Un triste adiós en Compostela

Si hoy os contamos que ha fallecido José Luis Gayoso, a la mayoría de los lectores es probable que no os suene el nombre, pero si añadimos que se trata del gerente y propietario del restaurante Casa Manolo, todos los peregrinos sentiréis una amarga emoción.

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José Luis Gayoso (Foto: Marcos S. Pérez, La Voz de Galicia)
José Luis Gayoso (Foto: Marcos S. Pérez, La Voz de Galicia)

En efecto, José Luis llevaba años al pie del cañón en un negocio familiar, junto con su mujer Manuela y su suegra Inmaculada en la cocina, ofreciendo un menú copioso, con muchos platos a elegir, a un precio imbatible, con el mérito que tiene hacer algo así, conjurando tentaciones, en pleno casco histórico compostelano.

Durante los años universitarios recuerdo haber sido un asiduo cliente de la casa cuando aún estaba en la Rúa Travesa, donde había abierto sus puertas en 1953 por obra y gracia de los hermanos Manuel y Antonio. En los años 80 era un local frecuentado sobre todo por estudiantes, que nos sentábamos en cualquier mesa, aunque estuviese ocupada y mientras hubiese sillas libres, lo que constituía una buena disculpa para «ligar». Había que comer rápido, porque la filosofía de la casa era dar cuantos más menús mejor, nada de tertulias. En aquel entonces el precio era de 300 pesetas.

Con el traslado a la Praza de Cervantes, y el pulcro diseño minimalista del arquitecto Pedro de Llano, muchos nos temimos que el encanto costumbrista de aquella casa de comidas, que parecía salida del relato troyano de Pérez Lugín, había concluido. Craso error, porque José Luis mantuvo el mismo estilo con un poco más de modernidad, nada más, y la costilla de cerdo seguía saliéndose del plato, ahora cuadrado en vez de redondo.

En esta nueva y brillante fase el local se consagró, definitivamente, como lo que en su día definimos como la meta laica del peregrino, entiéndase como complemento a la catedral. Se había convertido en una cita obligada para los que llegábamos a Compostela, que aquí nos encontrábamos, cuando aún éramos pocos, y departíamos. En los años 90 ya comenzaban a formarse colas, tan largas como las del abrazo del apóstol, y desde entonces Casa Manolo ha sido un fidedigno termómetro de la salud del Camino de Santiago.

Un día le pregunté a José Luis cuál era el secreto, tan bien guardado, para poder ofrecer aquellos platos caseros rebosantes, con tantas opciones para elegir, a un precio fijo tan ajustado. Me lo explicó, con esa sonrisa burlona de fina ironía galaica que lo caracterizaba, con pelos y señales, pero comprenderéis que no lo revele aquí, por respeto a la confidencia y, desde luego, para evitar que la competencia copie una fórmula que nada tiene que ver con los locales de comida rápida que ahora tanto proliferan.

Desde la comunidad peregrina echaremos de menos a una persona que, pese a la presión del turismo de masas, nunca ha perdido la paciencia y las buenas formas, y que ha sabido concedernos una satisfacción en la meta, quizá el lugar más difícil para conseguirlo.

Nos permitimos, en nombre de los seguidores de Gronze, enviar un cariñoso saludo a Manuela, su mujer, y a Paloma, su hija, animándolas a seguir con un proyecto que es mucho más que un restaurante, pues ya ha alcanzado la categoría de mito. Y mitos, en el Camino, quedan muy pocos. ¡Gracias, José Luis, por tu dedicación y amistad!

Periodista especializado en el Camino de Santiago e historiador

Comentarios
Mauro Sala
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Muchas veces he cenado en "Casa Manolo", y después de varios años sin verlo, ahora en la foto me acuerdo de él, persona afable y amable... Que descanse en paz. Mauro
Pablo Macía
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Que la tierra le sea leve. No tuve la oportunidad, pero por lo que leo, debe ser un lugar a tener muy en cuenta.
Sofía
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Pues si es cierto que C Manolo ha sido una visita obligada, aunque con los precios actualizados y ya menos sabroso que antes para mi gusto. Al margen de que te agradara más o menos su comida siempre tuvo bastante buen trato con los peregrinos. Hace nada estuve allí cenando. Creo que conservo una camiseta que nos regaló hace tiempo a unos cuantos que estuvimos comiendo y charlando con él. Descanse en paz
carapau
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Descanse en paz .
Andrés Cuesta
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Hace quince días había estado con él y con su hija Paloma. Un cariñoso recuerdo a José Luis y un abrazo a su familia.
Sergio BH
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Tras tantos Caminos, Casa Manolo era un sitio de visita obligada. Este anfitrión era realmente amable y de una forma de ser entrañable, de buen humor. Será triste pasar por Santiago y por Casa Manolo y no saludarle en la barra del local. Descanse en Paz.
Xixonés
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En mis últimas credenciales, el último sello del Camino (y dado que no paso por la Oficina del Peregrino), era el de la larga y variopinta cola peregrina de Casa Manolo. Mis condolencias a los suyos. ¡Un abrazo!
Aymarah M Robles
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Que bueno era poder conversar un poco con José Luis. Destino imprescindible en Santiago después de cada Camino. Era más que un restaurante, era llegar a Casa. Que su bondad y consejos llenen de fortaleza a su esposa, y a Paloma, y a todos los muchachos dominicanos que también se convirtieron en su familia. Lo extraño y le estaré siempre agradecida, de que fue tan buena gente con todo el mundo. Su casa, punto de convergencia de tantos.