¿Es peligroso el Camino de Santiago?

Tres noticias recientes han vuelvo a poner sobre la mesa un tema recurrente: una peregrina uruguaya es asaltada en el Camino Portugués, le roban el equipaje a un peregrino estadounidense cerca de Pontevedra, y un nuevo abuso sexual es perpetrado en la persona de una joven peregrina coreana en Viana.

A finales de septiembre la peregrina uruguaya Ana Barranco fue asaltada en la zona de Sacavém, en la partida de Lisboa del Camino Portugués Central, por un individuo que supuestamente hacía deporte y regresó, armado con un cuchillo, para arrebatarle con fuerza la mochila, en la que guardaba todas sus pertenencias. Aunque intentó defenderse mordiéndolo, el agresor la tiró al suelo y le propinó golpes y patadas para reducirla. Pese a lo sucedido, Ana no quiso que nadie truncara su sueño, y aunque tuvo que recortar su Camino, completó los últimos 117 km en compañía de Michael, un peregrino inglés que había conocido a través de un foro.

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Peregrina respirando, en el Camino del Norte
Peregrina respirando, en el Camino del Norte

Segundo caso, a finales de octubre, clásico de la picaresca: el de un individuo solidario que, en medio de un diluvio, se ofrece para llevar en su coche a un peregrino empapado hasta Pontevedra. Por el camino incluso para en un bar para invitarlo a tomar algo, pero alega que se dejó el dinero en el coche y, ¡no regresa!

Más cercano, del 10 de noviembre, ha sido el ataque a una peregrina coreana de 20 años que, engañada por un vecino de Viana para que subiera a su vehículo, es trasladada a un lugar apartado para abusar sexualmente de ella. Hubo suerte porque la situación, protagonizada por un reincidente, había levantado las sospechas de una patrulla de la Guardia Civil, que consiguió detenerlo cuando aún estaba con la chica. Yoon Taeil, presidente de la asociación coreana de Amigos del Camino en Madrid, ha llamado varias veces la atención sobre el creciente pánico de las peregrinas de su país a las agresiones sexuales en el itinerario, por lo que el relato tendrá su impacto.

Opinar sobre la seguridad en el Camino de Santiago siempre es difícil y controvertido. Si de algún modo comentas los sucesos negativos, enseguida te tachan de alarmista, y los sectores implicados en la tarta jacobea, en primer lugar las administraciones y a renglón seguido los empresarios, te advierten del grave daño que estás causando a la “marca”. Para acallarte lanzan sobre ti toneladas de hormigón aún fresco en forma de estadísticas: que si los datos son contundentes, pues cada año recorren las diferentes rutas jacobeas 300.000 peregrinos, casi el doble si hacemos caso de las cifras obtenidas por métodos más científicos que los de la entrega de Compostelas, y el índice de delincuencia es del, supongamos, 0,001%. O sea, que la posibilidad de que te pase algo en el Camino es mínima, realmente sería tener muy mala suerte, y además…, es sabido que cuando se viaja hay que tener unas mínimas precauciones, y hasta en casa existe la posibilidad no tan remota de que una banda te asalte, o en el café de la esquina de que te roben la cartera. El Camino es seguro, muy seguro, y amén.

Pese al hormigón, y sin ningún deseo por nuestra parte de generar temores infundados, consideramos que sí es menester, de vez en cuando, recordar que en el mundo hay gente aprovechada y mala, y que en el Camino, por la misma regla, también puede que te encuentres con alguna de estas personas, sea ratero de profesión, delincuente violento habitual, peregrino sinvergüenza o depredador sexual. Los problemas de seguridad más frecuentes, de hecho, son hurtos, robos -con engaño, intimidación o violencia- y agresiones sexuales.

Quien ha encabezado este artículo, la uruguaya Ana, con un talante digno de elogio confiesa en El País que “lo que me pasó a mí podría haberme sucedido en cualquier lugar, en cualquier calle de cualquier ciudad del mundo". Y así es, porque la ruta jacobea no resulta especialmente peligrosa.

No lo es, pero no podemos olvidar que un caso mediático situó al Camino en el ojo del huracán. Nos referimos al triste robo con violencia y asesinato de Denise Pikka Thiem, de todos conocido, por el que Miguel Ángel Muñoz Blas ha sido condenado a 23 años de cárcel por la Audiencia de León. Tuvo lugar el 5 de abril de 2015, Domingo de Resurrección, en el pueblo maragato de Castrillo de los Polvazares, y pese a tratarse de un suceso único y completamente extraordinario, abrió un debate sobre la seguridad, y más concretamente sobre los riesgos de las peregrinas que viajan solas.

Sin embargo, con anterioridad había habido casos alarmantes, tal el del violador vallisoletano, detenido en 2013, condenado y encarcelado, que había atacado a tres peregrinas –coreana, alemana y estadounidense-, en diversos lugares entre Palencia y León. Tan sólo en este ámbito delictivo, otras quince violaciones han sido denunciadas por la prensa local en los últimos 10 años.

