Maribel Roncal: treinta años no es nada
Maribel Roncal es una de las hospitaleras más veteranas del Camino de Santiago. Su albergue, situado en Cizur Menor/Zizur Txiquia, una legua después de Pamplona, lleva treinta años acogiendo a los peregrinos, y ha sido uno de los primeros privados en hacerlo. El poso de la experiencia ha convertido a Maribel en una de las personas más capacitadas para analizar la actualidad de la peregrinación jacobea.
Treinta años no es nada, como dice la canción de una década menos, pero en el Camino el tiempo pesa, vale el doble, para peregrinos y para hospitaleros. Perdona que comience de una forma tan abrupta, pero ¿no estás todavía cansada, e incluso harta del Camino?
A mí lo que me cansa no es el Camino, son los años que tengo encima. Los peregrinos me aportan energía, son la sorpresa de cada día. A la puerta de entrada de los peregrinos la denomino “el portón de los sustos”. Como en las plazas de toros, yo no sé con que me va a tocar la lidia.
Sé que no te gusta caer en aquello de “cualquiera tiempo pasado fue mejor”, ni te dejas seducir por el mito de la Edad Dorada, pero desde 1987 ha habido muchos cambios en el Camino. ¿Te resistes a enjuiciar la deriva, como si fuera una fatalidad del sino de los tiempos, o si, ves cosas que han mejorado, y otras que han empeorado? ¿Qué me dices del Camino del presente?
Lo que me gusta es la cantidad de países que vienen a conocer esta ruta, la globalización del Camino, la espiritualidad de la gente, no hablo de religión, las religiones nos separan mientras que la espiritualidad nos une. Las nuevas tecnologías que hacen que las personas estén más relacionadas con sus familias, la necesidad de comunicarse los unos con los otros.
Lo negativo, no me gusta la gente ruidosa, porque molestan a los otros peregrinos; la gente egoísta, que solo piensan en su comodidad; los que van de albergues para quejarse de las instalaciones, creyéndose en el Palas Hotel.
En una ocasión, años atrás, me transmitías una imagen que no he olvidado, y es que el Camino funcionaba como un confesionario lineal, la gente se sentía libre y hablaba, mucho, de las cosas de la vida, incluso de las más íntimas. Entonces no había apenas móviles, ¿pero crees que esto sigue siendo posible en la era de Facebook?
Yo he comprobado que colocando a los peregrinos por idiomas son menos agresivos; al hablar la misma lengua, los peregrinos hablan más entre ellos, si tienen un problema de logística se ayudan entre ellos y les hace sentirse más seguros. Los peregrinos hablan mucho entre si y por primera vez mirando a los ojos de los otros peregrinos. En el camino nadie es más que nadie y todos llevan el “uniforme” de peregrino.
Vamos a olvidarnos ahora de la historia. Somos dos extraterrestres y llegamos al Camino de Santiago, sin conocer sus vicisitudes. Y aterrizamos cerca de Zizur. Tenemos que presentar un análisis detallado, en la nave nodriza, de lo que hemos visto, oído y vivido camuflados entre los peregrinos. ¿Qué diría más o menos el informe?
Estarían viendo personas que, aún doliéndoles los pies, son felices, que están haciendo algo grande, importante en sus vidas, que se sienten personas libres, para pensar y para decidir, para disponer de un tiempo que hasta ahora les era imposible de disfrutar. Verían personas con luz en los ojos y con alguna lágrima de emoción. Y que se sienten tan fuertes que pueden mostrar sus debilidades y sus emociones.
Quiero ser positivo, tener esperanza en la naturaleza humana y en los peregrinos, y por eso ahora hago el Camino, máxime el Francés, a finales de otoño o en invierno. Me siento excluido. ¿Realmente es tan agobiante como cuentan el Camino Francés de temporada alta por Navarra? ¿Incluso tan lejos de los 100 últimos km?, pues muchos consideramos unos privilegiados a quienes trabajáis tan lejos de Sarria y Compostela.
Este año, en verano ha pasado un 40% menos de peregrinos que el año anterior; de hecho han cerrado algunos albergues. Los meses más fuertes son abril, mayo y septiembre, por lo menos en el mío, y el 80% de los peregrinos que vienen son extranjeros, y le tienen miedo al calor. Los mejores son junio y la segunda mitad de septiembre, con más tranquilidad y los días todavía largos.
Y si las cosas no van bien, ¿crees que hay algún responsable concreto, o entre todos lo matamos, al Camino, como al comendador?
El Camino, si lo matan, la culpa la tendrán los que atosigan al peregrino, los que lo agobian dando información de restaurantes, albergues, etc. El peregrino tiene todo lo que necesita en las guías y en las app del teléfono. Se ha abusado mucho de los peregrinos, y tanto agobio cansa.
¿Estamos aún a tiempo de arreglar las cosas, o esto ya no tiene vuelta de hoja y el Camino, como Gaia, se rebelará, autorregulándose, y nos mandará a todos a tomar viento fresco?
El Camino es sabio, siempre da lo que él quiere, no lo que la gente le pide. De aquí al próximo Año Santo el Camino, creo yo, va a sufrir una purga, y muchos albergues se van a cerrar. Quedarán los que se sepan adaptar a lo que la sociedad pida en ese momento, quedarán los que el peregrino vea que los atienden con ética, con sensibilidad, con cariño.
¿Estuviste a punto de tirar la toalla alguna vez? Hay alguna leyenda urbana circulando por ahí que dice…
Tras la muerte de mi madre tuve una pequeña depresión, estuve un año y medio en dique seco, pero lo aproveché para hacer el Camino marítimo a vela desde La Rochelle, en Francia, hasta Vilagarcía de Arousa. Ida y vuelta, con la Asociación de Amigos del Camino de Paris.
Entonces cuéntanos el secreto de la eterna juventud, al menos para seguir en la brecha en una época en la que el turismo de masas está haciendo estragos en todas partes, las noticias están ahí todos los días. ¿Nunca se te ha pasado por la cabeza cerrar el albergue y montar una casita rural vip, para hablar largo y tendido con unos pocos y privilegiados clientes?
De momento no me planteo nada, no tengo dinero para hacer una semejante inversión.
Volvemos a la ciencia ficción, pero ahora ya nos situamos en el futuro, y a lo mejor el Camino ha reventado, o está lleno de resorts y escaleras mecánicas de pago, o lo han confiscado los simios para estudiar los saberes arcanos de una utopía que no pudo ser. ¿Cómo te imaginas el Camino del futuro, digamos a otros treinta años vista?, otra eternidad.
El Camino, si las autoridades se dan cuenta, es un medio de dar a conocer un país a golpe de bota, paso a paso; el problema está en las nuevas carreteras, en la invasión del medio rural por nuevas infraestructuras. El Camino ha sufrido en silencio durante muchos siglos, de vez en cuando se levanta y dice: -¡Estoy aquí! Y algunas personas lo escucharán y lo recorrerán. La gente recordará que había un Camino lleno de emociones, que merecía la pena ser recorrido, sufrirlo y gozarlo.
Hay algo en el Camino que nos atrapa, que nos engatusa, como peregrinos o como hospitaleros, y acabamos por siempre unidos a él. ¿A Maribel también le ocurre esto?
Por supuesto, el Camino es para mí una filosofía de vida, un sentimiento, hay una gran complicidad entre la gente del Camino. Para mí es más fácil vivir en el Camino que fuera de él.
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