Los «otros influencers» del Camino (I)
Hace unos meses leía con estupor que una administración pública había contratado a cuatro instagrammers de moda para realizar las últimas etapas del Camino en Galicia (casi desconocidas, ¿verdad?) y así vender la ruta como destino turístico entre los jóvenes. De la misma manera, el pasado octubre una firma de ropa decidió utilizar la ruta jacobea como escenario para una campaña promocional, fichando para ello a un grupo de cotizados influencers que suman más de 5 millones de seguidores, y poniéndolos a caminar —o así lo anunciaba la prensa— por las últimas jornadas del Camino Portugués.
Nos guste o no, las redes sociales se han convertido en el principal campo de batalla para empresas y administraciones. Sin embargo, la utilización del Camino de Santiago como simple reclamo turístico, o como escenario de los más variopintos eventos, nos parece un disparate: el Camino está abierto para todos, pero no lo aguanta todo. Personalmente sentí vergüenza ajena e incluso indignación al ver las fotos de dicho grupillo de urbanitas, cuya gran aventura se limitaba a posar como modelos, a caminar con livianas mochilitas de paseo, todos calzados con zapatillas de calle, luciendo en una misma jornada diferentes conjuntos a cuál más chic, durmiendo en hoteles pagados por la empresa y quedando siempre guapísimos en todas las situaciones. Algunos de ellos lucían orgullosos su primera ampolla, alucinaban por haber coincidido con unas vacas en un pueblín o se quejaban —textualmente— de que «las etapas son muy bonitas, pero lo malo es que están llenas de subidas y cuestas». Pobrecillos, tan jóvenes y tener que enfrentarse a una experiencia tan dura y cansada… Por cierto, ni media palabra sobre los valores que aportan sentido al Camino: entre tantas fotos guais, ninguna mención al esfuerzo, a la solidaridad, al contacto multicultural, a la búsqueda interior, al respeto a la naturaleza...
Por suerte no todo en las redes sociales ha de ser postureo y celebrities: en las antípodas de estas campañas promocionales retribuidas, tenemos multitud de personas que, desde su condición de peregrinos anónimos, utilizan los diferentes canales que hoy ofrece Internet para realizar una labor desinteresada de difusión del Camino. En su mayoría son personas que suben esporádicamente sus fotos o relatos de viaje a las redes, pero también hay otros —unos pocos— que lo hacen de forma metódica, siguiendo una estrategia comunicativa preestablecida. Serían, cariñosamente, los «otros influencers» del Camino, y hoy vamos a conversar con cuatro de ellos que, en nuestra opinión, marcan la diferencia.
«¡Ojo, que no somos influencers!»
Ninguno de los entrevistados acepta que los consideren influencers (ni siquiera micro-influencers), pues no son profesionales de las redes, ni cobran por sus posts, ni pretenden hacerlo nunca. Junto con Míriam, colaboradora de las redes sociales de Gronze, nos hemos divertido buscando palabras ingeniosas para describirlos, jugando a inventar compuestos: peregrammer, influgrino, caminotuber... Pero al final convenimos que el término que mejor define su labor es el de comunicadores, pues todos ellos —cada uno en su medio y con su propio estilo— han conseguido transmitir mensajes en positivo a su audiencia, la cual crece día a día.
Si en su día fueron los blogs, después los foros (¿quién no recuerda aquel añorado Foro amarillo?) o algo más tarde las fotos y solicitudes de amistad en Facebook, ahora se imponen canales mucho más directos como son los vídeos de YouTube o las fotos y reels en Instagram. En concreto, entre los comunicadores que hemos seleccionado, uno de ellos utiliza básicamente YouTube y Facebook, mientras que los otros han escogido Instagram, una red amable y visual, seguramente la que más ha crecido en los últimos años.
Tres de los entrevistados —Gonzalo, Isa y Leandro— suben cada día a Instagram posts muy trabajados, con textos, buenas fotos e información de utilidad; por su parte, Álvaro se mueve como pez en el agua en YouTube, editando a diario video–crónicas de sus jornadas camineras, a las cuales también podemos acceder desde su cuenta en Facebook.
Los cuatro tienen en común que son peregrinos de largo recorrido, amantes de rutas exigentes y a menudo solitarias, para las cuales se requiere carácter, una fortaleza especial. Las anécdotas vividas por cada uno de ellos darían para varios artículos, por lo que no descartamos entrevistarlos en exclusiva en un futuro. De momento nuestra recomendación —si todavía no los conocéis— es que echéis un vistazo a sus cuentas de Instagram o de YouTube: nos tememos que el flechazo será inmediato.
Gonzalo: ilusión por volver al Camino
Detrás de la cuenta del instagrammer @peregrinoymochila está Gonzalo, con quien tuve el placer de compartir varias jornadas en el Camino del Norte hace dos veranos, justo después de la primera ola del covid. «En marzo de 2020, al inicio de la pandemia, inicié mi andadura en Instagram. Desde ese momento fui consciente del impacto que el confinamiento estaba teniendo en los negocios y en los peregrinos, y decidí que mis posts debían servir para comunicar y así humildemente mantener la ilusión del retorno». En apenas año y medio su cuenta ha conseguido más de 3500 seguidores y sigue creciendo, imparable.
Si tuviera que resumir las cualidades de Gonzalo, escogería tres: que es un gentleman, un gran conversador y una persona de fe, con una cultura excepcional. Este madrileño, que durante años desempeñó cargos de altísima dirección en empresas multinacionales, se muestra como un peregrino más tanto en el Camino como en la red: «Mi Instagram tiene por objetivo la transmisión de los valores tradicionales del Camino de Santiago, y pretendo hacerlo de forma amena. La estructura es una mezcla variada de experiencias, caminos, descripción de etapas, leyendas, anécdotas, consejos, pruebas de material, vivencias, etc., pudiendo acceder a los temas de interés a través de los destacados».
