Hospitalitas: Las Edades del Hombre en Villafranca del Bierzo

Ya van XXVII ediciones de las Edades del Hombre, un magno proyecto expositivo consolidado, desde hace 35 años, que se ha convertido en una marca de prestigio en lo que atañe a la conservación y divulgación del patrimonio, sobre todo eclesiástico, en Castilla y León. En esta oportunidad le ha tocado en gracia a Villafranca del Bierzo, con doble emplazamiento en la excolegiata de Santa María (muestra de arte) y la iglesia de Santiago (audiovisual), instalaciones que han sido financiadas con un millón de euros por la Junta de Castilla y León, así cualquiera. Recordamos que en el Camino Francés ya tuvieron lugar las ediciones de Las Edades en Burgos (1990), León (1992), Astorga (2000), Ponferrada (2007) y Burgos-Carrión de los Condes-Sahagún (2021).

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Las Edades del Hombre, exposición dedicada a la hospitalidad (Villafranca del Bierzo).
Las Edades del Hombre, exposición dedicada a la hospitalidad (Villafranca del Bierzo).

Una segunda sede, bastante apartada de la primera salvo para los peregrinos que sigan hasta Compostela, abre sus puertas en la capital gallega, tanto en la catedral como en el Monasterio de San Martiño Pinario. De este acuerdo de colaboración con Galicia resulta la presencia de bastantes piezas procedentes de museos civiles, y sobre todo eclesiásticos, de dicha comunidad.

Pues bien, hemos estado por allí y comentamos lo que hemos visto, porque a priori el tema, máxime en el Camino de Santiago, puede dar mucho de sí.

En la sede principal contemplamos una instalación impecable de las piezas, siempre perfectamente restauradas, provistas de una iluminación excelente y con gratas sorpresas. Sin embargo, echamos de menos una coherencia en el relato expositivo, pues más que un tema bien definido parece una disculpa, con la apoyatura teológico-catequética habitual, para colocar todo tipo de obras. La parte dedicada a la hospitalidad practicada, a lo largo de los siglos, en la ruta de peregrinación jacobea, con alusiones a santos que dedicaron su vida a ello (Santo Domingo de la Calzada, San Juan de Ortega, San Lesmes, San Amaro) y a la dispensada en monasterios y hospitales de peregrinos, un campo inmenso, con prolongación a los albergues del presente de acogida tradicional, queda reservada, nos parece un error, a Santiago de Compostela. Mejor hubiera sido habilitar dos edificios más, por ejemplo las iglesias de San Francisco y el convento de la Anunciada, o el de San Nicolás, para reforzar la oferta de Villafranca, aunque los convenios y la política son temas que interfieren en la coherencia e intensidad expositivas.

Al respecto, la única nota que en Villafranca nos vincula al Camino se encuentra en la sala de videos, con grabaciones de Jesús Arias Jato, sería imperdonable que no figurase en su localidad natal y de actividad, y del Padre Blas, en Fuenterroble de Salvatierra, que por cierto sienta cátedra con sus acertadas afirmaciones sobre el sentido actual de la acogida. Pero la cuestión, difuminada en otros muchos campos en los que se ejerce la hospitalidad, por ejemplo la asistencia a los refugiados, podría dar mucho más de sí, no lo han trabajado excesivamente.

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Lavatorio de los pies, Anónimo (s. XVI), Iglesia del Salvador (Valladolid).
Lavatorio de los pies, Anónimo (s. XVI), Iglesia del Salvador (Valladolid).

Lo mejor, sin duda, las obras de arte, en este orden y por su número escultóricas, pictóricas, tapices, libros y orfebrería. Hay pesos pesados entre los maestros representados: Gil de Siloé, Alejo de Vahía, Diego de Siloé, Juan de Juni, El Greco, Gregorio Fernández o Luis Salvador Carmona. La datación va desde la Antigüedad, con alguna pieza prerromana o la Tessera Hospitalitatis romana de O Courel, procedente del Museo Provincial de Lugo, hasta impactantes aportaciones contemporáneas de Vela Zanetti o el Calvario de Venancio Blanco (Fundación Mapfre).

