El Camino de Santiago en Suiza
Del 13 de julio al 2 de agosto de 2020 hemos recorrido el Camino de Santiago en Suiza, conocido como Vía Jacobi; de Konstanz (Alemania) a Genève (Suiza) en 21 etapas y un total de 438 kilómetros. Caminar por Suiza siempre es una experiencia maravillosa, y su ruta jacobea no decepciona. Aprovechamos la ocasión para dar cuatro pinceladas sobre este camino jacobeo, y de paso incluir algunos apuntes y reflexiones que vayan más allá de los clichés sobre el país helvético.
Como puede verse en el mapa el camino cuenta con algunas variantes, todas ellas muy bien señalizadas; la más importante es la que transcurre por Luzern-Bern. Nosotros seguimos el camino principal, excepto en el lago Thun donde tomamos un barco para seguir la corta variante de la orilla opuesta.
La Vía Jacobi es uno de los siete Senderos Nacionales de Suiza, el número 4, es muy conocido por los habitantes de las localidades por donde pasa, y lo recorren cada año unos 1.800 peregrinos: alemanes (~50%), suizos (~30%), austriacos, y, en menor medida, franceses y otras nacionalidades.
Etapas
Suiza alemana:
1. Konstanz - Märstetten (13,8 km)
2. Märstetten - Fischingen (26,9 km)
3. Fischingen - Gibswill (15,3 km)
4. Gibswill - Rapperswil (16,3 km)
5. Rapperswil - Einsiedeln (15,7 km)
6. Einsiedeln - Schwyz (18,4 km)
7. Schwyz - Buochs (21,4 km)
8. Buochs - Flüeli-Ranft (22,0 km)
9. Flüeli-Ranft - Lungern (17,7 km)
10. Lungern - Brienz (15,5 km)
11. Brienz - Interlaken (23,4 km)
12. Interlaken - Amsoldingen (19,2 km)
13. Amsoldingen - Rüeggisberg (20,2 km)
14. Rüeggisberg - Fribourg (29,1 km)
Suiza francesa:
15. Fribourg - Chavannes-sous-Orsonnens (20,3 km)
16. Chavannes-sous-Orsonnens - Moudon (22,5 km)
17. Moudon - Lausanne (27,7 km)
18. Lausanne - Morges (13,0 km)
19. Morges - Gland (26,2 km)
20. Gland - Commugny (17,3 km)
21. Commugny - Genève (18,1 km)
Dificultad, servicios y trazado
Es un camino de etapas de media montaña, con unos desniveles positivos diarios de entre 300 y 600 metros hasta Interlaken —primera mitad—, comparables en dureza a las etapas centrales del Camino Primitivo, de entre 100 y 300 metros de Interlaken a Lausanne, y llano de Lausanne a Genève. Es apto, por lo tanto, para cualquier persona acostumbrada a caminar por monte. Tampoco hay ninguna dificultad técnica reseñable, ni tramos aéreos, ni pasos complicados. Además, disponemos de localidades con alojamiento suficientes para distribuir las etapas según nuestros intereses o condiciones físicas.
Encontramos fuentes cada pocos kilómetros, lo que hace innecesario cargar con mucha agua, y también lugares —generalmente con vistas— con bancos para descansar. En casi todas las etapas encontraremos servicios —bares, restaurantes, tiendas— más que suficientes: Suiza es un país turístico.
El trazado es básicamente rural y boscoso, con mucho contacto con la naturaleza; pistas, senderos, alguna pequeña carretera. La segunda mitad, de Interlaken a Genève, está más urbanizado, y por lo tanto hay más asfalto.
Hay dos pasos de montaña destacados: el primero, Hörnli (1.133 m), en la etapa 3; el segundo, Haggenegg (1.408 m), en la etapa 6, donde alcanzamos la altitud máxima del Camino de Santiago en Suiza. Ambas travesías, ascenso y descenso, son magníficas: la primera muy boscosa, la segunda más diáfana, y en ambos casos encontramos arriba un bar-restaurante con vistas fabulosas —si el tiempo acompaña—.
