¿Quién era Elías Valiña?

En este mes de diciembre, exactamente el día 11, hemos celebrando el 35 aniversario del fallecimiento de Elías Valiña Sampedro (1929-1989), a lo largo de tres décadas párroco de O Cebreiro y gran revitalizador del Camino de Santiago.

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Elías Valiña, participando en la I Semana de Estudios Históricos por el Camino de Santiago (1986).
Elías Valiña, participando en la I Semana de Estudios Históricos por el Camino de Santiago (1986).

Quien haya hecho el Camino Francés, y se haya detenido en O Cebreiro, sabrá, más o menos, quien fue Elías. En este poblado, puerta de entrada de la ruta jacobea en Galicia, permanece enterrado Valiña en su templo prerrománico, y en el exterior fue instalado su busto, honrado con numerosas placas de agradecimiento de las asociaciones de peregrinos. Pese a ello, y a las reiteradas menciones de fray Paco (actual párroco), apostaríamos que una gran mayoría de los peregrinos del presente ignoran el papel fundamental de nuestro personaje para reactivar el Camino, ni siquiera cuando miran las flechas amarillas que él comenzó a pintar, aunque no esté claro que haya sido el primero.

Con motivo del aniversario, a lo largo del mes de diciembre se han desarrollado varios homenajes, tanto por parte de la Asociación de Periodistas y Estudiosos del Camino de Santiago (Apecsa) como de Arraianos Producións en colaboración con la asociación jacobea compostelana y la Fundación de la Catedral de Santiago. En las anteriores citas coincidentes con los lustros fueron las asociaciones jacobeas las que mantuvieron encendida la llama de su memoria.

Más allá de los actos de homenaje, que son de agradecer pero no dejan huella, a partir de este año perdurarán dos obras materiales: por una parte la traducción al inglés de la biografía de Valiña (Pilgrim Spirit: Elias Valiña and the Revival of the Camino 1959-1989) en su día escrita por Lois Celeiro y traducida por Laurie Dennett; por otra la inauguración de un monumento, obra del escultor Óscar Aldonza Torres, que en su figura de medio cuerpo quiso representar al hombre, pero también al profeta, alzando la vista hacia la catedral como meta de su misión, todo ello a partir de una foto de la I Semana de Estudios Históricos por el Camino de Santiago, que se desarrolló recorriendo los tramos lucenses del Camino Francés en 1986 (la escultura ha sido promovida por la Asociación Compostelá de Amigos do Camiño, Arraianos Producións y AcudeRural, y financiada por la Fundación de la Catedral).

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La nueva escultura de Elías Valiña junto a su autor, el artista Óscar Aldonza.
La nueva escultura de Elías Valiña junto a su autor, el artista Óscar Aldonza.

El mito

Ni siquiera para quienes tuvimos la gran fortuna de conocer, tratar y colaborar con Elías, hablar de él resulta fácil. Ello no se debe a una personalidad compleja o poliédrica, porque Valiña practicaba una sencillez, franqueza y claridad de ideas y objetivos bastante nítida. En realidad, como ocurría en el pasado con los grandes personajes de la historia, o con los santos, la leyenda ha atrapado rápidamente su figura para transformarla en un mito del Camino. Si viviésemos en siglos pretéritos, los ciegos cantarían por los caminos romances evocando su vida y hechos, y la transmisión oral acabaría contagiada de milagros y maravillas genéricos, y de este modo se configuraría un relato apologético.

Vivimos en la era de la información, lo que supuestamente permite que toda aproximación a una figura, todavía tan cercana en el tiempo, sea rigurosa, con el recurso a las siempre subjetivas y traicioneras fuentes orales, pero sobre todo a las documentales. Pero lo que a priori parece fácil, no lo es tanto, porque Elías no dejó tras de sí mucha documentación (el orden y la administración no eran su fuerte) y tampoco tuvimos fortuna en conservar lo poco que había quedado en su despacho de Pedrafita, donde pasaba buena parte de las noches escribiendo.

