Camino Vadiniense: historias de osos y lobos
Este mes de junio hemos recorrido el Camino Vadiniense, entre San Vicente de la Barquera y Mansilla de las Mulas; al igual que el año pasado en el Camino de Santiago en Suiza, y al contrario de lo que pudiera parecer, la situación creada por la pandemia nos ha facilitado un contacto mucho más próximo con los lugareños. En la mayor parte de los alojamientos éramos los únicos clientes; sus propietarios, felices de ver en nosotros un breve destello de la luz al final del túnel, y nosotros, felices de volver a ser acogidos en casa ajena. Y todos cumpliendo religiosamente, aunque con cierta pereza, los protocolos Covid.
Este artículo tendrá un carácter más genérico sobre la ruta vadiniense, incluso de reflexiones personales, puesto que en la guía de Gronze se pueden consultar los alojamientos y datos técnicos.
¿Qué es el Camino Vadiniense?
Es un Camino de Santiago que enlaza el del Norte y el Francés a través de la Cordillera Cantábrica. Orográficamente, es muy simple de explicar: son 4 o 5 días subiendo (por Cantabria), y otros 4 o 5 días bajando (por León).
¿Por qué el nombre de Vadiniense?
Es un referente histórico ajeno a la tradición jacobea. Los vadinienses eran una tribu prerromana de origen celta, con capital en Vadinia —de localización desconocida— y cuyos dominios se extendían desde el Valle de Liébana hasta la Montaña de Riaño. Dar este nombre a un Camino de Santiago fue una decisión, desde mi punto de vista, poco acertada («nadie hará un camino cuyo nombre no sepa pronunciar", oído a una peregrina holandesa).
¿Qué diferencia hay entre el Camino Vadiniense y el Camino Lebaniego?
El Camino Lebaniego no es un Camino de Santiago: es la peregrinación al Monasterio de Liébana. Consta de una red de caminos (cuatro de ellos señalizados) que tienen como meta dicho monasterio. La posible confusión viene de que su camino principal, con origen en Santander, coincide primero con el Camino del Norte y más adelante con el Camino Vadiniense.
¿Por qué, entonces, en Gronze existe la guía «Camino Vadiniense y Lebaniego», en lugar de dos guías? Por una cuestión práctica, pues las etapas son coincidentes. Entre ser radicalmente prácticos o radicalmente coherentes, optamos por lo primero sin dudar.
¿Para quién es adecuado?
Respuesta más lógica: para los que hayan hecho el Camino Primitivo con solvencia. Otra respuesta: para las personas que, una o dos veces a la semana, salen a hacer recorridos largos (no paseos) a pie por el monte. El Vadiniense tiene un grado de dureza superior al Primitivo y, de hecho, de entre los caminos que tenemos en Gronze es, junto al Piamonte francés, el camino más exigente físicamente. Hoy en día, de todas formas, pueden planificarse etapas de distancia moderada, que es lo que hemos hecho nosotros.
Como nos dijeron en hostales y albergues: los peregrinos del Vadiniense tienen experiencia en otros Caminos de Santiago, nadie lo elige como el primero.
Distribución de las etapas
Conviene conocer con antelación (a través de nuestra guía o de otras) el recorrido y hacer una distribución de etapas conservadora. Sobre todo en la parte cántabra, la más dura. Hay suficientes lugares de acogida para adaptar el camino a nuestras posibilidades y gustos. En temporada alta es imprescindible reservar, y, en época de Covid, obligatorio.
Época del año
Al igual que en la mayoría de caminos, la primavera y otoño son las mejores épocas. Excepto en las zonas más elevadas, en pleno verano debemos temer la cada vez más peligrosa canícula, especialmente en las etapas finales, por el valle del Esla, donde las zonas con sombra son escasas.
A inicios de primavera, finales de otoño e invierno debemos informarnos de la presencia de nieve, pues ascendemos hasta casi 1.800 metros de altitud. Con nieve, pero sin niebla, tampoco tiene especial dificultad.
El Camino, hace 7 años y ahora
Hace 7 años hice este camino para desarrollar la guía en Gronze, así que fui solo, con tensión y foco; parafraseando una canción de Sabina, fui al camino como quien va a la oficina. Ahora he ido acompañado, relajado —12 días frente a 9—, con una actitud más abierta y curiosa, y con las orejas más predispuestas a escuchar e, incluso, a entender.