No olvidemos llevarnos el bañador, pues tendremos cientos de oportunidades de bañarnos en los numerosos lagos entre Bodensee y el Lac Léman. Hay lugares acondicionados para el baño, que suelen contar con duchas, lavabos, zona de juegos para niños, y hasta trampolines.
Coste
El coste de una peregrinación normal sería de 65 euros al día; el desayuno, un tentempié a media mañana, una cerveza, un par de cafés, una cena sencilla, y pernoctando siempre en la opción más económica. Con una peregrinación más estoica, evitando bares y restaurantes (una pena), se puede bajar el coste, aunque no demasiado. Por el contrario, que se dispare hacia arriba es extraordinariamente fácil.
El mayor dispendio para el peregrino es la pernoctación, que saldrá por entre 30 y 50 euros persona y noche en las opciones más económicas. El precio estándar en los albergues públicos o privados es de 30 euros —el municipal de Gland es de 10 euros, pero es una excepción—, en las acogidas familiares o en granjas entre 30 y 50 euros, en B&B de 50 euros para arriba, y en hoteles es casi imposible encontrar una habitación doble con baño privado por debajo de los 120 euros. Los campings sí tienen precios tan solo un 30 o 40% superiores a los de España, y son de mucha calidad, pero cargar con una tienda de campaña es poco práctico.
Señalización
En 2009 Suiza cambió completamente la señalización de sus senderos, caminos y rutas de montaña, unificándola en todo el país con postes metálicos con pequeños paneles indicativos (amarillos a pie, rojos en bicicleta). Han abandonado completamente la pintura, curiosamente el primer país del mundo en usarla para señalizar rutas —usando los colores rojo y blanco de su bandera para las marcas de GR—.
La señalización de dichos caminos es impecable, no es posible perderse a causa de ella. Está unificada para todas las rutas, que son muchísimas, y para todo el país, es clara y sin ambigüedades, se situa a una altura de unos 2 metros del suelo (lo que impide que quede oculta por la nieve u otros elementos), es económica, es ecológica al no usarse pinturas, no puede alterarse (al menos de forma fácil), no sufre corrosión, y, una de sus grandes virtudes, no requiere mantenimiento. Como no todo iban a ser virtudes, cabe señalar que seguir esta señalización requiere de más atención e interrupciones que, por ejemplo, seguir los GR en Francia (también impecablemente señalizados). Aún así, creemos que evitar la pintura en el medio ambiente y el nulo mantenimiento compensan la menor fluidez.
La señalización marca el tiempo para los caminos a pie y la distancia para los caminos en bicicleta, lo que es adecuado para el tipo de terreno montañoso de Suiza.
La Vía Jacobi es el Sendero Nacional número 4, y por lo tanto tan solo hemos de seguir el camino marcado con dicho número, que en la dirección oeste se le añade la representación de una concha.
Temporada
Los meses de abril a octubre son climáticamente los más propicios para este camino.
En invierno sólo es apto para senderistas con el equipamiento adecuado y acostumbrados al hielo y a la nieve; además, podemos encontrar cerrados al paso de los dos puertos de montaña antes dichos. En un albergue nos dijeron que, en pleno invierno, acogían a unos dos peregrinos por semana.
El verano es una buena época: en la parte alemana difícilmente se superan los 30 grados de máxima ningún día, y el camino es fresco y boscoso, con mucha sombra; en la parte francesa hay días con temperaturas más elevadas, y con menos bosque y una altitud más baja, hemos de tener más precaución. De todas formas, en nada es parecido al calor canicular del sur de Europa.
Idioma
Junto al coste es, posiblemente, uno de los mayores inconvenientes de esta ruta jacobea para aquellos que no hablen alemán y/o francés. El inglés, por supuesto, es muy útil para comunicarnos con los otros peregrinos, turistas, algunos lugareños, y también en los bares y restaurantes. Pero, por nuestra experiencia, no nos va ser de ninguna utilidad en las acogidas en granjas o casas familiares, ni tampoco en algunos albergues, pues quienes nos atienden suelen ser personas de una cierta edad que solo hablan su lengua materna.
