una legua.
La Variante de los Hospitales hoy
Comienza esta ruta un kilómetro después de Borres, antes de llegar a Samblismo, aunque para quienes se hayan detenido a pernoctar o avituallarse en su albergue también existe un atajo balizado que, en un minuto, nos sitúa en dicho camino.
Perfectamente señalizada, tanto con mojones y estacas de madera como con las consabidas flechas amarillas, localizadas sistemáticamente a corta distancia en altura, dado que con niebla, y ya no digamos con nieve, es fácil perder la orientación, la ruta de los hospitales pasa en primer lugar por el barrio superior de La Mortera, con su capilla de San Pascual Bailón (s. XVI-XVII). Se trata del último núcleo habitado hasta Montefurado, que dista 14,5 km, pero desde Samblismo hasta Berducedo, en un recorrido de 23 km, no vamos a encontrar ningún tipo de servicios, ni siquiera un modesto bar.
Para quien desee visualizar todos y cada uno de los sectores de la etapa, con detallado registro toponímico de los montes atravesados o próximos, así como de los pueblos, valles y sierras que aparecen a diestra y siniestra en lontananza, se puede echar un vistazo al minucioso blog del periodista asturiano Xurde Morán, auténtico «trota-caminos»: La Ruta de los Hospitales (Xurde Morán).
Por nuestra parte nos limitaremos a resumir algunas de las claves de esta variante, por ejemplo las siguientes:
- El ambiente, tras dejar atrás La Mortera, es el de una etapa de alta montaña, ello a pesar de que nos moveremos entre la cota de los 1.000 y los 1.250 metros de altura.
- Por lo anterior, y conocida la experiencia de los Pirineos, o la del antes citado Puertu Payares, nadie debería aventurarse por estos lares si el invierno es crudo, desde luego cuando nieve, pero tampoco, en cualquier estación, si la niebla es densa y no solo matutina, algo por cierto bastante habitual. En cualquier caso la batería del móvil debe estar al 100% en la partida, por si las cosas se tuercen y es necesario recurrir al GPS o realizar una llamada de auxilio.
- Asimismo, dado el esfuerzo que va a implicar subir tantas cotas enlazadas, con tramos pedregosos que aumentan el cansancio y alguna que otra rampa de exigente porcentaje, se hace casi obligado llevar provisiones, y también agua, porque las fuentes de altura, y manantiales en los que también abreva el ganado, no siempre están en buenas condiciones, y fuentes de agua clorada no hay.
- Al discurrir el tramo por zonas en su casi totalidad carentes de arbolado, con predominio del monte bajo (tojo, retamas) y los pastos naturales de altura, también se hace igualmente imprescindible el uso de protectores solares.
- Entre los lujos de esta variante, como principales la grandiosidad del paisaje y la soledad, está el hecho de poder ver amanecer tras la Cordillera Cantábrica, con los Picos de Europa recortándose al suroeste en días despejados.
- Los testimonios de la historia de la peregrinación, hoy modestas ruinas e incluso imperceptibles mojones de piedras, son los hospitales de Paradiella, citado en el s. XV; Fonfaraón, ya documentado en los s. XIII y XIV (aún puede uno refugiarse en lo que de él resta, convertido en cobertizo para el ganado); Valparaíso, que ya existía en el s. XIV; y La Freita, ya en el puerto del Palo.
- Además de la compañía de otros peregrinos, que no siempre será el caso, es posible que pase algún todo terreno de los ganaderos que crían en la zona reses de vacuno, a las cuales gusta pacer y detenerse a rumiar en el mismo Camino, lo que no supone ningún problema salvo en el caso de las hembras con terneros, que pueden mostrarse agresivas, instinto de protección, si nos aproximamos en exceso a ellas. También podemos encontrarnos a algún mastín, pero son conocedores de su oficio, y basta con calcular la línea imaginaria del territorio que defienden para que disminuyan sus ladridos. Por fortuna, al margen de la vía siempre hay espacio para pequeños rodeos.
- Otros compañeros de ruta serán los caballos que viven en libertad por la zona, inigualable oportunidad para obtener fotos sorprendentes.
El recorrido de los Hospitales nos ha parecido tanto o más atractivo que el paso del Pirineo por Bentartea/Lepoeder o Somport, y todo peregrino veterano debería hacerlo, al menos y al modo de una meca jacobea, una vez en la vida.
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