Camino Portugués Interior, un tesoro olvidado
Acabamos de concluir el denominado Camino Portugués Interior (CPI), con inicio en Viseu, y queremos compartir con los usuarios de Gronze algunas observaciones de primera mano.
Aunque en los tiempos que vivimos es bien sabido que no hay muchos peregrinos en el Camino, el que tan solo nos hayamos cruzado con dos, en 10 etapas, no deja de resultar sorprendente, porque en el Camino Portugués Central, entre Lisboa y Coimbra, sí llegábamos a ser cuatro o cinco al día.
El título creemos que es bastante explícito sobre la realidad de esta ruta, que a día de hoy se puede decir que está abandonada a su suerte. Pese a su historicidad, pues en parte coincide con vías romanas y medievales bien documentadas, y sobre todo pese a sus espectaculares paisajes, parece ser la cenicienta de los caminos lusos, y ello debido a la manifiesta falta de interés de quienes deberían promocionarla, tanto las cámaras municipales, en primer lugar, como el estado a través de la nueva, flamante y no sabemos si operativa Comisión Ejecutiva del Camino de Santiago, dependiente de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Turismo.
En la loca carrera que los caminos jacobeos han iniciado en la península ibérica, este itinerario, que había sido recuperado con mucho entusiasmo hace unos años, siendo señalizado por asociaciones culturales y municipios, con apertura de pequeños albergues públicos para facilitar el alojamiento en un primer diseño de etapas, se ha quedado manifiestamente rezagado. Otras rutas con menor peso histórico, o simplemente re-inventadas —citemos para el caso el Caminho do Nascente desde Tavira por Évora, Beja y Castelo Branco hasta Trancoso, o el llamado Caminho de Torres, a cuyo creador, el aventurero catedrático salmantino dieciochesco y medio gallofo D. Diego de Torres Villarroel, jamás se le hubiera ocurrido que su pintoresco itinerario se acabaría convirtiendo en vía de turigrinación—, la han ido superando y relegando.
En fin, el caso es que el CPI es una mina de oro sin explotar, y a bote pronto se nos ocurren estas diez ideas sobre su presente y posibilidades de futuro:
1. La media distancia está de moda, esos itinerarios en los que ni te quedas con las ganas ni necesitas unas largas vacaciones, y la bolsa de caudales bien abastecida, para lanzarte al Camino. 387 km desde la plaza de la catedral de Viseu hasta Compostela, que en 15 días darían una media de 25,8 km, asequibles para la mayoría. De esta distancia, aproximadamente la mitad en Portugal, pues el CPI propiamente dicho de Viseu (está marcado un poco antes, desde el pueblo de Farminhão, un toque surrealista de los varios que posee esta ruta) llegaría hasta Verín, y el resto en Galicia coincidiendo con el que venimos en llamar con tino Camino Sanabrés, aunque las denominaciones oficiales de la administración gallega se inclinan por la trilogía Camino del Sudeste, Camino Mozárabe y, haciendo comulgar a la Junta de Castilla y León con ruedas de molino para solaz de los de Benavente, La Bañeza y demás agraviados, Vía de la Plata (¡ay si Quinto Servilio Carpio, Augusto y Tiberio levantaran la cabeza!).
2. No es el CPI un caminito de rosas, como las que aparecieron en el regazo de la Rainha Santa en lugar de los panes; más bien de espinos. Y lo decimos porque la dureza del trazado es grande, y no tanto por contar con grandes puertos de montaña, sino con un terreno muy quebrado, de constantes subidas y bajadas, y en ocasiones pendientes como esos tramos que figuran en negro en los puertos del Tour de Francia, superando el 10, el 15 y hasta el 20% de inclinación.
3. La señalización tampoco es el fuerte de esta ruta, y si bien se ha realizado un notable esfuerzo para homogeneizarla, empleando unas placas peculiares con cuya peculiar disposición hay que familiarizarse (llevan la flecha amarilla y el logotipo del Consejo de Europa de la concha estilizada, en el mismo color y sobre azul), la situación varía en cada municipio. En algunos hay asociaciones que han reforzado la señalización con las clásicas flechas pintadas en postes y muros, pero en otros todo es muy parco. En el supuesto caso de que un tractor, o los operarios de una tala de árboles, hayan dañado una señal, estamos perdidos, porque no habrá más confirmación hasta el siguiente cruce. Así pues, Camino para peregrinos bregados, físicamente y también con capacidad de orientación, con el gps a mano y a poder ser con un track actualizado, pronto lo ofreceremos con todo detalle en Gronze, en el móvil.
