Camino del Norte: ¿Por Oviedo o por Gijón?
En el sudoku de los Caminos del Norte, pues así, en plural, hemos de entender esta red viaria que conduce a Compostela, las disyuntivas son el pan nuestro de cada día para el peregrino. En ocasiones se trata de variantes menores, meramente paisajísticas, incluso claramente “playeras”, pero en otras, tal es el caso que hoy tratamos, la bifurcación es rotunda, y según cuál sea nuestra elección estaremos llamados a vivir experiencias radicalmente diferentes.
Hoy vamos a intentar, en función de los distintos argumentos que pueden influir en nuestra decisión, valorarlos sin prejuicios apriorísticos para construir una opinión. No obstante, hemos de ser conscientes de que un gran porcentaje de peregrinos, que supera con holgura el 50%, nunca se verá ante tal tesitura hamletiana. ¿El motivo? Bien porque muchos de ellos tan sólo hacen el Camino Primitivo desde Oviedo, y ya no han tenido que pasar por la bifurcación posterior a Villaviciosa, o bien porque, y estos son legión, ya han iniciado la ruta más cerca de la meta, casi la mitad en la misma Galicia, con Ribadeo y Lugo como principales puntos de partida.
Pues bien, al poco de salir de Villaviciosa, tras pasar junto a la iglesia de San Juan de Amandi, una joya románica, tras cruzar la carretera AS-267 llegamos a Casquita, de la parroquia de San Vicente de Grases, y justo después aparece sigilosa, sin grandes cartelones de advertencia que contribuyan a aclarar el futuro, la encrucijada. Es de entender que a estas alturas el peregrino planificador ya ha decidido si va a seguir por la derecha, hacia Gijón, o por la izquierda, hacia Oviedo, pero no deja de ser curioso que, para los despistados o indecisos, no se haya planteado algún tipo de información kilométrica, con someros datos de perfiles, servicios y definición de la red viaria.
La primera cuestión a dirimir es la propia traza, porque si bien el Camino de la Costa está más o menos claro en las etapas por el Centro y Occidente astur, no ocurre lo mismo si vamos hacia Oviedo, ya que desde la capital del Principado es posible continuar por el Camino Primitivo, pero también regresar a la rasa cantábrica a través de Avilés, lo que supone obviar Gijón.
A continuación, como segundo elemento de peso, hemos de saber cuál fue la dinámica histórica, que lejos de ser estática ha ido mudando con el paso del tiempo. Como resulta obvio, el Camino Primitivo fue el más antiguo, completado por Alfonso II el Casto, rey de Asturias y Galicia, y su corte en el s. IX; aprovechaba en gran parte una vía romana, y desde fecha temprana estuvo bien provisto de pueblas y hospitales. Sin embargo, a medida que la Reconquista avanza, y al ser trasladada la capital del reino a León (910), el Camino Francés le va ganando la partida al Primitivo, y en la época álgida de la peregrinación medieval (s. XI y XII) ya debían de ser muy pocos los que seguían por las montañas hacia Lugo. La ruta costera es más tardía, y no se consolida hasta la baja Edad Media, llegando a gozar de bastante popularidad, aunque a finales del Medievo, y en el inicio de la Edad Moderna, el paso de moda era el del túnel de San Adrián, o sea, el enlace de la costa vasca con el Camino Francés a través de Vitoria y con confluencia en Burgos, siendo secundario el ramal de Santo Domingo de la Calzada.
En tercer lugar es preciso hablar de distancias. De Villaviciosa a Compostela, pasando por Oviedo y continuando por el Camino Primitivo, estamos hablando de 354 km, algo menos si tomamos la Ruta de los Hospitales. Si optamos por seguir a Oviedo, y luego a Avilés continuando por la costa y Ribadeo, sumaremos unos 398,5 km. Por fin, si vamos por Gijón la distancia rondará los 381 km, aunque en los dos últimos casos dependerá mucho de las variantes posteriores que se elijan.
Para una más justa valoración de los argumentos, no puede faltar uno que es clave a la hora de juzgar estos itinerarios: el perfil. Creemos que ésta, y no otra, es la cuestión decisiva a la hora de elegir, pues todos sabemos que entre Oviedo y Lugo (Camino Primitivo) toca, sin solución de continuidad, superar un rosario de collados y puertos de montaña de diferente altura: L’Escampreru, La Cabruñana, La Espina, Piedratecha, el Palo con sus 1.146 m, Buspol, el Acebo, Fontaneira y A Vacariza.
En el quinto punto aparece otra motivación muy contemporánea: la querencia del mar, con el atractivo de los paisajes costeros, la posibilidad de bajar a las playas y darse un baño, el paseo por los puertos pesqueros, el mismo olor a salitre… La pasión por el Cantábrico, con sus valores amables en temporada primaveral y estival, suele vencer a la de la montaña, asociada a la dureza y el esfuerzo, sobre todo en las dimensiones más turísticas de la peregrinación.
La sexta consideración sería más personal, pues será preciso dirimir si preferimos la soledad de bosques y montañas, con menos peregrinos aunque mayor concentración en fines de etapa “clásicos”, o las multitudes del litoral, donde a los peregrinos se sumarán senderistas y turistas de todo pelaje.
Y hemos dejado para cerrar la lista otra consideración nada desdeñable: la oferta de servicios. Indudablemente aquí ganaría por goleada cualquier ruta por el litoral, que es donde se asienta la población y donde el turismo está más desarrollado, frente a un camino interior bastante escaso de oferta, sobre todo en el caso del alojamiento, algo que en apariencia responde a la aún débil demanda.
Llegó la hora de la conclusión y por nuestra parte, sin ánimo de minusvalorar el papel de Gijón, que pronto va a contar con un super-albergue de peregrinos en la Casa Paquet, consideramos que, para las primeras experiencias, Oviedo constituye una pieza esencial de la tradición peregrinatoria jacobea. Allí están la catedral, única de Asturias, y la Cámara Santa, principal relicario de los reinos cristianos del Medievo, razón que explicaba que la mayoría de los peregrinos pasasen por la ciudad. Como regalo, en su vía también tenemos el monasterio de Valdediós y el tesoro de su Conventín prerrománico.
Hemos de reconocer que no nos gusta gran cosa el enlace de Oviedo a Avilés, una de las etapas más sosas del Camino Norte, pero es una buena opción para los que deseen regresar a la costa. Quien no tenga reparos en tomar el tren o autobús -en este caso debería haber dispensa-, a cualquier hora del día se puede ir de Oviedo a Gijón o Avilés, y allí retomar la andadura por el litoral.
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