Violencia sexual contra las mujeres en el Camino de Santiago: The Guardian genera polémica
Juzguen ustedes mismos si este titular, publicado por un periódico británico que se suponía serio, es o no sensacionalista: “Mujeres que recorren el Camino de Santiago hablan de acoso sexual «aterrador»”. Y subtitula: “Se dice que la agresión sexual es «endémica» en la ruta por España, Portugal y Francia, y las peregrinas que viajan solas corren riesgo” (aporta esta idea Lorena Gaibor, fundadora del foro Camigas-Women on the Camino). Para más inri, en tercer lugar se añade en rojo la frase de una peregrina, la cual expresa sin ambages: “Temí por mi vida”. The Guardian, 11-11-2024 (enlace al final).
Creemos que el “se dice” del subtítulo ya es suficiente para hacernos una idea de qué va todo esto, un artículo que si hubiera sido publicado por los eximios representantes de la prensa amarilla (The Sun, Daily Mail, Daily Mirror, etc), que tanta difusión tienen en el Reino Unido, lo calificaríamos sin más de sensacionalista. Pero a nadie escapa que últimamente la prensa más clásica, por la presión de mantener los lectores, e influida por las RR.SS. y la deriva sensacionalista y de las fake, también está cayendo en la tentación de generar polémica, de la que esta noticia sería un caso de libro.
Más allá de captar lectores, de esta forma de actuar emana un tufo sospechoso. Por una parte trasluce una condescendencia paternalista muy en la línea del imperialismo británico, esgrimiendo la supuesta superioridad moral propia de una idiosincrasia colonialista no superada. Enlazando con dicho atavismo, parecen aceptarse aquí las más radicales visiones del movimiento Woke, nacido en los campus estadounidenses y que tantos réditos ha dado al presidente in pectore Trump.
Pero tamaño titular también da pábulo a otras intenciones maliciosas, porque no nos engañemos, ya que desde la prensa sensacionalista británica llevan tiempo desacreditando a España como destino turístico por todos los medios, desde alusiones a un clima tórrido y propiciatorio de catástrofes medioambientales, pasando por una galería cotidiana de timos y robos, hasta generar alarma aludiendo a accidentes fatales —a la ingesta desmesurada de alcohol y drogas por parte de los turistas no se suele aludir—, peligros por doquier y violencia de todo tipo. De esto saben mucho en Canarias y el Mediterráneo, donde están sufriendo un verdadero acoso para desacreditar dichos destinos, y ahora parece haberle tocado al Camino de Santiago.
En cuanto al concepto, a todas luces acientífico, de la peligrosidad endémica, también parece trasladar a las mujeres que deseen peregrinar solas un mensaje subliminal: ¡no lo hagáis!, el Camino supone un riesgo para vosotras, y si a pesar de todo no podéis resistir la llamada y vais, hacedlo en grupo, y mucho mejor a través de una agencia de viajes con garantía de seguridad. Es lo que hemos leído entre líneas, fijaos qué curioso.
Por lo tanto, como hemos sugerido, ahora le ha tocado turno al Camino de Santiago, donde en base a la confesión de algunas peregrinas que lo han hecho, padeciendo algún tipo de violencia sexual, algo que no vamos a negar y desde luego es lamentable, a partir de unos pocos casos particulares se elabora una falsa categoría o generalización. Y todo ello sin aludir a estadísticas oficiales del Ministerio del Interior, o a estudios de organismos serios, sobre la violencia sexual en los países citados o en el Camino. Poco más o menos como si vamos a Londres y nos roban la cartera en el metro, y nos juntamos unos cuantos que nos haya sucedido lo mismo y El País publica que el robo de carteras constituye un mal endémico en el London Underground (a poder ser con el patrocinio de los taxistas de la City).
Los turistas suelen consultar el Índice de Peligrosidad por países, elaborado en función de numerosos datos ponderados, al elegir un destino, y curiosamente España y Portugal, respectivamente con el 64,23 y 68,83 sobre 100, superan con creces en seguridad las cifras del Reino Unido (52,24) o EE.UU. (50,79).
Cierto que si examinamos los hechos delictivos contra la libertad e intimidad sexual en la UE y España, se refleja un aumento anual, lo cual refleja no tanto el crecimiento de este tipo de violencia contra mujeres, sobre todo, y también ejercida sobre hombres y niños, sino que ahora la sociedad está más concienciada y las agresiones se denuncian mucho más. No obstante, la mayor parte de esta violencia es ejercida en el ámbito privado (sobre todo en el familiar), y muchas veces no da lugar a denuncias, siendo todavía grande, se estima, la parte oculta del iceberg.
Los datos oficiales, que The Guardian ni maneja ni coteja, se basan en denuncias, diligencias judiciales, sentencias y condenas, y los no oficiales rigurosos, en encuestas y proyecciones realizadas por universidades o fundaciones. Asentar una conclusión tan solo a través del testimonio de nueve mujeres (seis de ellas denunciaron, y uno de los casos acabó en condena para el agresor), de las aproximadamente 300.000 que han hecho el Camino de Santiago en 2023 (hayan o no recogido la Compostela), que relatan su experiencia ante tipos que las han acosado o se han masturbado en zonas rurales del itinerario cuando pasaban, constituye un ejercicio periodístico de manifiesta irresponsabilidad.
La alusión a las zonas rurales apartadas y solitarias también traslada, voluntaria o involuntariamente, una cosmovisión que, por cierto, ya viene de los tiempos en que los autores greco-romanos visitaban y describían la península ibérica: la del salvajismo que subyace en la despoblada Hispania carpetovetónica, supuestamente habitada por cavernícolas primitivos, cuando todos sabemos que la violencia sexual tiene otros ámbitos mucho más propicios, entre ellos los urbanos y domésticos, para desarrollarse.