A falta de una biografía extensa, crítica, que profundice en el contexto de la época, realizada con presupuestos académicos a través de una investigación a fondo de las fuentes dispersas, incorporando lo que se estaba haciendo por reactivar el Camino en otros lugares y por parte de otros precursores igualmente imprescindibles, lo que se va imponiendo es el mito, un relato entre veraz y legendario interpretado en clave galaica.

Varias líneas, siempre partiendo de una base real, inciden en la mutación apuntada:

- Elías se presenta como un visionario, profeta que desde el privilegiado y cunqueiriano Montsalvat de O Cebreiro, uno de los hitos espirituales del Camino, vislumbra la posibilidad de restaurar la peregrinación medieval, que en los años 70 pasaba por un franco proceso de olvido.

- Elías es descrito como infatigable, un trabajador nato en todos los frentes, y de aquí pasa a convertirse en un trasunto del titán Atlas que carga sobre sus hombros, él solo y sin apenas ayuda, la pesada carga de resucitar el Camino de Santiago.

- Elías, acaso por vivir en un poblado que evoca las citanías prerromanas, es convertido en un resistente desde su Medulio, y también en un ingenioso provocador que, cuando es detenido en los Pirineos por la Guardia Civil mientras pintaba las consabidas flechas amarillas, a la pregunta de quién es y qué hace replica, muy enojado con quienes sospechaban que podía tratarse de un colaborador de ETA, que estaba “preparando una invasión”.

- Y en la misma línea Elías adquiere la virtud de quien no se resignaba a claudicar de su misión, lo que le granjeó no solo la distancia con su propio obispo, sino también de la jerarquía de la Iglesia compostelana. Pero él, tenaz y carismático como Santa Teresa, y con la fortaleza de un San Francisco Javier en misión, estaba guiado por una energía especial, acaso el carro de fuego de su patrón Eliseo, aunque condenado, como Moisés, a no ver la tierra prometida, que sería alcanzada a partir de los años 90, poco después de su muerte.

- Tal vez el gran suceso mítico, todavía no sabemos si apócrifo o real, ya que hay serias objeciones y será preciso cotejar con paciencia la información, es el de Elías como inventor de la flecha amarilla, algo que se da por supuesto y, a fuer de escuchar otras versiones en Navarra, hemos de confesar que no lo tenemos nada claro.

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La nueva escultura de Elías Valiña situada en el jardín del Centro de Acogida al Peregrino (Santiago de Compostela).
La nueva escultura de Elías Valiña situada en el jardín del Centro de Acogida al Peregrino (Santiago de Compostela).

El hombre, su obra y el legado

Con los pies en la tierra tenemos al hombre, cura de O Cebreiro desde 1959 hasta 1989, treinta años en lo que parecía un destierro temporal o, según lecturas piadosas, un lugar propicio para sanar de afecciones respiratorias. Y aquí, en un lugar que en aquel tiempo se desmoronaba, nada que ver con la situación actual, comienzan los misterios y las contradicciones. Porque andado un tiempo, Elías estaba llamado a ocupar una pieza eclesiástica de mayor dignidad, dado que era hombre sabio, que hablaba perfectamente francés y se había doctorado en la Pontificia de Salamanca con una tesis sobre el Camino de Santiago que, además, fue premiada por el CSIC con el Antonio de Nebrija, el mayor galardón de la época para los trabajos de investigación.

Desde O Cebreiro desarrolló ese programa restaurador que comenzó por el propio poblado, y continúo con el Camino Francés gallego, y de aquí hasta el Pirineo. De esta actividad da testimonio su humilde pero denso boletín, que él mismo editaba (humildes fotocopias grapadas) y nos enviaba.

Hubiéramos podido preguntarle muchas cosas, personalmente, a Elías, pero entonces no éramos conscientes de que estábamos tratando a una figura de su envergadura para el Camino, y tampoco de que su vida sería tan corta.

Al igual que sucede con los fundadores de una orden, se suele preguntar si la herencia de Elías sigue viva en el presente. En el ámbito de la futurología, también se inquiere sobre lo que pensaría Valiña si hubiese podido conocer la evolución del peregrinaje jacobeo y su situación actual.

