Fisterra y Nachikatsuura: Un hermanamiento cargado de simbolismo

Todos sabemos que la relevancia de estos hermanamientos, que entre países miembros de la UE cuentan con ayudas públicas para su realización y gestión a posteriori, en muchos casos suele quedarse en el acto protocolario y un par de actividades posteriores, sin que se proceda a un aprovechamiento de experiencias, como se dice ahora generando sinergias, para un prolongado provecho mutuo. Son innumerables los casos, también entre los vinculados al Camino de Santiago, leit motiv cada vez más recurrente para establecer la «familiaridad», que no han ido más allá en la cooperación pese a las buenas intenciones expresadas en su día. Como mucho, un viajecito de elegidos para pasar unas jornadas inolvidables allá, las fotos importan y mucho, y otro tanto en el recíproco intercambio acá. La propia Fisterra está hermanada con varios municipios con los cuales, descontado el entusiasmo inicial, no consta que se hayan obtenido grandes frutos.

En el caso que ahora tratamos es de esperar que exista una verdadera proyección entre este fin del mundo y el lejanísimo oriente de Japón, y no solo por el recurso fácil al tópico del país del sol naciente y al del sol poniente, incluida la probación científica de la exactitud horaria entre el orto, allá, y el ocaso, acá, ya que el astro rey sale, sobre todo en Antequera, y se pone en todas partes. Se trata de aprovechar realmente el potencial de ambas rutas de peregrinación, la de Kumano y la de Santiago con su prolongación a Fisterra, para plantear y realizar un beneficioso intercambio de experiencias, no solo en el ámbito cultural o turístico, y otras acciones por definir que, en suma, estimulen el mutuo conocimiento entre gallegos y wakayamenses.

Al respecto, hay quien apunta que este hermanamiento es una consecuencia directa del que realizaron ambos itinerarios hace ahora 25 años (a ellas se ha sumado este mismo año el hermanamiento con el camino Kan-Non, también japonés, oficiado una vez más por la Xunta de Galicia en exclusiva). Ambas rutas de peregrinación, la de Kumano y la compostelana, cierto que con sus leyendas, creencias religiosas, códigos, rituales y peculiaridades, han sido reconocidas por la Unesco como Patrimonio Mundial, una circunstancia que las une y llama a trabajar juntas. Pero para laborar son necesarios los viñadores, ya que muñir voluntades para conseguir una firma es relativamente fácil, y hay que agradecer al catedrático Jorge Mira su impagable mediación, pero para diseñar estrategias y proyectos comunes, labor que excede de las capacidades de un pequeño ayuntamiento, es preciso contar con un equipo implicado que sugiera proyectos y realice un seguimiento.

Soñamos, en un futuro próximo, que gracias a este hermanamiento y al previo, cada vez más gallegos se trasladen a realizar el Kumano kodo, y que del mismo modo se reactive el flujo nipón, en los últimos tiempos estancado y relegado por la pujanza de Corea del Sur o, como novedad, de Taiwan, en el Camino de Santiago. La presencia de japoneses en las rutas jacobeas, máxime cuando han sido los pioneros de oriente en recorrerlo, es ahora discreta, ya que ocupan el 31º puesto, como país emisor, en lo que llevamos de 2023, lo que los sitúa ya no solo muy por debajo de los dos citados, sino también de Indonesia y a punto de ser superados por Filipinas.