Si el Camino de Santiago es sinónimo de libertad, ¿la vida cotidiana es sinónimo de prisión?

Si  hago recuento del vocabulario empleado para definir las sensaciones del Camino de Santiago, la palabra «libertad» es la que más se repite. Y yo me pregunto: ¿es realmente el Camino de Santiago símbolo de «libertad» o es que el resto del tiempo nos sentimos «prisioneros»?

Es una idea que lleva rondándome años por la cabeza. Aún no tengo respuesta universal ni la tendré; porque para cada persona el Camino de Santiago es algo diferente, aunque se coincida en la sensación de libertad. Pero me hacía pensar… y ahora, que hace más de un año que renuncié a mi «prisión particular» (mi antiguo trabajo), siento por el Camino de Santiago una sensación algo diferente.

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Peregrino celebrando su llegada a Muxía
Peregrino celebrando su llegada a Muxía

Y no es porque ahora permanezca más tiempo de mi vida caminando y por eso no lo echo tanto de menos. En realidad, ahora camino menos que antes. Porque antes, cada día que tenía libre lo aprovechaba para hacer una escapada. O cuando se juntaban algunos días libres, me iba a hacer algunas etapas de algún Camino de Santiago. Lo necesitaba casi como respirar… era mi dosis de oxígeno que me recargaba las pilas para volver a entrar a mi «prisión laboral».

Ahora, que ya no tengo esa «prisión laboral» porque decidí renunciar a ella, y que mi vida en general es muy diferente a entonces, me sigue encantando el Camino de Santiago, pero ya no lo necesito como antes. 

Me baso en mi propia experiencia, claro… pero también en los comentarios de otros peregrinos que parece que cuando hablan del Camino, lo hacen como yo lo hacía antaño: como la única forma de liberación, libertad y toma de oxígeno. Como vía de escape, literalmente.

Esa sensación de libertad no sólo sucede con el Camino de Santiago. 

Leyendo testimonios de otros caminantes, como Nacho Dean (el chico que dio la vuelta al mundo caminando) que contaba literalmente: “… caminando me siento libre, dueño de mi destino, conectado con mis instintos. Por éstas, y por otras muchas razones, soy caminante...”

El amigo peregrino Toñín que está enlazando caminos (no solo Caminos de Santiago, sino otros GR, como el Camino del Cid) desde febrero de 2019, también decía literalmente: “Caminando me siento libre (…), me siento a gusto llevando este tipo de vida (…) la naturaleza manda; llevo ritmos naturales.”

Otro peregrino con el que tuve la suerte de poder hablar, me dejó su testimonio en privado: me decía que no le gustaba su vida, que no lo pensó y se lanzó al Camino… y ahora se siente libre. Lleva más de 6 años caminando. 

Ellos son caminantes de larguísimo recorrido, de varios meses o años seguidos; pero lo mismo ocurre a millones de personas que hacen recorridos más cortos.

Entonces caminar en general nos hace sentir libres. Y por supuesto el Camino de Santiago es un contexto perfecto.

Podemos hacer un análisis y ver cómo definen «libertad» algunos de los grandes filósofos y seguramente eso nos llevará a pensar y a tenerlo menos claro todavía (y a que este texto sea interminable), así que mejor buscamos unos antónimos de “libertad” para poder comparar. Por ejemplo: sumisión, esclavitud, prisión, dependencia, etc.

Volviendo a mi inquietud de por qué el Camino de Santiago nos hace sentir tan libres en comparación con la vida cotidiana que podemos llevar cualquiera de nosotros… me inspira a pensar que la vida normal para algunos puede ser sinónimo de sumisión, esclavitud o prisión.

¿Podría ser la vida cotidiana una «prisión elegida», una situación de dependencia respecto a alguna relación personal o laboral? Y digo «elegida» porque soy de la opinión que en última instancia somos dueños de nuestra vida. Somos dueños de nuestras elecciones y decisiones. No valen las excusas de que las circunstancias mandan. Que sí, ¡que mandan…! pero somos libres de obedecerlas o no. Asumiendo las consecuencias de nuestros actos, por supuesto. Si tomamos una decisión, debemos ser capaces de asumir las consecuencias. (Decisión y después acción, reacción, repercusión; como la canción). Eso lo sabemos todos.

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Peregrinos de camino a Monistrol-d’Allier, Camino de Le Puy
Peregrinos de camino a Monistrol-d’Allier, Camino de Le Puy

¿Es el Camino de Santiago entonces una vía de escape para algunos? Pues seguro que para algunos sí. Para otros no. Para otros es una forma de enriquecerse, pero no lo necesitan para sobrevivir o para poder llevar una calidad de salud mental decente.