Los alojamientos han mejorado sustancialmente: Cades, adecuado y bien llevado por la hospitalera; Cicera, ídem; Cabañes, ídem y un entorno excepcional; San Pelayo, un albergue privado perfecto para peregrinos; Espinama, otro albergue privado de fama merecida… y los de León son los mismos, pero algo más abandonados (a excepción de Portilla de la Reina, que está igual de bien). Estaban cerrados Lafuente (quizás para siempre), Potes (abierto el 8 de julio) y Cistierna (abierto el 9 de julio).
¿Y el trazado? Tres alegrías:
1. En la primera etapa, antes el vadiniense se desviaba del Camino del Norte en Hortigal y ahora lo hace más adelante, pasado Serdio, resiguiendo luego el valle del río Nansa por agradables caminos de tierra y senderos (senda fluvial), en una especie de gincana. No hay color, pues antes, aunque 8,5 km más corto, era todo por carretera.
2. Cicera - Lebeña: La traza antes superaba la sierra por el collado de Arceón (971 m) y ahora lo hace por el collado de Beres (835 m). Opinión personal: cambio acertado. El sendero de subida es excepcional, naturaleza pura como pocas veces puede verse. Mientras que por Arceón es por pistas forestales de menor interés. En la bajada ambos caminos se unen rápidamente.
3. Riaño - Horcadas. Justo pasado el embalse tenemos ahora la opción, bien señalizada, de abandonar la carretera y torcer a la derecha, bordeando en un primer tramo el embalse. El camino, más adelante senda boscosa, es la enésima maravilla de este vadiniense, y no hay comparación posible con la aburrida y peligrosa carretera nacional. Alarga el camino en unos 30 minutos: una insignificancia.
Etapa Reina: de Espinama o Fuente Dé a Portilla de la Reina
No es tan fiero el león como lo pintan. La etapa en la que cruzamos el eje axial de la Cordillera Cantábrica por la Horcada de Valcavao (1.794 m) es siempre por buenas pistas (no hay sendas), con paisajes fabulosos sobre los Picos de Europa, valles verdes, extensos bosques, la compañía de grandes rapaces como el buitre o el águila con sus vuelos majestuosos, algunos prados para ganadería, y con una subida muy progresiva que se lleva estupendamente. Quien vea un oso, felicidades, porque es un hombre o mujer afortunado/a.
Debemos protegernos en alguna cabaña o lugar seguro ante una tormenta eléctrica, cada vez más frecuentes. A esta altitud son realmente peligrosas. Nosotros hicimos esta etapa con tiempo muy inestable, pero sin peligro de tormenta; en los últimos 5 km nos cayó encima lo que no está escrito.
Podemos iniciar la etapa en Espinama (albergue Briz y varios hoteles) o en Fuente Dé (refugio en el camping —ahora cerrado—, un hotel caro y el parador). Quien empiece en Espinama no necesita pasar por Fuente Dé (lo explicamos en la etapa).
Quién no conozca Fuente Dé le aconsejamos dedicarle un día, subir con el teleférico (11 euros ida / 18 euros ida y vuelta) a la estación de El Cable (1.823 m), en pleno Picos de Europa, y regresar a Fuente Dé por los Puertos de Áliva, un camino de bajada bien señalizado y apto para un senderista medio. Y sin mochila, bajaremos en apenas 4 horas. Merece la pena.
Historias de osos y lobos
Nada define más este camino que dos animales míticos: el oso pardo y el lobo. Todo el mundo tiene alguna historia interesante que contar, desde la vista lejana de un oso un día al atardecer, hasta encuentros dramáticos que, afortunadamente, siempre han acabado en nada. Historias que, aunque se cuenten un millón de veces, nunca cansan. Ni al que la explica ni al que la escucha. En tiempos de melancolía, siempre les quedará el recuerdo de aquel día que se tropezaron con un oso amenazante. Yo, que he caminado innumerables veces por lugares donde los hay y nunca he visto ninguno, les tengo cierta envidia. De la mala. No puedo evitarlo.
