Camino de Santiago, ¿queremos más de lo mismo?
¿Que va a ocurrir en el futuro próximo?, ¿cómo van a cambiar los hábitos del peregrinar a Compostela?, ¿qué será del Camino?, ¿tendrán razón quienes pronostican que todo volverá a ser como antes?
Ahora ya sabemos más cosas del coronavirus, y también sobre las fases en la desescalada, pero no llegamos a vislumbrar aún con nitidez los negros nubarrones que se ciernen sobre la mayoría de nosotros (esto lo dicen oficinas de evaluación y expertos en economía). ¿Se resolverá la crisis solo con ciencia y tecnología, solo con dinero y endeudamiento?, ¿serán también necesarios replanteamientos globales sobre nuestra forma de interactuar en el planeta, lo que incluye revisar nuestra manera de viajar y de hacer turismo?
De lo que estamos casi seguros es de que las grandes crisis no se resuelven a golpe de decreto, fórmula que tanto seducía a los revolucionarios burgueses del siglo XIX, dispuestos a transformar la sociedad desde el Boletín Oficial del Estado. Para las catástrofes estructurales no llega con las reales órdenes, se necesita una constitución nueva, cambiar las reglas de juego de arriba abajo.
Si nos fijamos en las leyes de la naturaleza, partiendo de clásicos como Lamarck o Darwin, podemos pensar en que el panorama socio-económico se autorregulará, quizá a través de una despiadada lucha por la supervivencia, en la que triunfarán quienes mejor y más rápido sepan adaptarse a las nuevas condiciones, no solo los más grandes (recordemos lo que les sucedió a los dinosaurios), sino los más hábiles, aunque la concentración de capital esté más que cantada.
Por eso queremos subrayar un elemento que en el presente de los big data no goza de mucha reputación, pero que ha sido un recurso crucial de la especie en momentos de peligro o tribulación: la capacidad intuitiva.
Centrándonos en el presente, en el que las administraciones están convocando a comisiones sectoriales de expertos, gastando dinero a espuertas (pronto se traducirá en deuda y recortes) para elaborar informes profesionales que, al menos en lo que atañe a la imagen, demuestren que se están moviendo, los hosteleros y otros sectores vinculados con el Camino han reaccionado básicamente de tres formas:
1. Quejándose, creyendo que nada se puede hacer, que todo responde a fuerzas ajenas que nos superan, por lo que estamos al albur de lo que pueda acontecer. Y por ende solo queda esperar a que nos digan, aquellos que mandan y saben más que nosotros, cómo debemos actuar.
2. Menos conformistas, otros buscan un culpable que los exima de la fatalidad, y el candidato predilecto es el Gobierno, que debe resolver mi problema porque él ha sido, con su mala gestión (demostrada en comparativa con otros países más afortunados), el que me ha metido en el hoyo. ¿Solución?: que fluya el dinero público para todo lo que sea preciso, pero es bien sabido que éste no nace bajo las piedras, y que el endeudamiento, del que abusarán políticos de toda condición para salvar su pellejo a corto plazo, será hambre para mañana.
3. Están también los más dinámicos y a la vez escépticos con el poder, los que buscan la salvación por todos los medios, sea colectiva (a través de asociaciones) o individualmente. Darán palos de ciego, pero a buen seguro algunos acertarán, y aquí regresamos a la intuición, y a la ley natural de adaptación al medio. No obstante, del mismo modo que por reciclar en casa, o plantar diez árboles en una finca, acciones muy loables y necesarias, no se va a detener el cambio climático, tampoco en el mundo del turismo va a ser factible la redención individual, solo la colectiva.
Llevamos ya un tiempo conociendo la desesperada situación de algunos negocios del Camino, que han recurrido a campañas de micro-mecenazgo de emergencia. Es algo habitual en el mundo anglosajón, y de partida está funcionando, pero ¿cuánto tiempo se puede seguir así? Solo un dato: se estima que hasta 2022, siendo optimistas, no se va a recuperar el mercado turístico internacional, por lo que hasta entonces la oferta en el Camino va a cuadruplicar o quintuplicar a la demanda.
Algunos van anunciando, lento goteo, el cierre definitivo, y según los economistas esto no es más que la punta del iceberg, porque lo gordo llegará a partir de septiembre. Hay algunos segmentos de la oferta más débiles: quienes pagan alquileres, los que tienen empleados cuando se acabe el bálsamo de los ERTES, aquellos que orientaron su oferta en los extranjeros…
¿Y qué es lo que se nos ofrece a través de las primeras medidas paliativas o de reconstrucción? En una de las preguntas de la Xunta de Galicia a su comisión de expertos del Camino se les dice, literalmente, que aporten ideas entre tanto no se consigue “el regreso a la normalidad”, ignorando que no se va a volver a ninguna normalidad a corto o medio plazo y quizá, para mal o para bien, nunca.
Es una lógica imperante entre quienes únicamente han entendido, entienden y seguirán entendiendo el Camino de Santiago como turismo, sin percibir que en su renacimiento contemporáneo primaron otros valores que desde 1993 fueron poco a poco arrinconados en aras de lo de siempre.
La irrupción especulativa en el Camino nos ha hecho recordar lo que ocurrió en su día con la explotación intensiva, despiadada para el medio ambiente, del litoral mediterráneo. Se actuó al estilo Far West, correr hacia el Dorado en tromba, con mínima regulación, y a la vista está el resultado: ahora, salvo en puntas de ocupación, se depende del turismo masivo de bajo coste, y en invierno de los viajes del Inserso. Un modelo equivocado y la falta de planificación, aunque la fiesta dure unos años, conducen de cabeza a la debacle.