El punto crítico es a la hora de hacer la reserva. Para alguien que no hable alemán es inviable hacer una reserva telefónica de una acogida en la Suiza alemana. ¿Solución? Que alguien haga la reserva por nosotros: otro peregrino, el hospitalero del albergue anterior, o incluso pedirlo en algún bar. En Suiza suelen ser extraordinariamente amables. En nuestro caso, como mi infatigable compañera de caminos es políglota, y habla francés y alemán entre otros varios idiomas, no tuvimos problemas de comunicación.
Paisaje y naturaleza
¿Qué podemos esperar de un camino que cruza Suiza de punta a punta? Nadie acabará este camino decepcionado, damos fe; ninguna de las 21 etapas es prescindible.
Las nueve etapas de la 3 a la 11 transcurren por la Suiza profunda, y son las más extraordiarias, de una valoración de 5/5 todas ellas, por su singuralidad paisajística: valles muy verdes con bosques salpicados de prados, o prados salpicados de bosques, vacas, lagos, granjas, ríos, puentes, aldeas, montes rocosos, trenes que suben por lugares imposibles, y mástiles con la bandera suiza aquí o allá.
De Interlaken a Fribourg (etapas 12, 13 y 14) seguimos por terreno de media montaña, con preciosas vistas a los gigantes blancos del Eiger, Mönch y Jungfrau, pero la zona ya es mucho más urbanizada.
De Fribourg a Lausanne (etapas 15, 16 y 17) el terreno es más suave y dedicado en una gran extensión a los cultivos, por lo que hay menos bosques y menos sombra. Un paisaje muy similar a la campiña francesa. Y, al igual que aquella, una gran afición a los caballos.
Las cuatro últimas etapas, de Lausannne a Genève, son un agradable y plácido paseo junto al lago Léman, sin desniveles, con una infinidad de playas, parques, espacios naturales protegidos, campings, hoteles de lujo, mansiones… hay sitio para todos, incluso para los peregrinos.
Alojamientos
Hay seis albergues públicos de peregrinos, conocidos como pilgerherberge: Sank Gallen, Märstetten, Rapperswil, Brienzwiler, Montpreveyres y Gland. Son municipales de gestión privada, algunos por parte de alguna asociación local, y sus hopitaleros suelen ser peregrinos jubilados que dedican un tiempo a atender a los peregrinos, y lo hacen estupendamente bien, con proximidad y seriedad. Son lugares bien acondicionados y, al menos en los que nosotros estuvimos, con cocina. Afortunadamente, todos estaban abiertos.
Existen también albergues privados para peregrinos, o que se anuncian como tales, aunque en general son acogidas familiares a bajo precio (o sea, a 30 euros).
Las acogidas de peregrinos —y senderistas, y ciclistas— en granjas es toda una institución en Suiza. Aprovechando las enormes casas de madera —con bandera suiza en el mastil—, algunas con muchos siglos de antiguedad aunque en buen estado de conservación, sus propietarios adaptan un espacio compartido para dormir —a un módico precio de entre 30 y 40 euros—, que suele incluir cocina bien surtida de productos —algunos de la propia granja—. Para sus propietarios es una pequeña vía de ingresos complementaria a sus actividades ganaderas, aunque alguno nos contaba quejoso que este año el dinero no venía. Para nosotros, es una magnífica experiencia por la convivencia con los granjeros y con los otros peregrinos, además de estar situadas en entornos naturales extraordinarios. Si no fuera por el Wi-Fi y la cafetera eléctrica, casi daríamos por bueno que estamos en el siglo XV. En una de estas granjas, nos contaron que eran la generación número once de la misma familia; al preguntar cómo era posible, respondieron que lo era porque les unía «la fe en Dios».
En algunas granjas ofrecen la posibilidad de «dormir en la paja», que no es ninguna metáfora, sino que es literal. Tiene un origen histórico, ahora convertido en una experiencia turística orientada a familias que quieran vivir la «aventura» de dormir en la paja. Es una opción muy utilizada por los peregrinos, al ser algo más económica; a nosotros, que lo probamos una vez, nos costó 30 euros por persona con desayuno. Es una experiencia en que todo está bajo control, como se hacen las cosas hoy en día, y sin insectos que dejen frito al peregrino, como les pasaba a los pobres peregrinos que dormían en la paja en el O Cebreiro de los años 80. En nuestro caso, la única pega fue que a las seis de la mañana se pusieron a empaquetar paja con una maquinaria terriblemente ruidosa, pues ellos, según nos dijeron, trabajan cuando es de día y duermen cuando es de noche. Y punto pelota.
