Etapa 8A: La Puebla de Arganzón - Haro | Al Loro

Distancia: 
30,7 km
Duración: 
8 h 15 min
Dificultad: 
4
Paisaje: 
3

Etapa exigente tanto por la distancia como por su perfil, con sucesivos repechos. El más fuerte comienza en el kilómetro 22 de la jornada: es la subida al portillo de la Lobera —collado por el cual atravesamos la sierra de Toloño—, con un desnivel positivo de 190 m en apenas 2 km.

A la salida de Estavillo tenemos la gran bifurcación del Camino Vasco del Interior: a mano izquierda, el ramal riojano hacia Haro y Santo Domingo de la Calzada; a la derecha, siguiendo de frente por la carretera, el ramal burgalés (también conocido como Vía de Bayona), hacia Miranda de Ebro y Burgos.

Berantevilla cuenta con bar, si bien probablemente estará cerrado a la hora en que pasaremos; en Estavillo hay un restaurante de precio medio-alto (lunes y martes cerrado); en Zambrana disponemos del bar de las piscinas, con terraza, a solo 80 metros del camino. Cerca del punto en que abandonamos la carretera N-124, a 300 metros de nuestra ruta, hay un área de servicio con restaurante. Salinillas de Buradón cuenta con un bar-restaurante a pie del camino, junto a la puerta de la muralla, y otro bar en la plaza. En el pueblo de Briñas y en la villa de Haro hallaremos todo tipo de servicios.

Una curiosidad de la etapa es que discurre por tres provincias, que a su vez corresponden a tres comunidades autónomas diferentes: arrancamos en el enclave de Treviño (provincia de Burgos, en Castilla-León), continuaremos por tierras de Álava (País Vasco) y a partir de Briñas entraremos en la comunidad de La Rioja.

Su iglesia —como la de Burgueta— está dedicada al santo medieval por antonomasia, San Martín de Tours; fue construida en el siglo XV y responde a la tipología de iglesia-fortaleza, utilizada en su día como torreón de defensa; en su interior se conserva un espléndido retablo renacentista del siglo XVI.

Poco después de Zambrana nuestra ruta avanza durante dos kilómetros por el arcén de la carretera N-124, con mucho tráfico; si bien el arcén es ancho, deberemos extremar la precaución y caminar en fila, separados al máximo de la calzada.

Desde el portillo de la Lobera divisaremos, a nuestros pies, el valle del Ebro y la inmensa extensión de viñedos de la Rioja Alta.

La bajada del portillo de la Lobera es tremenda, por una pista de gran pendiente y con mucha piedra suelta; atención a los primeros 500 metros, especialmente peligrosos para los ciclistas.

A la salida de la localidad avanzaremos en paralelo al cauce del río Ebro durante 1,6 kilómetros; lo atravesaremos por un puente medieval con cuatro arcos apuntados (el típico arco gótico) y otros tres de medio punto, que fue durante siglos la única vía de conexión con la vecina Haro.

Accedemos a la villa por el barrio de la Estación, donde se hallan las principales bodegas con denominación de origen Rioja: Cune, Viña Tondonia, Bodegas Bilbaínas, Muga, Ramón Bilbao, López de Heredia… Muchas de ellas ofrecen visitas turísticas, con degustación de sus vinos.

En el casco histórico destacan la plaza de la Paz, los palacios de los condes de Haro, de los Condestables y de Tejada, el Torreón —que alberga el Museo Riojano de Arte Contemporáneo— y la iglesia de Santo Tomás (de los siglos XVI y XVII, con portada plateresca y esbelta torre renacentista).

Cada 29 de junio, festividad de San Pedro, se celebra aquí la Batalla del Vino, fiesta de Interés Turístico Nacional; tras una misa en la ermita de San Felices, en pleno monte, la multitud de participantes —todos vestidos de blanco— se arrojan 40.000 litros de vino, cuyo color y olor acaban tiñendo tanto sus prendas como el ambiente; durante el resto del día los asistentes bailan y desfilan al compás de las charangas.

La mayoría de bares se concentra en la zona de La Herradura, núcleo de calles y plazas que constituye el epicentro del tapeo local. Destacan las tapas de pimientos, donde en ocasiones sale alguno muy picante… que solo reconocerás una vez lo hayas catado.