4. Gracieta impagable es la de Peso da Régua, donde al llegar al Douro y cruzarlo, nos encontramos la gratísima sorpresa (eso parece al principio) de una nueva y flamante señalización. La seguimos felices y dichosos, con unas cuestas de las de subir a cuatro patas (no es exageración), y resulta que nos hemos metido sin saberlo en una ratonera, la del susodicho Camino de Torres, que se va a Mesão Frio y nos aleja de nuestro objetivo del día, Santa Marta de Penaguião. Una bromita que, en realidad, es un palo en la rueda del CPI, y una afrenta en toda regla para los municipios que forman parte de él a partir del Douro, que deberían despertar de su letargo.
5. En cuanto al alojamiento, bastante problemático. Los escasos albergues públicos, dispuestos en antiguas escuelas o estaciones de tren, disponen de muy pocas plazas (fase promocional), y si están cerrados, como es el caso ahora, u ocupados, las alternativas pueden ser fáciles y a un precio razonable en pequeños pueblos y ciudades, donde las pensiones, sobre todo si se comparte habitación, tienen un precio similar a los albergues españoles, con el desayuno incluido casi siempre. Sin embargo, hay puntos negros en los que tendremos que recurrir a casas rurales y hoteles, desde luego más caros, e incluso, en temporada alta, a algún taxi para salirnos de la ruta y buscarnos la vida. La oferta, es bien sabido, solo aumentará si lo hace la demanda. ¡Demandemos!
6. El paisaje es, desde luego, espectacular, y compensa con creces la dureza del trayecto. Aunque la monotonía del monocultivo eucaliptil, y los efectos de los incendios a él asociados, pueden llegar a desesperarnos en algún tramo, pronto lo olvidaremos entre pinares, robledales, retamales, pastos de altura y, como gran elemento patrimonial y exclusivo, al atravesar los viñedos del Alto Douro, dispuestos en terrazas escalonadas (socalcos), que son Patrimonio Mundial de la Unesco.
7. También las ciudades y pueblos son muy agradables, con cascos históricos tan notables como los de Viseu, Lamego (sin duda sorprendente, con una teatral llegada a través de la monumental escalinata del santuario dos Remedios), Vila Real o Chaves. Otra peculiaridad de la ruta es que en la región de Tras-os-Montes avanza por un terreno en el que brotan los manantiales termales, con balnearios y parques tan deliciosos como los de Pedras Salgadas (el Camino lo atraviesa), Vidago o Chaves.
8. ¿Peregrinos? Ya lo hemos comentado, pocos y por lo común ya veteranos, y por lo tanto hablamos de un itinerario de soledad, no apto para los que quieran cháchara y terrazas llenas de colegas.
9. ¿Síntomas evidentes de que el Camino está todavía muy verde? Los perros ladran a rabiar, incansables, carecen de experiencia. La gente se para a hablar contigo, y no es raro que te ofrezca algo de su huerta o casa, fruta, un vaso de vino, desde luego conversación. Muchos, porque eres una rara avis y acaso el precursor de un futuro mejor para la hostelería y las tiendas, se paran a saludarte, a desearte ¡Bom Caminho! y a darte ánimos, desde las ventanas, desde las faenas agrarias, desde los coches, algo que ya no se vive, años ha, en rutas más trilladas. Hay mucha fruta en los árboles al borde del Camino, la puedes comer sin problema. La cerveza cuesta en la mayor parte de los bares 1 euro. Y lo más importante: no existe aún el menú del peregrino, y se come de maravilla en vetustos cafés de toda la vida y restaurantes para comerciales, obreros y camioneros; hambre no vas a pasar, asegurado. Estamos en un Camino aún natural y sin la consabida explotación mercantil asociada al turismo masivo de bajo coste.
10. ¿Y del futuro? Pues quién sabe, aunque si en mi tierra tuviese este itinerario, una auténtica joya, haría todo lo posible por ponerla en valor para beneficio de los lugares que recorre. Eso sí, con mesura y cordura, no a lo loco, poseídos por la fiebre amarilla del dinero fácil y rápido, como se viene haciendo últimamente.
Resumiendo: el Camino Portugués del Interior es uno de los tapados de la actual oferta, una maravilla que os espera y que tendrá mejor fortuna cuando concluya la conexión que se está marcando desde Coimbra, en el Camino Central, hasta Viseu. Por el momento, otro hecho sin duda curioso, concluye en una aldea ignota llamada São Jorge…, y luego búscate la vida. Aún es posible la aventura camino de Compostela, ¿alguien lo dudaba?
Nota de Gronze: Durante el primer semestre de 2021 publicaremos la guía de este Camino Portugués Interior.
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