Etapa 6V: Caminha - Porto Mougás | Al Loro

Distancia: 
23,5 km
Duración: 
5 h 45 min
Dificultad: 
2
Paisaje: 
3

Un servicio de barca-taxi (dispone de dos embarcaciones, una eléctrica de mayor capacidad, otra de solo 12 plazas), subvencionada por la Xunta de Galicia, la Câmara Municipal de Caminha y el Concello de A Guarda, enlaza Caminha con A Guarda, bajo la denominación de Xacobeo Transfer. Nos permite cruzar el Estuario del Miño en 5 minutos por 6 € (+2 € con bici; precio 2025), con servicio entre las 7:30 y las 18:30 (hora portuguesa) de marzo a octubre (de noviembre a febrero, solo de 8:00 a 9:00), y con frecuencia de uno a la hora (en función de las mareas). Conviene reservar en la web Xacobeo Transfer. Hay otro servicio privado, que no recomendamos.

La etapa recorre uno de los tramos más bravos y agrestes de la costa atlántica gallega. Si coincidimos con temporal, quedaremos asombrados por el viento, la altura de las olas y la espuma al romper contra las rocas.

Desde el embarcadero del ferry los ciclistas deberán seguir de frente y en ascenso por la carretera PO-355 hacia A Guarda, siempre con precaución pues no hay carril bici.

Después de desembarcar en el puerto de A Pasaxe-Camposancos rodearemos el monte de Santa Trega, en cuya cima se ha excavado un gran castro cuyo origen data del siglo IV a.C. El poblado, amurallado y con casas de planta circular, llegó a acoger a 5.000 habitantes y ocupaba una extensión similar a 20 campos de fútbol (más información: Turismo de A Guarda).

La actividad principal de esta villa es la pesca y la cría de crustáceos y marisco. Vale la pena recorrer las calles del casco viejo con sus coloridas casas marineras, visitando la bonita plaza do Reló y la iglesia de Santa María. Otras opciones pasan por bajar hasta el puerto, en el que se concentran las tabernas y restaurantes, y seguir el paseo marítimo hasta el reconstruido fuerte da Atalaia (Museo do Mar), o subir al castillo de Santa Cruz (s. XVII), con su gran parque. También veremos numerosas casonas de indianos, construidas a finales del siglo XIX por emigrantes que volvieron enriquecidos de las colonias de ultramar.

A la salida de A Guarda los ciclistas deberán tomar el carril ciclista y peatonal que va en paralelo a la carretera PO-552, y seguirlo –salvo algún tramo aún sin ciclovía– por la costa hasta más allá de Baiona, gracias al cual evitarán varios tramos de sendero pedregoso.

Uno de los lugares más fotogénicos de este camino es el monasterio de Santa María de Oia, abocado sobre el mar. Fundado a mediados del siglo XII, fue incorporado a la orden del Císter en 1185, y presenta elementos románicos, renacentistas y barrocos. El monasterio, de visita libre o guiada, está hoy en manos privadas y en proceso de recuperación (más información: Real Mosteiro de Oia; cerrado temporalmente por obras en 2025). También es posible visitar la iglesia, en horario de misas o bien solicitando la llave en la oficina de turismo (100 metros antes, a pie de camino; lunes y martes cerrado) o en el bar-estanco cercano.

Los que se queden en Porto Mougás no pueden perderse la puesta de sol sobre el océano, un espectáculo sublime que los lugareños disfrutan a diario desde la puerta de sus casas, en primera línea de costa.

En la zona alta de la parroquia, a pie de Camino junto al marco kilométrico 143,480, ha sido creada una instalación artística dedicada a los peregrinos. La compone un montículo de bolos o cantos rodados por el mar, pintados por una creadora local con motivos jacobeos y de otro género. Los peregrinos estamos invitados, con el máximo respeto a lo existente, a mejorar con nuestra aportación el conjunto.

A sólo 1 km, en la cima de un otero con extraordinarias vistas al mar, se halla el conjunto de petroglifos y el castro de A Cabeciña, cuyos misteriosos grabados rupestres datan de la Edad del Bronce, hace más de 4.000 años.

La langosta, el bogavante lumbrigante en gallego–, el buey de mar y la centolla son manjares propios de esta zona. Hasta hace unas décadas, después de su captura eran conservados en cetarias, viveros construidos al abrigo de las rocas, aprovechando olas y mareas para renovar constantemente el agua. A la salida de A Guarda pasaremos ante una de estas estructuras pétreas, la cetaria Redonda, y veremos muy cerca otra, la Altiña.