El oso fascina por igual al que lo odia que al que lo ama. Y de todo hay. Los primeros los encontramos en los pueblos no turísticos —con más ganadería—, y los segundos en los turísticos. El odio se justifica en los ataques al ganado y en el peligro para las personas; aunque estoy convencido de que su origen es más profundo, quizás ancestral. Los daños al ganado son infrecuentes en los osos, más habituales en los lobos, y están cubiertos por la administración («ojalá el mayor problema de los ganaderos fueran los lobos y osos», oído en Cabañes). Y el peligro para las personas no se sostiene, pues tienen buen olfato y huyen de los humanos, y solo atacan —como cualquier otro animal salvaje— para protegerse a sí mismos o a sus crías.
El tiempo de hibernación de los osos cántabros disminuye progresivamente desde hace 30 años, hasta el extremo de que el año pasado algunos ejemplares dejaron de hibernar a inicios de febrero, algo jamás visto. Ello, junto a las temperaturas extremas en verano, para las cuales no están adaptados, hacen presagiar un mal futuro para estos magníficos animales.
5 apuntes culturales
1. Iglesia de Santa María de Lebeña: Joya del arte prerrománico. Hay visitas guiadas.
2. Potes: Capital del Valle de Liébana, es uno de los pueblos más bonitos de España.
3. Monasterio de Santo Toribio de Liébana: Uno de los lugares santos del cristianismo. Conserva la reliquia del Lignum Crucis. Hay visitas guiadas.
4. Vía Saliámica: Antigua calzada romana, junto al Esla, que ahora es parte de nuestra ruta.
5. Monasterio de San Miguel de Escalada: Obra de origen mozárabe de valor excepcional. A escasos 200 metros del camino. Hay visitas guiadas.
Riaño
El pueblo merece un apartado propio en cualquier artículo mínimamente digno sobre la ruta vadiniense. Su Museo Etnográfico es una maravilla. Una historia de dolor, que sigue muy vivo entre sus habitantes, por los nueve pueblos que quedaron anegados por el embalse; una historia no muy distinta a otros tantos lugares de montaña, aunque en este caso el desalojo, a patadas (literalmente), se produjo en 1987, en plena democracia.
De las miles de hectáreas que debía regar del páramo castellano no se sabe nada, y su ridícula central hidroeléctrica (de 85 MW, 12 veces menos que un reactor nuclear) no justifica un embalse de estas dimensiones. Tanto daño para tan poco.
Malestar del mundo rural
Este apartado podría incluirse en la mayoría de caminos, pero en este vadiniense, donde hemos tenido tiempo de hablar largo y tendido con los vecinos de los pueblos, se nos ha hecho más evidente. La despoblación, el envejecimiento, la pobreza, el sentimiento de abandono por parte de la administración («valoran más a los osos y lobos que a nosotros», oído en Cicera), la pérdida de valor (los precios) de los productos agrarios y ganaderos, etc.
La «España vaciada» me parece una expresión doblemente equívoca: primero, porque es un fenómeno mundial, no solo español, aunque en cada país se manifiesta según sus peculiaridades; segundo, porque da a entender que «alguien» es el responsable, lo cual no es cierto. Es un fenómeno puramente económico, con inicio a finales de los años 70: liberalismo (arranca con Thatcher-Reagan), globalización y, más adelante, revolución tecnológica (Internet). Desde entonces las grandes metrópolis mundiales ganan progresivamente poder económico, al concentrar en ellas la materia clave con la se genera hoy en día la riqueza: el conocimiento. Con la próxima gran revolución, la de la inteligencia artificial, el proceso se acentuará.
¿Solución? Ninguna. La política solo puede actuar en la superficie, con subvenciones y fiscalidad, pero no en lo esencial. Los jóvenes con estudios que se marchan a ciudades u otros países hacen bien: tienen derecho a vivir en un lugar donde puedan desarrollar su proyecto vital. El turismo, los productos agropecuarios de calidad, algunas industrias (agroforestal, energías renovables, etc)... son en el medio rural el presente y el futuro a medio plazo, y poco más hay. En el ámbito del turismo en general, y concretamente en el subsector de los caminos de medio y largo recorrido que tanto beneficio da a algunas zonas rurales, se pueden hacer las cosas mucho mejor: por ejemplo, algunos Caminos de Santiago que recorren 200 peregrinos/año, y que son de una gran belleza, podrían pasar con cierta facilidad a 3.000 peregrinos/año con más ambición y menos autocomplacencia.
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