Una sabia viajera (www.aninaanyway.com), en su blog desarrolla algunas ideas a propósito de los temores de las peregrinas cuando afrontan la posibilidad de hacer el Camino solas. Tras reconocer que vivimos en un mundo machista, y que esto ya no constituye un secreto para nadie, se rebela frente a una educación que traslada a las mujeres la idea del temor, privándolas así “de tener grandes experiencias como ésta, sólo por miedo”. Anina reconoce que también tomó precauciones, pero una vez dentro sus dudas se disiparon, porque “el Camino es diferente a todo cuanto he conocido, incluso en esto, por algo prácticamente mágico y fuera de lo común: la igualdad y respecto absoluto entre peregrin@s. Allí no eres el sexo débil ni un trozo de carne ni una víctima fácil: eres peregrina. Sin connotaciones sexistas”.

Nos encantan las visiones optimistas sobre el Camino, pero también es cierto, porque las noticias así nos lo indican, que aunque mínimo existe cierto riesgo, y que las cuestiones estadísticas solo son un consuelo para tontos, porque al que le toca le tocó. Por ello no es recomendable transmitir experiencias particulares, sino procurar análisis globales y objetivos.

A lo anterior hay que sumar que el miedo va por barrios, y que entre los peregrinos de ciertos países percibimos una mayor preocupación cuando se disponen a hacer el Camino. Los procedentes de Japón o Corea, tanto por cuestiones culturales y de distancia –para ellos España es un país desconocido y exótico-, el ámbito en el que viven –por lo común macro-áreas urbanas-, la época del año elegida –muchos coreanos vienen en invierno- y ciertos precedentes –robos con descuido y timos padecidos en las grandes ciudades españolas-, se cuentan entre los más concienciados con la seguridad. Del mismo modo entre los peregrinos estadounidenses, y de otros países americanos (Méjico, Colombia, Argentina, etc), se extreman las cautelas al considerar que en el Camino pueden estar expuestos a las mismas amenazas que en su país de origen (tenencia de armas generalizada, robos con violencia y hasta secuestros), aunque es evidente que se trata de temores infundados.

Para concluir nos preocupa especialmente el asunto de los violadores, “lobos en el Camino”, por recordar la expresión utilizada por Ricardo Magaz, profesor de Fenomenología Criminal en la UNED (El País, 12-3-2017), al tratar el crimen de Denise. Al respecto es bueno recordar que en el pasado, precisamente para evitar los ataques de bandidos y alimañas, los peregrinos se juntaban en grupos o caravanas, especialmente en los tramos más peligrosos o solitarios (yermos, montañas), con lo que obtenían un provechoso resultado disuasorio. Puede ser un buen remedio, y creo que todos los divulgadores nos deberíamos esforzar en el cometido de definir cuáles son esos trayectos, de modo que los peregrin@s puedan tomar sus medidas de precaución para no exponerse innecesariamente.

Notas de Gronze:

Como complemento al artículo de Antón Pombo queremos, desde Gronze, exponer tres cuestiones:

1 - Cualquier acto de agresión, abuso, acoso o robo debe ser puesto en conocimiento de la policía local o nacional llamando al 112, aún cuando se decida no poner denuncia.

2 - En Gronze, tanto por mails privados como por comentarios en las páginas de los albergues, tuvimos hace ya algún tiempo conocimiento de posibles casos de acoso a peregrinas por parte de dos hospitaleros; pusimos la información en conocimiento de las policías locales, que al menos en uno de los casos cerró el albergue ipso facto (y sigue cerrado). Óbviamente, seguiremos actuando de la misma forma si se dan más casos, aunque ésta no es nuestra función y lo más inteligente es que sean las mismas personas afectadas las que informen (aunque sea en inglés) a la policía, que son profesionales que sabrán valorar adecuadamente cada caso. Los comentarios de los albergues en las webs del camino están para decir si un hospitalero es simpático o no, si la habitación estaba limpia o no, pero no para denunciar un caso de acoso sexual.

3 - El personaje que asesinó a Denise Thiem ya había tenido anteriormente encontronazos con otras peregrinas extranjeras, algunas de las cuales habían expuesto el caso en foros del Camino de Santiago en lengua inglesa… sin embargo, la policía local de Astorga no sabía absolutamente nada. ¿Tan alto, tan grueso, tan impermeable es el muro que separa a los peregrinos hispanohablantes de los demás? Quizá algunos no somos conscientes de que las personas que se encuentran en un país cuyo idioma no dominan, especialmente si viajan solas, pueden tener en ocasiones un leve sentimiento de indefensión y vulnerabilidad. Sí lo son aquellas peregrinas españolas que, contando con la fortuna de dominar el inglés, tienen el buen sentido de crear un hilo de conexión con sus compañeras de camino coreanas, japonesas, norteamericanas u holandesas, no con la intención (Dios nos libre) de proteger a quien no lo necesita, sino con la idea de que en el Camino de Santiago no existan muros.

Periodista especializado en el Camino de Santiago e historiador

Comentarios
Cristobal Canto...
Imagen de Cristobal Cantos González
Yo hice el camino portugues con mi hijo en Agosto de este año 2017 y en los siete dias tan solo nos encontramos una patrulla de la Gusrdia Civil en la etapa Pontevedra-Caldas de Reis. Ibamos seguros porque el horario en el que haciamos el camino coincidiamos muchos peregrinos (entre las 6:30 y las 14:00 horas). No me parece tan raro que te roben, ya que estos chorizos saben de la falta de efectivos de las fuerzas del orden en los caminos y por eso hacen de las suyas.