Otra posibilidad de alojamiento, también utilizada por los peregrinos, son las acogidas familiares en pueblos o ciudades. Suelen ofrecerlas personas que están jubiladas —sin vinculación con el mundo jacobeo, al contrario que las acogidas en Francia—, que viven en casas grandes, o enormes, y tienen espacio suficiente para acoger a peregrinos. Al contrario que en las granjas, aquí suelen ser habitaciones privadas, con un comedor y cocina, y el precio suele elevarse hacia los 40 o 50 euros persona. Es una acogida recomendable, primero porque son lugares amplios y cómodos, y luego porque nos permite entablar relación con las personas locales, que en algunos casos tienen ganas de hablar —siempre en su propio idioma— y explicar cosas interesantes sobre su vida y el mundo.
Recomendamos vívamente evitar los hoteles, que además de ser carísimos no cuentan son el espacio adecuado para un peregrino y sus circunstancias. También es un tipo de alojamiento en que difícilmente podremos relacionarnos con otros peregrinos o con lugareños, lo que siempre es una lástima.
Los albergues de juventud (fuimos a dos), están ocupados por familias enteras en verano y grupos de jóvenes, con los que se comparte dormitorio; aunque respetuosos, viven en horarios distintos a los nuestros. Aún siendo albergues son alojamientos caros, y la comida es de rancho. Su mejor virtud es que están en entornos naturales muy agradables. No es una opción que recomendaríamos con entusiasmo.
Hay otras opciones a tener en cuenta: varios monasterios de esta ruta acogen a peregrinos, intentamos ir a uno pero estaba cerrado por la Covid (única ocasión que encontramos algo cerrado por este motivo); también hay centros ecuestres con un lugar sencillo para peregrinos, tan sencillo como un suelo de madera, etc.
Por supuesto, la reserva previa es necesaria siempre en todos los tipos de alojamiento; como en Francia, la inmensa mayoría de peregrinos hacíamos la reserva el día anterior por la noche o el mismo día por la mañana. Es mejor ir planificando sobre la marcha.
Garrapatas
Debemos tener presente la existencia de estos ácaros en cualquier camino que atraviese zonas rurales y boscosas; en España los hay, por supuesto, pero es en los tres caminos franceses de Le Puy, Piamonte y Gebennensis, y en este camino suizo, donde el riesgo, aún siendo bajo, de transmisión de una enfermedad (Lyme, Tick-borne...) es mayor.
Informémonos sobre esta cuestión —en absoluto menor— antes de realizar este camino, para saber cómo evitar su picada, cómo descubirla lo antes posible si no la hemos evitado, y sobre todo cómo actuar correctamente.
Interlaken - Jungfraujoch
La pequeña y turística ciudad de Interlaken, emplazada entre los lagos de Brienz y de Thun, a los pies de los Alpes Berneses, está justo en la mitad de nuestro recorrido. En algunas importantes guías de esta ruta jacobea la obvian como final de etapa, tratándola casi como una localidad de carácter menor; sin embargo, es la puerta de entrada al increíble valle de Grindelwald, a los montes Eiger, Mönch y Jungfrau —todos de más de 4.000 metros de altitud—, y al Jungfraujoch (3.454 m), la estación de tren más alta de Europa, además de centro turístico, centro de investigación y observatorio, y desde donde vemos el glaciar Aletsch —el más extenso de los Alpes—, ahora en dramático retroceso debido al calentamiento global.
Por lo tanto, y ante tanta maravilla, a quien no haya estado antes en Interlaken le recomendamos que se quede un día entero, para subir al Jungfraujoch y, en la bajada, caminar por el valle de Grindelwald. Desde Interlaken hay numerosos trenes cremallera —nos informarán estupendamente en la oficina de turismo—, el último de los cuales, por el módico precio de 140 euros (en 2020), asciende al Jungfraujoch a través de un túnel excavado en roca por el interior del Eiger y el Mönch; antes de llegar arriba el tren se detiene dos veces para que los pasajeros puedan disfrutar de las vertiginosas vistas por las ventanas de cristal en la vertiente de la montaña.