Se proponen, en el Consejo Jacobeo, soluciones del pasado: tras el gran fiasco del año santo de 2010, en que se gastó por parte de la Xunta de Galicia más de 1 millón de euros para que Google geoposicionara el Camino de Santiago en sus Maps, que se saldó con unos itinerarios por carretera que no se correspondían con los reales, ahora se vuelve a lo mismo, para que el gigante estadounidense desarrolle una promoción digital en su plataforma Arts&Culture con grabaciones de diversas rutas en Street View. Google nunca ha demostrado el más mínimo interés por el Camino, y ahora es la panacea, algo estratégico. ¿Alguien cree que invertir así el dinero público servirá para algo?
Otras propuestas de viejo cuño se suman a la anterior: que se prolonguen los beneficios fiscales del Xacobeo en 2022 (incentivos para la inversión, ¿qué inversión?, y sobre todo para desgravar las ayudas a programas vinculados con el tiempo jubilar) y también se está moviendo Santiago con Roma para que desde allá concedan un año santo extraordinario en 2022; ¡ya puestos mejor perpetuo!
Hemos también sabido que se pretende que los hosteleros aprendan inglés conversando con peregrinos de Estados Unidos, Australia, Canadá o Sudáfrica, y la exigencia de una certificación, por supuesto a través de empresas homologadas, para alojamientos premium libres de Covid-19, otra mandanga como la “Q” de calidad turística que nada vale frente a las evaluaciones de Booking o Tripadvisor, que hoy por hoy son la Biblia.
Y mientras tanto, las autonomías sueltan la pasta para redactar memorias e informes de análisis turístico, todos en modo corta y pega cambiando el título, y pergeñando campañas de “Libres de Coronavirus, Destino Seguro”, que proliferarán urbi et orbi.
Y nos preguntamos: ¿no sería mejor una defensa de los valores que hicieron del Camino algo grande?, ¿de su espiritualidad?, ¿del sentimiento de solidaridad que nace entre los peregrinos?, ¿del trabajo de los hospitaleros voluntarios?, ¿de la calidad no solamente material y de los servicios, sino también de estilo y acogida próxima, en vez de la obsesiva pulsión por batir récords y hacerse fotos con el estupefacto peregrino 300.000, 400.000 o medio millón y subiendo?
¿No será llegado el tiempo de cambiar los requisitos de entrega de la Compostela para no arruinar a quienes trabajan en tramos masificados que ahora estarán bajo sospecha? (¡cuidado, que el boomerang regresa!)
¿Y de cuestionar a quienes han convertido cualquier aproximación mínima al Camino en paquetes de consumo rápido que ofrecen la gran experiencia de tu vida? (ahora abandonarán los itinerarios peligrosos y se irán a trabajar a otros, no os quepa duda, el capital no tiene amigos)
¿Por qué no se comienza ya a hablar de numerus clausus en zonas donde la oferta es excesiva, y de la implantación de una tasa turística que permita a los ayuntamientos ofrecer unos servicios públicos de calidad a quienes incrementan su demanda en temporada? (en Portugal se ha hecho sin que se provocara la hecatombe aquí anunciada)
¿Y por qué no plantearse ya, de una vez, en ir abandonando el modelo low cost de lo cutre, y comenzar a mejorar los servicios y a subir los precios?, ¿no implicaría esto readaptar el sentido y la función de los albergues públicos para dar ejemplo?, ¿y también la oferta de menús con producto de proximidad y recetas tradicionales en vez de comida rápida, congelados y fritangas a go-go?
¿Por qué no elaborar ahora, en que las llegadas del extranjero serán prácticamente testimoniales, un programa de turismo familiar y escolar, con estímulos e incentivos para que los nacionales conozcan el Camino?
¿Y por qué no replantear el Camino globalmente alrededor de la sustentabilidad, palabra que no debería de ser un comodín vacuo, sino el centro de todas las actuaciones?
Esta pandemia solo va a ser, posiblemente, un aperitivo de la cada vez más próxima crisis global en la que nos estamos introduciendo con paso firme, la del Cambio Climático.
Por lo tanto, de seguir instalados en la idea de la explotación intensiva de los recursos y el consumo desaforado para propiciar el enriquecimiento rápido de una minoría, los viajes, como las selvas, desaparecerán como hoy los conocemos. Esto no es una profecía, sino lo que empíricamente demuestra día a día la ciencia, porque la Naturaleza nunca perdona. ¿Realmente queremos más de lo mismo?
Últimos artículos y noticias
Primer Camino de Santiago: 10 aciertos |
Lun, 18/11/2024 - 13:22 | Artículos |
Violencia sexual contra las mujeres en el Camino de Santiago: The Guardian genera polémica |
Mié, 13/11/2024 - 12:42 | Actualidad |
Camino de Santiago: pasión por los sellos |
Dom, 10/11/2024 - 09:39 | Artículos |
Gijón para peregrinos: 6 visitas imprescindibles, 6 especializadas y 4 en los alrededores |
Jue, 07/11/2024 - 12:07 | Artículos |
Peregrinos en los albergues: 14 comportamientos que los hospitaleros lamentan |
Sáb, 26/10/2024 - 12:16 | Artículos |
Entrevista a Csilla Dukát, presidenta de la asociación de Amigos del Camino de Santiago en Hungría |
Vie, 18/10/2024 - 13:10 | Artículos |