Camino de San Giacomo in Sicilia
Sicilia, arrebujada en sus estereotipos, del crisol de culturas a la ricotta, del Etna al Padrino. La gran isla que, tal vez por su propia condición, y dada la longitud de su costa, nos ha impedido profundizar más allá de esta figurada línea Maginot. En el litoral, o muy próximas al mar, se localizan las grandes poblaciones y los principales centros de arte, Palermo, Catania, Messina, Siracusa, Marsala, Cefalú, Taormina o Agrigento, también los emporios del turismo balnear. E pure…
Y sin embargo a la región, que ha experimentado en pocas décadas una gran transformación económica, social y política, desacreditando la supuesta maldición lampedusiana del que todo cambia para que todo siga igual, también ha llegado la nueva ola del turismo experiencial, sustentable, lento, en búsqueda de la autenticidad. Y lo genuino, lo más apegado a la idiosincrasia tradicional, está precisamente en el interior, esas tierras que constituyeron un granero para Roma, ese espacio vinculado a la Cosa Nostra sobre el que la literatura o el cine han fraguado sus tópicos, un país que, en el imaginario colectivo, todavía constituye uno de los confines ignotos del continente.
Los aventureros estamos de suerte, porque Turismo de Sicilia ha promovido en ese interior una oferta de itinerarios de senderismo para satisfacer a los viajeros, también peregrinos, de los nuevos tiempos. Un logro que se ha realizado merced al entusiasmo de algunos promotores, casi siempre a título individual, con participación de una población local deseosa de beneficiarse del turismo. Y además en un tiempo récord, que ha llevado a plasmar sobre el mapa un total de 12 rutas, para bicicleta o peatones, que se extienden por toda la geografía de la isla.
Podríamos detenernos en la Magna Via Francigena, entre Palermo y Agrigento (187 km, 9 etapas), que es una de las más consolidadas y frecuentadas, y que además de pasar por la soberbia catedral de Monreale, prodigio del románico, concluye en el monumental valle de los templos, un sitio arqueológico que nada tiene que envidiar a la Acrópolis ateniense. O quizá en las vías Normanna, Fabaria, dei Frati, Mazarense, todas ellas abriéndose paso por el montañoso y rural interior. Pero como estamos en Gronze, es evidente cuál va a ser nuestra elección.
En efecto, Sicilia también cuenta ahora con una ruta jacobea propia, el Cammino di San Giacomo. Su gestación, en julio de 2021, tuvo algo de casual si así se puede considerar esa pandemia del Covid que tanto ha golpeado a Italia, cuando un peregrino compostelano impedido de realizar sus periódicos recorridos por los itinerarios de la península ibérica se propuso definir un itinerario sustitutivo en su casa.
Con la experiencia de un peregrino veterano y respetuoso con la memoria y tradición del santuario galaico, Totò Trumino se propuso crear no un Caminho do Sol a la brasileña para el entrenamiento de futuros peregrinos antes de ascender a la Champions, y tampoco un producto turístico con el que engatusar a alcaldes y empresarios prometiéndoles el maná bajo una marca reputada de éxito. Nada de esto.
El primer paso fue documentar las reliquias del apóstol Santiago a las que se tributa culto, con festividades de notable valor antropológico, en las localidades que serían inicio y partida de la ruta, respectivamente Caltagirone y Capizzi. Para ello se recurrió al compendio más riguroso sobre el tema: las actas de un congreso coordinado por Giuseppe Arlotta (Santiago e la Sicilia, 2003), autor de referencia que también firma un texto divulgativo (Guida alla Sicilia Jacopea. 40 Località legate a Santiago de Compostela, 2004).
A continuación se procuró la sabiduría, experiencia y, en cierto modo, la bendición, de la Confraternita di San Jacopo di Compostella, cofradía santiaguista de mayor trayectoria y prestigio en Italia, algo que se obtuvo a través de su rector, el catedrático Paolo Caucci von Saucken.
La Iglesia también ha contribuido con sus medios a reforzar la dimensión religiosa y devocional, bendiciendo a los peregrinos que parten de la catedral de Caltagirone, favoreciendo la acogida en casas parroquiales y concediendo una indulgencia plenaria a quienes alcanzan el santuario de Capizzi.
Tocaba ahora aplicar un modelo que aportase seducción al itinerario, y esto tan solo era posible reproduciendo los referentes propios de la peregrinación jacobea: la flecha amarilla como emblema preferente frente a las señales del GR que definen las restantes vías sicilianas, la credencial para estampar los sellos (se recomienda el uso de la que expide la mentada Confraternita, en un modelo propio con la iconografía siciliana), el certificado o testimonium (Aurea jacopea) que se otorga al final del recorrido, los albergues parroquiales, municipales y de donativo con voluntarios, la guía detallada en internet con su track y hasta una doble Compostela, como se ha hecho con el Kumano kodo de Japón, como consecuencia del hermanamiento de Santiago y Capizzi.