Por su originalidad destacamos la talla de San Julián el Hospitalario como barquero (Iglesia de San Lesmes, Burgos), la sala de operaciones de un hospital con el pintoresco milagro de San Cosme y San Damián denominado «de la pierna negra» procedente de la catedral de Palencia (vale la pena indagar en el relato, relatado por Iacopo da Varazze), la Santa Ana triple de Gil de Siloé (Catedral de Burgos), el Lavatorio de pies chino-filipino en alabastro (Iglesia de San Rosendo, Celanova), el también Lavatorio con un Santiago Peregrino anónimo (Iglesia del Salvador, Valladolid) y, sobre todo, la Cena de Emaús con su simpático peregrino compostelano infiltrado (Iglesia de San Miguel, Peñafiel).

En relación a su belleza formal, nos quedamos con las tallas de San Martín partiendo su capa con el mendigo (Gregorio Fernández, Museo Diocesano de Valladolid), el San Roque de Juan de Valmaseda (Iglesia de Santa María, Torremormojón), la Virgen Inglesa de la catedral de Mondoñedo, el San Sebastián en mármol de Diego de Siloé (Iglesia de la Visitación, Barbadillo de Herreros), la contemporaneidad del Pobre Lázaro anónimo del siglo XVII (Museo Catedralicio de Ávila), la Visitación de Felipe Bigarny (Iglesia de San Gil, Burgos) o las puertas del coro la catedral de Ourense, con Adán y Eva, de Juan de Angés y Diego de Solís.

Y como espectaculares, en todos los sentido, podríamos citar el miguelangelesco Moisés de Juan de Anchieta (Iglesia del Salvador, Simancas), el Cristo de la Agonía de Gil de Siloé (Convento de Santo Tomás, Ávila), la Visión de San Francisco del Greco (Capilla del Carmen, Cádiz) o dos obras de Luis Salvador Carmona: el Abrazo de Santo Domingo y San Francisco, presidiendo una sala propia (Monasterio de Santo Tomás, Ávila), y el Cristo del Perdón (Convento capuchino de Nava del Rey).

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La Cena de Emaús, Círculo de Juan Ortiz el Viejo (s. XVI), Museo de Arte Sacro de Peñafiel (Valladolid).
La Cena de Emaús, Círculo de Juan Ortiz el Viejo (s. XVI), Museo de Arte Sacro de Peñafiel (Valladolid).

Cuatro áreas estructuran la exposición, dedicadas a una introducción genérica a la hospitalidad, en los relatos bíblicos, a partir de diferentes dimensiones (acoger, compartir, amparar, etc.), con la inexcusable escena del patriarca Abraham hospedando en su morada a tres peregrinos que resultaron ser ángeles; el sentido imperativo de cuidar al prójimo como a uno mismo y los santos hospitalarios; la representación de María como alegoría y modelo de hospitalidad, valedora y protectora del género humano; y, para concluir, el sentido trascendente de la hospitalidad en la Jerusalén Celeste.

En cuanto al video montaje envolvente en 3D de la iglesia de Santiago, que tiene una duración de 15 minutos, resulta muy efectista y atractivo en lo formal, pero su vínculo con el tema de la hospitalidad es francamente pobre, por no decir nulo. Se limita a un discurso catequético, a modo de síntesis bíblica, que centra el mensaje en la historia de la Redención a través de la figura de Cristo. Nos ha parecido un spot, con dibujos de animación, de esos que elaboran las sectas USA para adoctrinar al personal.

Las exposiciones, tanto en Villafranca del Bierzo como en Santiago de Compostela, se pueden visitar hasta el puente de diciembre, y la entrada cuesta 6 € para los dos edificios de Villafranca del Bierzo, y 15 € si se suma Santiago. No hay descuento para peregrinos, y el horario, salvo los lunes (cierre), es de 10:00 a 14:00 y 16:00 a 20:00. Por cierto, esta es la primera edición en la que es posible hacer fotos sin flash; ya era hora.

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Exterior de la excolegiata de Villafranca del Bierzo, sede de la exposición.
Exterior de la excolegiata de Villafranca del Bierzo, sede de la exposición.

Periodista especializado en el Camino de Santiago e historiador