Interlaken es uno de los dos centros turísticos, junto a Zermatt, más importantes de Suiza. Cada año numerosos turistas de alto poder adquisitivo, árabes, asiáticos y norteamericanos, llegan aquí para subir al Jungfraujoch, y a ellos están orientadas las numerosas, aunque pequeñas, tiendas de lujo que ocupan el paseo principal de la localidad, convertida en una versión reducida de la milla de oro de cualquier ciudad global. Este año 2020 la ciudad ha sufrido un tremendo batacazo a causa del coronavirus, pues estos turistas han desaparecido por completo; sin embargo, según nos contaron, este año hay más turismo de familias suizas del que ha habido nunca, suponemos que aprovechando los precios más moderados y la menor masificación.
Cuando fui joven, poco después de la Edad Media, estuve ocho días recorriendo los caminos de senderismo por debajo de la cota de los 2.500 metros —por encima de esta altitud mi cuerpo se desajusta— de los Alpes Berneses; entonces aproveché para tomar el tren al Jungfraujoch, donde como es fácil adivinar me encontré bastante mal por la altitud. Por lo tanto, esta vez, y teniendo en cuenta que mi compañera no tenía un especial interés, decidimos no subir y seguir el camino.
Sobre Suiza
Suiza es el país con la mejor reputación económica del mundo (revista Forbes), es el cuarto en PIB per cápita, tiene una de las divisas más seguras, y cuenta con empresas punteras en el sector farmacéutico (Roche, Novartis), alimentario (Nestlé), químico y financiero. Por el contrario, su sector primario está fuertemente protegido y subvencionado.
Con un alto nivel de nivel, es un de los países más caros del mundo para viajar, solo equiparable a Japón y Noruega. Su democracia semidirecta es peculiar, y sus ciudadanos se expresan en referendums sobre temáticas variopintas. Los impuestos son bajos, en parte gracias a una administración pública muy reducida —de solo tres niveles: municipal, cantonal y federal—, de baja carga ideológica y orientada a la eficiencia.
Siguiendo el espíritu de San Nicolás de Flüe, santo patrono de Suiza —el camino pasa por Flüeli-Ranft, donde vivió y está enterrado, ahora lugar de peregrinación—, cuya mediación evitó en el siglo XV una guerra entre cantones, el país se declara neutral en todos los conflictos armados, una política oficial que, en el caso de la Segunda Guerra Mundial, no estuvo exenta de polémica.
Camino en tiempos de pandemia
Nota: apartado referido al año 2020.
[La grave crisis sanitaria de la Covid ha supuesto una disminución en el número de peregrinos, especialmente alemanes; los albergues han reducido su aforo a la mitad y aún así no se llenaban.
Nosotros hemos tenido un recorrido tranquilo y sin ningún contratiempo derivado de la pandemia.
En los cantones por los que transcurre el camino la mascarilla solo es obligatoria en el transporte público, y pocas personas la usa en los comercios —tampoco en los albergues—; nosotros solo la usamos 30 minutos en un trayecto en barco por el lago Thun. Evitar aglomeraciones, llevar al exterior todas la actividades que sea posible, ventilar los espacios interiores, desinfección de manos y la distancia de seguridad, son las cinco medidas que más relevancia dan los suizos para evitar la propagación del virus. Y dejar por escrito la hora, el nombre y el número de teléfono en bares, restaurantes, hoteles, albergues, etc.
Los suizos parecen satisfechos con la gestión de la pandemia por parte del Gobierno. Hay confianza en los gestores públicos —vital en situaciones de crisis—, pocas normas por parte de éstos, capacidad para hacerlas cumplir a todos los sectores de la sociedad, y un elevado sentido de la responsabilidad individual.
Lamentablemente, desde el 5 de agosto (de 2020) Suiza impone una cuarentena obligatoria de diez días a los viajeros que lleguen de la España continental, lo que, más allá de cuestiones legales, podríamos interpretarlo como una educada invitación a no viajar al país en los próximos meses.]
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