Nunca es pan comido construir un itinerario ex novo, pero la experiencia ayuda y mucho, máxime cuando en Italia hay otras réplicas que funcionan, tales la Vía Francígena o el Cammino de San Jacopo in Toscana. La segunda también ha sido una fuente de inspiración al contar, en Pistoia, con la principal reliquia jacobea de Italia.
Por supuesto, se ha contado con la sociedad civil, y como bien manifiesta Totò en un documental de la Rai, en realidad «la parte más fuerte del trabajo la han hecho aquellos que viven en el territorio», o sea, que el camino se ha construido de abajo a arriba, siendo a posteriori asumido por la administración turística, a la que una vez más le han dado el trabajo prácticamente hecho, ¡un chollo!
En todo momento, además, se ha querido integrar esta nueva ruta en el proceso de recuperación de caminos históricos (la traza sigue un itinerario comercial del siglo XIV) y, a la vez, en la gran trama de los capilares que van nutriendo las arterias que fluyen por el continente europeo hacia los grandes ejes de la peregrinación compostelana. Es por ello por lo que se ha hecho especial hincapié en afirmar, a diferencia de propuestas que obvian la meta galaica, que la ruta siciliana forma parte de esta gran red que conduce, en última instancia, a Compostela.
Refrendando lo que acabamos de exponer, este mismo año se ha firmado un convenio con Malta para crear una ruta de peregrinación, basada en los periplos de los peregrinos del pasado por el Mediterráneo, que de La Valetta conduciría a Sicilia, y tras completar su recorrido de sur a norte por la Vía Fabaria hasta Caltagirone, y de Capizzi la Vía Normana a Palermo, embarcando a Cerdeña (Cagliari), con nueva propuesta de recorrido pedestre isleño, el Cammino de Sanctu Jacu, para embarcarse en Porto Torres hacia Barcelona. Desde el puerto catalán, que jugó un rol preferente en la Edad Moderna como receptor de peregrinos, continuaría por los caminos Catalán y del Ebro, vía Zaragoza, hasta enlazar con el Francés en Logroño. Un macroitinerario que solo podría completar de un tirón, como se comentó en la presentación, algún jubilado acaudalado, pero que puede resultar interesante para hacerlo en varios tramos.
La iniciativa personal de Totò, siciliano de Piazza Armerina motivado por el amor a su tierra, ha fructificado y se ha convertido en una de las 12 grandes rutas sicilianas del nuevo milenio. En dos años de vida la han recorrido unos 2.600 peregrinos (italianos, malteses, franceses, sudafricanos…), lo cual no es una cifra baja para los comienzos. Estos pioneros valoran en gran medida la cálida acogida siciliana, la autenticidad del interior de la región, el silencio y la introspección de la ruta, el valor del paisaje, la gastronomía, la belleza.
Los 130 km de Caltagirone a Capizzi se pueden realizar en 6 etapas, por lo que este Camino es apto para una semana de vacaciones incluidos los desplazamientos, eso siempre y cuando no deseemos permanecer más tiempo para conocer la sorprendente isla.
Aunque el planteamiento nos pueda parecer impecable, entre las críticas que algunos han hecho a esta ruta se cita el excesivo interés, casi obsesivo, en replicar el Camino de Santiago español en todos sus aspectos. La máxima expresión de esta voluntad la encontramos en la instalación de la Croce delle Pietre, reproducción no exacta, pero casi, de la célebre Cruz de Fierro de los Montes de León, en la que también se deposita una piedra en su base con la misma intención simbólica y que forma parte de un proyecto, titulado «Arte in Movimento», que se ha realizado con materiales reciclados y piedras a lo largo de la ruta.
Camino que hace guiños a la hospitalidad histórica, con recuperación de hospitales como el de los Caballeros del Tau, y que aprovecha la infraestructura viaria existente, así las vías verdes (antiguas férreas), para una mejor experiencia de los senderistas y peregrinos. Ruta en la que pronto surgen iniciativas personales y locales, con apertura de albergues específicos para peregrinos, casi siempre tras la experiencia de quienes fueron a Compostela, o de vecinos que aportan su grano de arena, tales en forma de una capilla votiva, u obsequiando en las granjas a los peregrinos que transitan junto a ellas.
Totò muestra su orgullo al cantar la bella canción que ha compuesto en siciliano, al modo de Jean-Claude Benazet en Francia con su Ultreia, para el Camino. Los pasos del caminante marcan los latidos del corazón, Scrusciu d’amuri.
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