AVE a Ourense: El Camino en Galicia se redefine

La alta velocidad ferroviaria provoca notables cambios en el uso del transporte, por ejemplo haciendo descender la frecuencia de las conexiones aéreas, es un relato bien estudiado.

Sin embargo, lo último que nos podíamos imaginar es que la primera reacción del mundo jacobeo surgiera nada menos que en Portomarín, que en los últimos tiempos, ganando la partida a Sarria pese al supuesto beneficio de los 100 km, se ha convertido en una especie de Benidorm del Camino de Santiago.

Los lúcidos peritos de este emporio han dictaminado, y no están del todo errados, que el efecto AVE generará cambios sustanciales en la forma de hacer el Camino. Al trasladar con tanta velocidad a los potenciales usuarios procedentes de Madrid y otras ciudades de paso hasta una rampa de salida con flechas a la puerta, léase Ourense, máxime emplazada justo en el límite mágico y bendecido de la centena de kilómetros, causará sin remedio que se repita el síndrome de Oporto, esto es, que los peregrinos se lancen en tromba a la ciudad de As Burgas, masificando en pocos meses lo que antes era un plácido recorrido por el Camino Sanabrés u Ourensano, pésimamente denominado como Vía de la Plata.

Pues bien, todo puede ser, no cabe duda, que los mercados turísticos, porque hablamos sobre todo de turigrinos, son muy caprichosos y volubles, pero las soluciones que los empresarios locales proponen (paquetes turísticos promocionales y otras argucias para trasladar de Ourense a Portomarín a los peregrinos) nos parece que son la repanocha, y desde luego poco efectivas. ¿No sería mejor que, en vez de pensar en trasvases, reforzasen la imagen del Camino Francés y su dimensión tradicional de largo recorrido?