No es ahora el momento de atiborrarnos de datos comparativos sobre los países de la UE o mundiales (la OMS constata, en 2023, que 1 de cada 20 mujeres en el mundo ha padecido un delito sexual grave, y que el 90% de estos delitos han sido provocados por personas próximas y conocidas). En la red están los informes, son públicos, y un periodista mínimamente profesional podría acceder a ellos para contrastar experiencias individuales trufadas de comentarios impresionistas.
Pero el objetivo de este periódico inglés se ha conseguido: la noticia ha dado la vuelta al mundo y provocado un buen revuelo, convirtiéndose en comidilla de los foros jacobeos y causando honda preocupación entre quienes solo están interesados por cuestiones numéricas y beneficios empresariales de la ruta. Si había intencionalidad de poner bajo sospecha o enmierdar el Camino, también lo han logrado, generando indignación tanto entre quienes se encargan de la gestión de la ruta (administraciones, asociaciones jacobeas) como de quienes viven de ella, sin olvidar a los protagonistas, los propios peregrinos y peregrinas. Estas últimas también están respondiendo en los principales foros del Camino, aportando versiones diversas de las expresadas en The Guardian.
La archidiócesis de Santiago ha respondido que no tienen constancia de que esto esté ocurriendo en el Camino, remitiéndose, en cualquier caso, a la policía; Turismo de Galicia ha tildado de “auténtica barbaridad” el calificativo endémico; incide en la idea de una manifiesta “exageración” la Asociación Gallega de Albergues, pues lo expresado se contradice con el sentimiento mayoritario de los peregrinos, que por algo valoran el Camino y repiten; también la Asociación Galega de Amigos do Camiño designa el mensaje expresado por el rotativo británico como “lamentable y falso”; y la Fraternidad Internacional del Camino de Santiago, a través de La Vanguardia, ha incidido en la idea de que el entorno del Camino es seguro, añadiendo que “los peregrinos se protegen mutuamente, se avisan y se cuidan mucho… Eso es lo que permite que la gran mayoría de las mujeres puedan ir solas sin ningún problema”.
Desde el Camino Francés, el itinerario más frecuentado, las CC.AA. han desarrollado en este sentido diversas actuaciones, entre ellas el programa “No Caminas sola”, en el que también colaboran las farmacias rurales de la ruta, a la que sumar, en el ámbito de la policía, la ya hace años operativa aplicación AlertCops (https://alertcops.ses.mir.es/publico/alertcops), que tras ser descargada permite una rápida comunicación con las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para presentar una incidencia o denuncia.
Dicho todo lo cual, y poniendo en su lugar a Ashifa Kassam y Mabel Banfield-Nwachi, periodistas más papistas que el papa que firman el artículo, tampoco vamos a negar aquí que el Camino de Santiago sea al 100% seguro, y que estas agresiones, en tentativa o consumadas, no hayan sucedido en algunas ocasiones y puedan seguir teniendo lugar en el futuro. Nosotros mismos hemos tenido oportunidad sobre el terreno, cuando hacemos el Camino, de conocer relatos similares a los expresados, y otros incluso más graves, y siempre hemos animado a las peregrinas a denunciarlos ante la Policía Nacional o la Guardia Civil. Cierto, también, que en ocasiones la denuncia supone un engorro para las mujeres peregrinas extranjeras, que bastante han tenido ya con haber soportado las tentativas, declinando muchas de ellas el procedimiento para no acabar frustrando su experiencia y recuerdo de la ruta.
Curiosamente, los casos de esas malditas zonas rurales no suelen ser los más peligrosos (acoso y temporal persecución, solicitud de besos o abrazos, exhibicionismo…), sino otros propiciados no tanto por desconocidos, sino por personas que se han ganado antes la confianza de la víctima. Aquí podríamos incluir los protagonizados por algunos peregrinos varones con sus compañeras temporales de ruta, y también los excesos de algún hospitalero indigno. Siempre, sin embargo, nos referimos a situaciones extraordinarias, porque las agresiones sexuales, aunque sean leves o en tentativa, tienen hoy consecuencias serias para el acusado, y con la Ley Orgánica 10/2022, popularmente denominada del “No es no”, se ha avanzado mucho en la garantía de la libertad sexual en España. Además, los personajes de esta ralea que pululan por el Camino suelen ser rápidamente identificados y desactivados.
Por lo tanto no es cierto, como apunta la periodista feminista Marie Albert en el artículo de The Guardian, que el tema de las agresiones sexuales en el Camino de Santiago sea “tabú”, y que no se asuman los riesgos ni se estén tomando medidas al respecto aquí y desde los países emisores.
Como conclusión, y para erradicar agresiones que en ningún caso se pueden calificar de “endémicas”, conviene insistir en que se sigan denunciando, porque cuando esto sucede la policía investiga y suele poner ante el juez al sospechoso, y al respecto se pueden consultar varias noticias sobre exhibicionistas y agresores detenidos, juzgados y condenados en el Camino. Asimismo, conviene seguir tratando el tema con rigor y seriedad, y poniendo los medios para que la incidencia de este tipo de delitos se reduzca.
¿Es el Camino de Santiago 100% seguro para las mujeres que viajan solas? Pues no, al 100% no hay nada seguro, ni siquiera quedarse encerrado en casa es seguro, consúltense las estadísticas de asaltos y robos en viviendas. En realidad, ni siquiera respirar y vivir es seguro, esa es la cuestión, pero cada quien tendrá, cuando viaja, también que evaluar los riesgos y actuar en consecuencia, y no solo en esas malditas áreas rurales pobladas de bestias salvajes y tribus todavía sin civilizar por los misioneros anglicanos.
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