Albergues de estilo japonés en el Camino de Santiago
Los albergues en cápsula, que se suelen calificar como de estilo japonés por existir allí hoteles baratos que aplican esta tipología, se parecen a lo que toda la vida se llamó camarote, por evocar la estructura donde la tripulación de los pequeños barcos pasaba, y pasa, buena o malamente la noche. Vienen siendo algo así como literas convencionales, pero insertas en una estructura modular de caja, y provistas de algún sistema de cierre como cortinas o estores que cada uno puede o no utilizar según su gusto. En el interior disponen al menos de una repisa, enchufes para recargar aparatos eléctricos, un punto de luz y, a veces, cajones con llave, con lo que se proporciona todo el confort posible en tan reducido espacio.
Dicha tipología no gozaba de muy buena prensa hace unos años, entendemos que por ese recelo frente a ciertas novedades que nos rompen los esquemas, y no faltó quien la llegase a considerar como una especie de recinto mortuorio, lo más parecido a un nicho de cementerio. Además, la imagen que llegaba de Japón no era precisamente positiva, ya que estaba asociada a una pernocta de bajo coste y máximo aprovechamiento del espacio, asociada a la idea de un país muy caro en el que se primaba amontonar gente para obtener el mayor beneficio posible. Pero esos hoteles nipones, en su mayoría urbanos, estaban destinados no a peregrinos, evidentemente, sino a comerciales y otros profesionales que se desplazan con frecuencia, y también a los viajeros internacionales mochileros, sobre todo jóvenes, que pernoctan en hostel y prefieren dedicar su presupuesto a otros menesteres más placenteros.
En la oferta japonesa hay algunos elementos que resultan fundamentales: en primer lugar la tecnología, con buena conexión wifi, y en muchos casos una pantalla de tv, para que aunque estés confinado en tan minúsculo recinto, la conectividad te pueda redimir de la soledad, al tiempo que te evades por medio del ocio audiovisual; en segundo, el aislamiento, que debe de ser perfecto, para que te sientas realmente relajado, sin escuchar en ningún momento ni a tus vecinos ni los ruidos procedentes del exterior; por último, también resulta esencial que esté dotado de un perfecto sistema de ventilación y calefacción, por lo que suelen ofrecer un servicio de climatización personalizado.
Implantado el sistema en el Camino, a algunos les encanta por la intimidad y posibilidad relativa de aislarse —no tanto del sonido de la habitación, que aquí no hemos avanzado hacia esos compartimentos estancos anti-ronquidos—, pero a otros les sigue provocando angustia y claustrofobia.
La solución que ha triunfado es la que aplica modelos mixtos —no tan encapsulados y herméticos, vamos—, que se está convirtiendo en tendencia con sus cajones de impecable diseño y esas cortinillas que, aquí entre nosotros, siempre me han parecido un poco «guarras».
Algunos ejemplos
Casa Ibarrola (Pamplona), de los hermanos Garralda, fue un albergue pionero en la implantación de este sistema, y además patentaron su modelo. Lo conozco bien porque es mi albergue favorito de la ciudad, y en él he dormido varias veces. Los módulos destacan por su color blanco, una apuesta por el diseño y la limpieza, y cada cubículo dispone de un estor enrollable, mejor que las cortinas plegadas, así como un compartimento para depositar las cosas de valor que se puede cerrar con llave. A la propuesta de confort se suman sus colchones viscoelásticos de 2 m de largo (esto es hoy en día fundamental) y almohadas del mismo material, la calefacción de suelo radiante, buenas duchas y una capacidad limitada a 20 plazas.
Además de aludir a los barcos y a los alojamientos japoneses, que están en la mente de todos, Iñaki y César, siempre amables con los peregrinos, también pensaron en la Estación Espacial Internacional, lo que aporta ese toque futurista a un Camino de Santiago en el que también convivimos personas de diferentes países, y en el que a veces también parece reinar la microgravedad.
Zendoira (Palas de Rei). Que nos conste fue la primera, y muy publicitada, iniciativa de este tipo en Galicia. Santiago e Iria tenían claro, en 2017, que para competir tenían que diferenciarse de la por entonces ya amplia oferta del pueblo, uno de los fines de etapa recurrentes en el abarrotado tramo entre Sarria y Compostela. Para ello optaron por inspirarse en Japón, y no solo inspirarse, ya que encargaron el diseño de los módulos al arquitecto Kisjo Kurokawa —como se puede comprobar, gallego precisamente no es—, al que se debe el hotel Capsule Inn Osaka, primero del país del sol naciente que aplicó esta metodología (1979). El trabajo artesano en madera sí fue ejecutado aquí, y la mezcla entre lo oriental y lo autóctono también se trasladó al nombre, de ahí lo de Zen-, que invita a la meditación, sumado a -doira de corredoira (camino tradicional en gallego). Y todo ello al mismo precio que la competencia, lo que le ha proporcionado buenas críticas entre los usuarios.
