XII Congreso Jacobeo en Madrid
¡Pescado fresco!, pues acaba de concluir el XII Congreso Internacional de Asociaciones Jacobeas, que tuvo lugar del 21 al 24 de octubre en Madrid. Un encuentro que debería haberse celebrado en mayo de 2020, pero que el virus de marras bloqueó, trasladó en proyecto a Santiago y, de nuevo y definitivamente a la capital del reino, lo que en cierto modo acrecentó la expectación y el deseo.
Pues bien, aquí va una breve crónica de su desarrollo, en la que por fuerza habrá que obviar mucha información tanto a causa de lo denso del programa como de la ingente lectura de comunicaciones, que en número de 41, la cifra más alta hasta ahora alcanzada en los congresos de la Federación Española de Asociaciones Jacobeas, fueron presentadas a la vez en dos salas.
Hay que felicitar, en primer lugar, a la asociación organizadora, al presidente del congreso, Jorge Martínez-Cava, y a su equipo de colaboradores por haber conseguido la cuadratura del círculo, es cierto que aplicando técnicas cuasi prusianas, al lograr que las sesiones acabasen siempre cumpliendo el programa —yo pensaba que Madrid era una urbe mediterránea…— e incluso ¡antes del límite horario! (sacrebleu, si no lo hubiese visto no lo habría creído). Tal milagro generó en parte de los asistentes un cierto desasosiego, porque el debate siempre es importante en estos foros, y en esta ocasión se ha visto limitado a la presentación de preguntas por escrito, sin posible intercambio de pareceres.
En dos jornadas y media se sucedieron cinco grandes conferencias, algunas magistrales como las de Vicente Malabia (introito teológico sobre el sentido de la peregrinación), que consideró la valía del propio hecho de caminar, al tiempo que reivindicó «la aventura como parte integrante del Camino de Santiago»; del fiscal Fernando Santos Urbaneja, repleta de sabrosas anécdotas personales y añadiendo un memorándum sobre los valores del Camino a preservar; o de Paolo Caucci, todo un clásico en estos encuentros.
El profesor italiano, presidente del Comité Internacional de Expertos del Camino de Santiago, organismo que ha propuesto renovar con personas no solo del mundo académico, sino vinculadas a la realidad actual de la peregrinación, versó sobre el futuro del Camino. Entre otras cosas habló sobre los riesgos de los neocaminos, muchas veces desprovistos de alojamiento; de la banalización de la peregrinación, en la que conviven tipologías tan diversas como la del turista, el caminante-senderista y el peregrino; de las «mejoras inútiles», así las nuevas puertas de la catedral de Burgos o reforma de la Cruz de Fierro; sobre el peligro de convertir el Camino en un parque temático y de otras preocupaciones como el control sobre la tecnología que invade la experiencia, la necesidad de estudiar la memoria reciente de la peregrinación o la de conseguir que las iglesias permanezcan abiertas en un itinerario sagrado.
Cada sesión contó con una mesa redonda temática, por lo general bastante dinámica, a base de preguntas planteadas por el moderador y desde el público. La primera trató la acogida tradicional, concepto que se ha impuesto a la vieja dicotomía de albergues públicos y privados. Ana Barreda, responsable de Hosvol, sentenció que «la acogida tradicional se basa en dar sin recibir nada a cambio». Por su parte José Torguet, presidente de la asociación de Gradignan, recordó los nuevos retos de quienes ejercen la hospitalidad, tocando cuestiones tan candentes como el de las reservas, con sus pros y contras, el de la gestión de la credencial digital o la cada vez mayor presencia ya no solo de mochilas transportadas, sino de maletas… ¿qué hacer al respecto?
En la segunda mesa se consideró el brumoso campo de las motivaciones para peregrinar, en la que Ernesto Bustio, faro del Camino Norte con su albergue de Güemes, casi se vio precisado a justificar su propuesta ecuménica de acogida, relatando su interpretación del Camino como un proceso de liberación, al tiempo que lamentaba que «la Iglesia no sintonice con el peregrino». Eva Kokanova, la joven presidenta de la AACS de Eslovaquia, rara avis en un congreso en el que la media de edad superaba los 65 años, se refirió a la encuesta realizada entre los peregrinos de su país, donde las respuestas más usuales fueron el conocimiento personal y la espiritualidad. Por su parte, la responsable de un albergue tan emblemático como el de Grañón, Marina Saiz, a partir de los resultados de otra encuesta resaltó el sorprendente peso del término, «curiosidad», citado por el 30% de los que participaron, seguido de lejos por los de «espiritualidad y conocimiento personal».