Este texto va dirigido a aquellos que utilizan el Camino como vía de escape de su vida cotidiana: para lanzar un mensaje de ánimo. Podéis utilizar los aprendizajes del Camino para salir (no escapar) definitivamente de esa forma de vida que es vuestra prisión ahora. Igual que yo salí de la mía. Asumiendo las consecuencias, claro. 

El Camino también nos enseña a asumir las consecuencias si decidimos continuar la etapa a pesar de las ampollas, la tendinitis u otras dolencias. O a asumir las consecuencias si caminamos con una meteorología adversa. Debemos ser consecuentes. El Camino siempre nos pone en nuestro lugar, nos da nuestra dosis de humildad. A mí me da lecciones constantemente, cada día: en cada etapa cuando llego exhausta al albergue. 

Si decidís seguir los aprendizajes del Camino y «escapar» de vuestra «prisión de la vida cotidiana», no lo hagáis corriendo. Mejor hacerlo caminando despacio, sintiendo cada paso, cada movimiento. Valorando las alternativas. Mejor abrir despacio la puerta de vuestra prisión y salir caminando de ella con total dignidad. Que sea un «escape» consciente. Hablemos con propiedad: que sea una auténtica decisión; no una huida ;) 

Algunos escapan literalmente y también está bien, pero… nos sentiremos mejor si elegimos con consciencia. Os lo dice una que tomó la decisión y tardó cinco años en llevarla a cabo para que no fuese un escape desesperado, sino una decisión bien pensada y reflexionada. Las prisas no son buenas casi nunca. Tampoco en el Camino de Santiago ni en el Camino de la Vida.

Si lográis poner el Camino en una posición de «algo precioso para mí, pero no completamente necesario»,  es que habréis conseguido sentiros más a gusto con vuestra vida cotidiana. Y cuando el Camino de Santiago no os haga más feliz que la vida cotidiana que lleváis actualmente, es que en realidad ya habéis escogido la vida que deseáis. Felicidades entonces :)

Y si  por algún motivo realmente duro, delicado y grave no podéis elegir la libertad, siempre podemos recurrir a la famosísima frase de Viktor Frankl, que sobrevivió en varios campos de concentración: «En la vida, el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional».