Andaina (Sarria). Próximo a la estación del tren, buena posición para los recién desembarcados, y atendido por Ramiro, es una de las últimas entregas del Camino Francés y de la ya saturada oferta sarriana (2019). En él se ha reproducido el modelo de los arriba citados, ofreciendo 26 plazas y dotando a sus literas de cortinas. Precisamente, el albergue está teniendo mucho éxito entre coreanos y japoneses, que sin duda se sentirán como en casa. En general, los peregrinos valoran la limpieza y la privacidad, pues el sistema permite, por ejemplo, que cada uno pueda seguir leyendo o chateando sin molestar a los demás.
Cross (Lugo). Bien, de este albergue situado intramuros, en pleno centro de la ciudad atravesada por el Camino Primitivo, puedo hablar por experiencia propia. Se encuentra situado en una animada rúa peatonal, plagada de bares y restaurantes, y pese a ello constituye un remanso de paz, en gran medida al ocupar una casa de piedra de gruesos muros.
Lo que más me sorprendió de él no fue tanto el sistema de literas en cápsula y con estores, sino que todo está automatizado, y en ningún momento llegas a tener trato personal con ningún responsable: acceso automático con clave, entras en la habitación y aparece iluminada tu cama, máquinas de libre servicio en el comedor, en fin, todo perfecto aunque un tanto frío e impersonal, porque si bien es comprensible que así se ahorra en mano de obra (rudimentario anticipo de la robotización que viene), de elegir todos los albergues así nos perderemos una de las partes más intensas de la ruta, que es el trato con los hospitaleros. Además, el sistema tampoco favorece la relación entre los alojados, que al carecer de estímulos o de actividades comunes, solemos actuar más inhibidos, cada uno a su bola. Y es que la calidad del servicio no radica solo en lo material.
Dpaso Urban Hostel (Pontevedra). A la entrada del Camino Portugués en la ciudad del Lérez se encuentra, ocupando un bajo próximo a las estaciones de tren y autobuses, este modernísimo albergue inaugurado en 2020. Pertenece, como el de Pamplona, a otros dos hermanos, Miguel y Manu, que a tenor de los comentarios parece que se desviven por los peregrinos. La imagen de la web transmite la idea de un recinto impoluto, minimalista, de esos en que la decoración parece estar prohibida por decreto para mayor gloria del diseño, y la cocina también vetada en aras de la limpieza, aunque como concesión a lo «accesorio» incorpora una sala de lectura con libros (gracias).
Si bien hay albergues entrañables y recargados, a la vez vetustos y donde la limpieza no es su fuerte, a la gente le suelen gustar los recintos nuevos y limpios; cuando a ello se suma la amabilidad, a un precio razonable, entonces el éxito suele estar asegurado.
Optimi Rooms (Bilbao). Hemos dejado para el final este hostel cien por cien urbano y cosmopolita de nuevo cuño. Tal vez debido al efecto Guggenheim, a la ciudad vasca le va la marcha de la vanguardia, y no hay más que ver lo que nos propone el alojamiento, que se puede calificar como el más japonés, y futurista, de todos los reseñados.
Además del diseño de nave espacial, a lo Star Trek, aquí hay novedades que lo hacen único. Para empezar el sistema de cierre no es de cortinilla o estor, qué antigualla, sino de puertas correderas horizontales de cierre electrónico, con tarjeta, que encapsulan al 100%. Además de las cabinas individuales, en número de 36, también las hay dobles, esto sí que no lo esperabais, 14, que por supuesto salen más baratas si se comparten. Para quebrar la idea del mínimo cubículo, las camas individuales son de 120 cm de ancho, todo un lujo. Y qué decir de la iluminación, tan alegre que solo falta la música disco para ponerse a bailar a lo Tony Manero, aunque tendrá que ser tumbado/os. Dentro, además de los servicios habituales, sumad colchón y almohada viscoelásticos, una tv de 26’’, leds graduables, conexión para cascos, despertador lumínico, tocador con espejo, caja fuerte, detector de humo, termómetro, mini extintor, climatización personalizada, aplicaciones multimedia... Los precios, obviamente, son más elevados de lo que estamos acostumbrados en el Camino, pero la experiencia puede ser única.
Si os confieso un secreto, estoy deseando volver al Camino Norte para probar este albergue, porque a mí, particularmente, me encantan las novedades, luego ya se verá el resultado.
Conclusión
No sabemos si este tipo de albergues responde a una moda pasajera, propia de los tiempos, o acabarán siendo la norma, pero tal vez habría que preguntarse, como ya lo han hecho algunos, si el modelo encaja o no con el espíritu tradicional del Camino, pues hay quien considera que la estructura de literas cerradas puede estimular otro tipo de encapsulamiento, el mental del individualista, así como la persistencia en el cuelgue de las redes sociales y otros entretenimientos adictivos y vacuos de internet.
Por nuestra parte podríamos concluir diciendo que la hora del sueño es la hora del sueño, y que en ese intervalo horario lo prioritario es, o debería de ser, dormir lo mejor posible. No obstante, entendemos que sería lamentable que cuando los peregrinos llegan cansados al albergue, tras la ducha, se metan en su litera por la tarde y desconecten del mundo hasta que tengan hambre de comida, cultura experiencial o conversación. ¿Llegaremos a esto? Chi lo sá… Alguno es posible que se quede encapsulado para siempre, o al menos hasta que la nave llegue al exoplaneta Gliese 832-c, que solo dista 16 años luz y está un poco más allá de Compostela y Fisterra.
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