Las últimas mesas atendieron a la historicidad y valor patrimonial de la ruta jacobea, y a la accesibilidad y sostenibilidad del Camino.
De las comunicaciones nos detendremos en dos que generaron bastante polémica, e incluso enojo por parte de algunos asistentes. Nos referimos a las de Francisco Javier Beruete, hijo de Francisco Beruete, histórico valedor del Camino y de 1962 a 1993 presidente de la asociación de Estella/Lizarra, que sin mucho tiempo para fundamentar sus aseveraciones —veremos lo que cuenta en las actas—, no contento con reivindicar la figura de su padre, algo que nadie discute, acusó a Elías Valiña de vanidoso, y de apropiarse de logros que no le correspondieron, entre ellos la creación de la primera cartografía del Camino o la «invención» de la flecha amarilla, que ya habría usado anteriormente Andrés Muñoz Garde.
Otra intervención discutible, sobre todo por la pretensión de reconvertir una vía romana en senda jacobea, lo que en su día generó un buen follón en Castilla y León, fue la de Amando Calzada, que describió el itinerario directo de la Vía Aquitana entre Tardajos y Carrión de los Condes, al norte del Camino Francés, con una frase definitoria de unas pretensiones sin duda erradas: «Nosotros no somos otro Camino, somos el Camino» (ni los primeros cristianos llegaron a tanto).
Si hace años la palabra fetén de estos encuentros jacobeos era la europeidad, hoy los tiempos han cambiado y las muletillas son la «sostenibilidad», el «patrimonio inmaterial», la «inclusión» o la «accesibilidad» (puestas en ciertas bocas, puro humo). Tampoco faltó quien reconociese sin ambages, como Isidoro de la Campa, gerente del Xacobeo, que el Camino «es un producto cultural que puede ser gestionado como un producto turístico, siempre que se respeten sus valores», ello pese a que el término «producto turístico» suele chirríar en un escenario asociativo jacobeo, siendo más apropiado para el Fairway, que pronto tendrá lugar en Compostela.
Durante el congreso se entregaron los premios Trifinium de la FEAJ, que correspondieron a Ángel Luis Barreda, presidente de la AACS de Palencia y primero de la Federación, por una vida dedicada a la causa; a la AACS de Estella/Lizarra, decana de las españolas desde una fecha ya tan lejana como 1962, en reconocimiento de su trayectoria y obra; y en el ámbito de la actuación a favor del Camino a la asociación estadounidense American Pilgrims, por su generoso programa anual de ayudas centradas en la hospitalidad tradicional, que tan solo en 2021 destinó 48.000 $ para colaborar con 11 proyectos desarrollados por colectivos sin ánimo de lucro en diferentes itinerarios.
Se presentaron los nuevos mapas del IGN sobre los Caminos de Santiago en Europa, 2ª edición, y uno nuevo que recoge las Rutas Marítimas de Peregrinación, entre las que nos asombra hayan incluido la de Ushuaia a Cartagena (¿qué compañía presta el servicio y cuántos la han seguido?), que se nos antoja un curioso divertimento. También el libro de Juan Caamaño Aramburu, de la asociación de Madrid, de amena divulgación científica sobre las peregrinaciones marítimas.
En un acto se realizó la entrega de los Premios 100 Caminos 100 Relatos (cada uno en cien palabras), de las ediciones de 2020 y 2021, promovidos por el Círculo Chileno de Amigos del Camino de Santiago y recogidos en sendos libros. Resultó muy emotiva la lectura de quien ganó el premio el año pasado, el italiano Claudio Puppi, titulado Ho lasciato («Dejé»), todo un poema sobre su experiencia en el que muchos nos podemos sentir identificados.
Una pequeña muestra, que recogía los carteles de los doce congresos hasta ahora celebrados desde el de Jaca (1987), presidido por el entonces Comisario del Camino Elías Valiña Sampedro, puso de relieve las grandes aportaciones que en este campo han hecho las asociaciones jacobeas federadas, recogidas en las actas publicadas, de las que lamentablemente faltan las de los congresos de Burgos (2014) y Antequera (2017), a las que se puede acceder digitalmente tanto desde la página del XII Congreso como desde la de la Biblioteca Digital Galiciana.
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