Psicóloga y peregrina www.nievescasanova.es

Comentarios
Jaor
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Hay muchas sensaciones que el Camino de Santiago nos reporta, quizás la más valiosa sea la libertad, sentirnos libres en contacto con la naturaleza a través de sus paisajes, animales y personas que nos depara con su climatología variada. Esta vivencia la descubrimos a través de nuestra introspección que redunda en nuestro organismo y mente para liberarnos de la cotidianeidad, la rutina y el apego a lo liviano e intrascendente. Descubrimos con sosiego los recovecos de la naturaleza, que a la vez se transforman en un halo de luz que inspiran y consiguen aflorar en nuestra mente para evadirnos por unos días de la saturación y lo apesadumbrado. Así sin programación, en soledad y silencio vamos satisfaciendo y enriqueciendo nuestra psique y organismo ante la incertidumbre e imprevisto que consiga sorprendernos. Conseguimos henchirnos de libertad para decidir, respirar y disfrutar. Que vuelva pronto el Camino.
drakonian
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Para mi es libertad de mi rutina, trabajo, de la tecnologia, del movil, de las obligaciones, etc. Es como un pequeño oasis en el que me puedo aislar sin que importen muchas otras cosas.
jjimen18
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Salir, no escapar. Esa es la question. No se explicar bien como me siento en el Camino. He sentido muchas cosas y buenas por que me hacían encontrarme bien y, a veces, muy bien. El caso es que a mi el Camino me llama, me atrae y unos meses antes del verano ya estoy preparando el Camino que haré ese año y así desde que lo descubrí en el 2006, periodo en el que tan solo un año no acudí a la cita por enfermedad. E año me temo que no podré acudir tampoco. Los años,66, han desgastado mi menisco y tendré que operarme. Estoy algo afectado por ello pero ya pienso en el año que viene, si la Covid-19 nos deja.
ALBERTOP
Imagen de ALBERTOP
Nieves tu artículo me ha gustado mucho. Yo suelo hacer últimamente caminos de dos meses, dos meses y medio. Esa libertad que te da el descansar donde te apetezca sin dar explicaciones a nadie. Contemplar un paisaje el tiempo que haga falta, nadie te espera. Por supuesto caminar solo, mi forma de hacer el Camino. Yo por suerte o desgracia tengo libres al año dos o tres meses. El campo es así. A mi también me gustaría dejar esa cárcel o campo de concentración y dedicarme a hacer Caminos a Santiago. Pero hay un pequeño problema, dentro de esa cárcel o campo de concentración se puede ahorrar un poquito para hacer un camino y poder comer. Si no sigue pasando nada empezaré el próximo camino a mitad de agosto. Ultreia !!!
Antón Pombo
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Pues lo de que somos libres para elegir, querida compañera Nieves, en fin. No voy a decir que estamos funestamente predestinados, como en tiempos históricos superados, a quedarnos en la casilla que nos ha tocado en suerte (entonces la peregrinación si que era una certera liberación, más también una aventura llena de peligros), pero cuando menos vamos a sugerir que desde que nacemos si que estamos bastante mediatizados, y que en nuestro destino influyen múltiples factores y variables que no controlamos. El "si quieres puedes" o "el destino está en tus manos" lo dejamos para las mandangas de la auto-ayuda, porque ahí están la genética, la familia, las idiosincrasias, los países con sus leyes y normas, el malsano sistema educativo y, sobre todo, el Sistema económico, que determina la estructura social y laboral y nos pastorea a todos a través de sus requisitos, ciclos y crisis. En mi humilde opinión el gran problema es el que tiene que ver con el uso del tiempo: vacaciones un mes y medio, en Asia la mitad, trabajo el resto. Así pues, o te encanta tu trabajo (unos pocos privilegiados, y aún así también sometidos a rutinas y encargos) o perderás todos los campeonatos, año tras año, por una goleada similar a la del célebre España-Malta. De ahí la huida, más que comprensible, y la desconexión de lo tóxico para evocar, aunque solo sea por un breve período y con la Visa a mano, el mito del Paraíso Perdido.
Sofía
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pues la verdad es que en el Camino puede que seamos razonablemente felices pero en la vida diaria también has de aplicar esas sensaciones de libertad, actualmente el Camino ha evolucionado a algo muy mediático poco sostenible algunos tramos y apenas espiritual en el sentido de encontrarse con uno mismo. Prefiero un Camino en pleno invierno para percibir otro mensaje que no sea en medio de multitudes, pero a la vez el mirarse excesivamente el ombligo nos vuelve a nuestros egoísmos cotidianos. Recuerdo que conocí a alguien que caminaba en silencio sin pronunciar palabra y creo que pensé,,,,, será muy bueno si consigue controlar sus pensamientos y su mente, sino prefiero charlotear con la gente que te cruzas que siempre te puede aportar algo y es una brisa fresca que acompaña tus pasos. Hoy ha salido en la prensa una noticia de un monje benedictino de Montserrat R R M . intelectual que fue abad o prior que escribió un libro sobre su peregrinación en los noventa desde Montserrat a Santiago,,,, recuerdo que me gustó mucho poder conocerle y tuve oportunidad con más gente de caminar juntos por sendas de la Catalunya central, pero su motivación, interés, era muy diferente al de amigos y peregrinos que conozco, de modo que lo bajé del pedestal pues en su día lo tuve, muy considerado y algo idealizado. No hace falta ser monje budista ni tan solo cristiano para sentir lo que nos gusta tanto del Camino
Anónimo
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Interesantes todas las reflexiones. Evidentemente por muy peregrinos que nos sintamos, vivimos en un mundo controlado por intereses económicos y por intereses ideológicos que son totalmente contrarios al sentido de la peregrinación tradicional de Aymeric Picaud, que escondía unos valores que difícilmente se encuentran en este mundo moderno y huérfano de silencio y de tantas otras cosas (eso sí, la musiquita de fondo en los telediarios, que no falte). Cuando comprendemos esto, sentimos la necesidad de huir (de este mundo de locos) y de caminar para volver a sentir nuestra energía y reconectarnos a la Madre Tierra.
Nieves Casanova
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Qué buenos los comentarios, me encanta leeros :) ¡una siempre aprende! Yo creo que esto daría para conversaciones eternas de meseta de horizontes lejanos... y habría tantas opiniones como peregrinos... todas buenas, cada opinión basada en un aprendizaje vital diferente. Nicolas López: "reconectarnos a la Madre Tierra" suena tan bien... (te entiendo mucho ;) Coincido con Sofía: lo ideal es intentar aplicar las "sensaciones de libertad" del Camino a la vida cotidiana. Pero... ¿podemos hacerlo siempre? Bueno, se intenta. A veces con éxito, otras veces no :D Antón Pombo, estimado compañero... tal vez en algún camino te pueda "desvirtualizar", poner piel y tacto y concedernos charlas mientras caminamos. Molaría (no dejaría de hacerte preguntas jeje) Gracias. Abrazos virtuales. Nieves.
El Guerzo
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El Camino es una addiciòn ;que vivais vuestra vida fuera del universo minimal de una singula peregrinacion.