En cuanto a lo primero, resulta evidente que el proceso iniciado por Elías y otras personas igualmente cruciales en los años 70 y 80 del siglo pasado, tuvo un éxito inesperado y fulgurante. Ha habido quien, otorgando un papel secundario a los precursores, ha querido falsamente, pura adulación del meapilas cortesano, considerar que la reactivación fue cosa de Fraga Iribarne y su conselleiro Vázquez Portomeñe, inventor del Xacobeo, de Marcelino Oreja en el Consejo de Europa y del Papa Juan Pablo II con sus dos viajes a Santiago de 1982 y 1989; se trata de una visión anacrónica e interesada de la historia, en la que todo se cuece en la cumbre de la pirámide aristocrática.

El anterior bulo se puede desmontar a poco que se lea, o se entreviste a quien participó de aquellos años, donde el motor del renacimiento correspondió a las incipientes asociaciones jacobeas, españolas y europeas, que Elías se había esforzado en promover como defensoras del Camino y sus valores. Dichas asociaciones, con el comisariado del Camino de Valiña entre 1985 y 1987, sentaron las bases de lo que ahora conocemos en el célebre I Congreso Internacional de Jaca, celebrado en septiembre de 1987, que coincidió con la declaración, por parte del Consejo de Europa, del Camino de Santiago como I Itinerario Cultural Europeo.

En cuanto a la segunda pregunta, en base a las firmes convicciones de Elías, es muy posible que estuviese satisfecho de haber generado tal torbellino, posiblemente también para él inconcebible dado el carácter global de la invasión. No sé qué podría pensar nuestro pequeño cura si contemplase a japoneses, primero, brasileños, luego, coreanos, más tarde, y estadounidenses, también, y de otros muchos países, ahora, pasar cada día en gran número por O Cebreiro.

Sin duda sentiría alegría, pero también preocupación por la deriva sobre la forma de entender la peregrinación, ante la imparable clonación de caminos jacobeos a base de un uso espurio de las flechas amarillas (él siempre defendió la primacía del Camino Francés, y no fue muy receptivo a otras rutas de peregrinación), por la falsa concepción de un camino de corta distancia que obvia grandes hitos como O Cebreiro (en 2024 solo un 17% de los peregrinos llegados a Compostela, atención al dato, han pasado por O Cebreiro), a propósito de la evolución, acomodación y hasta descarada politización partidista de muchas asociaciones jacobeas, por la pérdida del componente religioso o al menos espiritual de la ruta y, desde luego, ante la mercantilización, turistificación y banalización progresiva de la experiencia.

Nos tememos, habiéndolo conocido desde nuestra pequeñez, que Elías no estaría muy contento con lo que acontece, y probablemente tendría de nuevo enfrentamientos con tirios y troyanos: con la Xunta, como cuando colocó una pancarta en O Cebreiro acusándola de destruir el poblado con una obra; con el cabildo de Santiago, que en vida lo consideró un iluminado quijotesco, y ahora es uno de los máximos responsables de que los peregrinos obvien O Cebreiro; con muchos de los que se autodenominan peregrinos, desconocedores de los principios y valores esenciales del Camino; y probablemente también con la mayoría del asociacionismo jacobeo, al comprobar cómo se han dejado seducir por los cantos de sirena de las subvenciones, desertando de sus principios estatutarios para alinearse tras las consignas que les envían los pagadores.

Descanse en paz, Elías, en la paz de quien ha cumplido su misión. Como reza el monumento que le dedicamos en su día, desde la Asociación Galega de Amigos do Camiño en O Cebreiro, “Sempre no Camiño”, ¡Siempre en el Camino!, pues su magisterio e impulso perdura. Cuando pase la actual coyuntura es posible que, depurado de sus excesos, el Camino vuelva a ser lo que él soñó.

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Monolito dedicado a Elías por la AGACS en O Cebreiro.
Monolito dedicado a Elías por la AGACS en O Cebreiro.

Periodista especializado en el Camino de Santiago e historiador