Cuando está en un camino, siempre le veréis levantarse muy temprano: «Me gusta arrancar poco antes del alba, así aprovecho para fotografiar esos cielos preciosos que solo se ven al amanecer. Pero antes de iniciar cada jornada ya he dejado redactado mi post del día, con fotos, apreciaciones y algunos detalles útiles de la etapa anterior». No debe ser fácil combinar periplos de varias semanas —o meses— con sus obligaciones profesionales, la atención a la familia y estas publicaciones diarias: «Cuando trabajo, reservo una mañana a la semana para preparar los posts y las fotos, dejándolos listos con antelación. Lo que sí hago diariamente es contestar sin falta a todos los que tienen la deferencia de escribir un comentario en mis publicaciones».
Después de haber caminado este año la Vía Augusta, la Vía de la Plata, el Camino Sanabrés y el Portugués de la Costa, su objetivo para 2022 es de lo más ambicioso: peregrinar de Roma a Santiago, por supuesto en solitario, un reto que le llevará unos tres meses de singladura: «Todavía estoy perfilando el itinerario, especialmente por Francia, aunque es posible que acabe decidiendo sobre la marcha, según me dicte el instinto en cada momento y me permitan mis fuerzas. Lo que tengo claro es que voy a compartir a diario cada etapa con mis seguidores, para sentir su aliento y que ellos también caminen conmigo». No os lo perdáis, va a ser una epopeya digna de relatar a sus nietos, incluso a los dos que —según él mismo me ha revelado— están a punto de venir al mundo.
Álvaro Lazaga: 45 caminos y 1062 vídeos
El peregrino y youtuber Álvaro Lazaga acaba de volver de su 45º camino, tras salir desde su querida Benidorm, tomando el Camino del Sureste hasta Benavente, enlazando allí con la Vía de la Plata hasta Astorga y después por el Camino Francés hasta Compostela. En esta ocasión han sido 38 jornadas de ruta, pero la anterior resultó aún más especial, pues fue su primer recorrido de ida y vuelta a Compostela durante un total de 101 días. Podemos consultar las crónicas diarias —siempre amenas y desenfadadas— de cada una de estas aventuras en su canal de YouTube /AlvaroLazagaBusto/, que cuenta con 2300 suscriptores; algunos de sus vídeos, gracias a las búsquedas en Google, han sido vistos por más de 5000 personas, y en total acumula un millón y medio de visualizaciones. Yo mismo suelo consultar las video–crónicas de Álvaro cuando preparo un camino que desconozco, pues resultan muy útiles para hacerte una idea de lo que vas a encontrar, el tipo de paisaje, cómo planteó él las etapas, dónde paró a comer o los lugares donde se alojó.
Si habéis visto alguno de sus vídeos sabréis que son muy entretenidos, a menudo incluyen gags o comentarios simpáticos, y en ellos suelen intervenir amigos o conocidos de las localidades por donde pasa. Este tono distendido y jocoso le ha granjeado cierta fama de vividor: «Algunos piensan que soy un nómada, que vivo en el Camino. Nada más lejos de la realidad, pues solo dedico a caminar unos 130 o 140 días al año, que ya es bastante… He tenido la gran suerte de ir conociendo muchas personas maravillosas a mi paso, y suelo volver a parar allí donde me han tratado bien».
A pesar de tantísimo bagaje a sus espaldas, su contacto con el fenómeno jacobeo fue tardío: «Hice mi primer camino en 2010, por recomendación de una amiga. Aunque entonces era más joven, me costaba acabar cada etapa, ya fuesen cortas o largas. Ahora estoy más de un mes de ruta, incluso tres meses, y tan fresco». En ese primer camino iba con cámara de fotos, con la cual grababa cada día unos segundos y después los juntaba en vídeo. «Más tarde empecé a tomar imágenes con el móvil, y las montaba a la vuelta». Pero todo cambió hace tres años cuando descubrió que podía utilizar ese mismo móvil para editar los vídeos al final de la jornada y acto seguido colgarlos en la red: «A partir de entonces comenzaron a ser más directos, más inmediatos». Durante cada etapa graba una media de 12-15 minutos («No puedo estar todo el día filmando, hay que caminar»), de los cuales acaba seleccionando apenas 4 o 5, siempre con sonido directo: «En mis vídeos solo se escucha mi voz y, de fondo, los trinos de los pajarillos. No añado música… salvo que pase una banda tocando».
Se nota que Álvaro lleva el séptimo arte en los genes (no en vano su padre fue un prolífico director de cine, y uno de sus hermanos es también actor y asistente de dirección). «Algunos seguidores se quejan, en tono de crítica, de que mis vídeos son muy cortos; sin embargo eso para mí es un halago. Ya lo decía mi padre, que lo importante en cine es no aburrir». En estos años su canal de YouTube le ha permitido contactar con un público fiel, narrando con desparpajo y naturalidad —cual Lazarillo de Tormes— el desarrollo de cada jornada, e insertando a menudo comentarios ingeniosos que no dan opción para aburrirse: «Que haya gente, incluso en países lejanos, que espere tu vídeo cada día es increíble. Hacer felices a los demás sin buscarlo, casi sin esfuerzo, es una cosa que me llena».
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Continuación en: Los «otros influencers» del Camino (II)
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